Capítulo 27:

En ese instante, Carolina no supo qué decir. Ella pensó que todo se debía al estrés, pues, no era la primera vez que su período se atrasaba.

¿Qué esperabas?, preguntó la voz en su cabeza.

Obviamente, ¿Qué podía esperar, cuando ella y Máximo eran como dos conejos?

“Yo… ¿Seré padre? De verdad voy a…», dijo Máximo y miró a Carolina, quien parpadeaba, todavía incrédula. Él instintivamente colocó su mano sobre su abdomen y dijo: «Un bebé, nosotros vamos a tener un bebé».

“Sí” dijo ella, mientras lo miraba, «Lo siento, yo…».

“¿Por qué te disculpas?», replicó el joven frunciendo el ceño, confundido. «¿Por darme tanta alegría?».

Era cierto que Máximo no estaba interesado en tener un niño antes del matrimonio, él simplemente estaba cumpliendo con su deber.

Pero después, a medida que se acercaba a su esposa, ese pensamiento se volvió más y más placentero.

En ese momento, el joven la atrajo hacia él y la abrazó con fuerza, besando su cabello. Por otro lado, el médico se aclaró la garganta, indicando que todavía estaban en la oficina. De inmediato, Máximo entrecerró los ojos hacia Claudio.

El joven sabía que el médico estaba interesado en su esposa y que se sentía atraído por ella.

¡Pero ella es mía!, se dijo a sí mismo, aunque la mirada en sus ojos se lo dejó claro a Claudio, quien levantó las manos, como rindiéndose.

«¿Qué fue eso?», preguntó Carolina, mirándolos a ambos. I

«No es nada, mi amor. ¿Vamos a casa?». Tras ello, Máximo se levantó y Carolina hizo lo mismo, pero ella no iba a la finca como parecía insinuar su esposo.

La pareja le dio las gracias al médico y se dirigieron a la salida.

“Yo iré a la librería. ¿Puedes llevarme, por favor?», pidió ella. Bastian había dicho que les había informado a los niños que ella no podría ir ese día.

«Por supuesto», respondió el hombre, abriendo la puerta del auto para ella. Luego, le abrochó el cinturón de seguridad y fue a su lado. En ese momento, Máximo: quiso detenerse a mitad de camino, como la primera vez que fue a buscar a su esposa al pueblo.

Posteriormente, el hombre condujo hasta la tienda y no tardó mucho.

«Gracias», dijo ella, y después él la ayudó con el cinturón de nuevo.

“Abriré la puerta», pronunció él, sin esperar una respuesta. Cuando abrió la puerta del auto, le tendió la mano, la cual ella aceptó. «Vamos, te ayudaré».

«¿Ayudarme con qué? Yo puedo abrir la puerta de la tienda yo misma», en ese punto, la chica ya tenía las llaves en la mano.

«¿Qué dices? Te ayudaré a empacar tus cosas», dijo él sonriendo.

«¿Qué cosas? ¿Máximo, de qué estás hablando?».

Entonces, él la miró, confundido.

«Oh, hablo de tu equipaje. La maleta…». Mientras ella continuaba mirándolo sin comprender, él chasqueó la lengua antes de continuar: «Para que podamos volver a la finca».

«Ah, eso… bueno, no voy a volver a la finca».

Al escucharla, su boca se abrió.

«Pero ¿Por qué?», dijo el hombre tomándola del brazo. «Pensé que habíamos arreglado las cosas. Además… estás embarazada. Vamos a tener un pequeño bebé».

«Aún no hemos hablado. Tú no confías en mí. ¡Me humillaste como si fuera una cualquiera, como si fuera una mujer sin honor!», replicó ella casi llorando.

«¡Creíste que te podía traicionar ahí mismo, a tu lado! ¡Y lo peor, con el hombre que me dijiste que te desagradaba!».

«¡Es que estaba loco de celos!», explicó el joven mirando a su alrededor. «Creo que es mejor que no hablemos aquí».

En ese momento, ella estuvo de acuerdo y abrió la puerta, dejándolo entrar. Luego, los dos subieron a su habitación.

“¡Amor, lo siento mucho! ¡Es que no podría soportar ver a otro hombre tocándote!», entonces, el joven se pasó una mano por el cabello, mientras que la otra se quedó en su cintura. «¡Eres mía!».

«¡Sí, soy tuya! ¡Porque decidí serlo, por lo tanto, no elegiré estar con otro hombre, Máximo!»

“Ahora mismo, estás viviendo con otro hombre…

¿Crees que estoy bien con eso?», en seguida, él la abrazó por la cintura, llevándola a la cama.

«¡Máximo!

Yo te amo».

«¡Quiero hacerte mía aquí!».

Ella sabía muy bien cuál era su razón. Él quería que ella fuera suya en ese lugar, en el dominio de otro hombre. Pensando en eso, ella puso los ojos en blanco. Los hombres eran a veces… ¡Muy idiotas!

