Un matrimonio de conveniencia -
Capítulo 182
Capítulo 182:
Tonny realmente quería matar al hombre, pero no podía simplemente hacer algo como eso, después de todo, el hombre no mentía.
“Será mejor que hablemos más tarde. ¡Y no quiero que salga ni una sola palabra de aquí!», ordenó Tonny con la mandíbula apretada y fue tras Serena, quien ya estaba haciendo señas para un taxi.
“¡Espera!”
Al escucharlo, ella miró hacia atrás y comenzó a alejarse de él. Sin embargo, el chico fue rápido y pronto estuvo frente a ella, sin tocarla, caminando de espaldas.
«Déjame tranquila”.
«Serena, por favor”.
«Tonny, me has dicho que tu relación con ella estaba por terminar. ¡Y ahora escuchó que estas comprometido!», exclamó la joven, quien dejó de caminar, y sus ojos se llenaron de lágrimas.
En ese instante, ella desvió la mirada, evitando que sus ojos se fijaran en él por un par de segundos, para luego observarlo de manera acusadora y decir: “Me pediste que te diera una oportunidad, que te dejara acercarte a mí. Tú querías ser más que un amigo, o sabía eso, también sé que dije que solo sería tu amiga, pero….”
Desde la noche del compromiso del hombre, él y Serena hablaban cada vez más. Él no había hablado con Clara durante el viaje en ningún momento, pero cada vez que surgía la oportunidad, sí hablaba con Serena.
«De verdad no quise lastimarte. Y sí, eso es una cosa… es un asunto mío, ¡Pero la verdad es que ella y yo no nos vamos a casar!”
«Me vas a seguir diciendo eso hasta que escuche que ya estás casado con ella, ¿No es así?», preguntó la chica, y la manera en que miró a Tonny hizo que él quisiera desaparecer allí mismo.
«Tan solo dame algo de tiempo para resolver esto.
Yo te juro que…..”
«No. ¿Para qué haría eso? No quiero involucrarme en absoluto en tu estilo de vida, así que…”, pronunció ella, encogiéndose de hombros y sonrió con tristeza para seguir: «En realidad no importa. Ya no más. Tan solo desearía que hubieras sido honesto conmigo”.
Ante esas palabras, la