«¡No! ¡Máximo! ¡Mi mano!», exclamó ella.

Sin embargo, él la besó y ella no pudo resistir más.

Lo cierto era que ella lo extrañaba, así que se dejó llevar. Solo una vez, no le dolería, ¿O sí?

«Quería ponerte en cuatro, pero no vas a tener apoyo de esa manera», dijo él, mientras la llevaba hasta el borde de la cama y se hundía de nuevo en ella, «¡Aaaah, mi$rda!»

«¡¡Máximo!!», gritó ella, pues, ya estaba llegando al clímax, así que él aceleró.

«Yo te amo, Carolina. Yo… ¡Aahhh!». Así, él la besó y continuó.

Cuando Bastian llegó a la tienda, tan solo para buscar algunos libros, pudo escuchar los fuertes g$midos de la pareja. Entonces, él sonrió, sacudió la cabeza y se felicitó por poner insonorización en las paredes del edificio, o todo el vecindario estaría escuchando aquel acto.

Allí no había aire acondicionado, sino un ventilador y Máximo estaba a punto de sufrir de calor.

“Tranquila, amor», pronunció él. La habitación parecía un horno, especialmente para él, quien estaba haciendo el mayor esfuerzo.

«Enciende el ventilador», indicó ella sin dejar de g$mir, y agregó: «Quítate esa ropa. ¡Estás muy vestido!».

El hombre se acababa de bajar los pantalones, ya que ella no podría ver sus piernas en esa posición, sin embargo, la camisa seguía en su lugar.

«De ninguna manera», dijo él, y negó con la cabeza.

Luego, la joven trató de levantarse para ir al ventilador, pero él todavía tenía los pantalones bajados.

«¡Máximo… por Dios Santo! ¡Ya dije que te amo!», reclamó ella.

«¿Y qué hay con eso? Yo soy horrible. Lo último que quiero es que me rechaces, y mucho menos en este momento».

Ante eso, ella suspiró, rodando sobre su costado.

«Lo mejor será que te vayas entonces. La habitación no se va a poner más fresca mientras estés todo vestido».

«Tenemos aire acondicionado en casa», señaló él.

«No. Yo tengo un trabajo, y en realidad no me siento lo suficientemente confiada como para ir a casa contigo».

«Te quieres quedar aquí con ese…», gruñó él, y continuó: «¡Qué diablos, Carolina!».

«Estás completamente ciego de celos. ¡No puedo creer que vayas a empezar de nuevo con esto!», luego de decir eso, ella se puso de pie, pero no miró en su dirección en absoluto. La chica tan solo fue directamente al baño y cerró la puerta.

De inmediato, el joven se puso los pantalones y se dirigió a la puerta del baño.

«¿De verdad vas a quedarte aquí con el dueño de esta librería?», preguntó él, enojado.

«¡Sí, eso haré!», reprendió ella, llorando. Aunque no le gustaba escucharla llorar, no tenía intención de quedarse callado.

«Tú eres mi esposa! ¡Y, además, llevas a mi hijo en tu vientre! ¡Nos vamos a casa!», con eso, él tocó la puerta una vez más, y dijo: «Te puedo traer al trabajo todos los días, Carolina. Por favor”.

Su voz en ese momento era más baja y suave.

Al escucharlo, la mujer abrió la puerta del baño y salió.

«No te vas a estar quejando todo el tiempo, ¿O sí?».

«¡No quiero que estés hablando tanto con ese hombre! ¿Es que acaso no puedes conseguir un trabajo en otro lugar? ¿Por qué no vas a trabajar conmigo?».

“No, no quiero. Además, ¡Este hombre fue el que me acogió cuando tú me echaste a la calle! ¡Así que te pido que tengas más respeto!», reclamó ella, luego se fue al tocador, y sacando la ropa de allí, continuó: «Máximo, de verdad creo que será mejor que te portes bien porque si me vuelves a hacer algo como eso, te juro que nunca más volveré a mirarte a la cara. Si esto sucede de nuevo, ¡Solicito el divorcio y me voy!».

Ante eso, el hombre apretó los puños, pero asintió.

Tras ello, cuando bajaron las escaleras, Bastian no se encontraba allí, así que ella le dejó un mensaje.

Mientras tanto, Máximo ya tenía su maleta en el auto.

El camino hacia la casa fue bastante silencioso, pero el joven mantuvo una sonrisa en sus labios.

“Espera un momento», le pidió ella cuando él estacionó el auto y estaba a punto de abrir la puerta. De inmediato, su esposo la miró a los ojos, y la chica dijo: «Yo… quiero que me prometas que las cosas van a ser diferentes y que vas a confiar más en mí. Prométeme que confiarás en todo, Máximo».

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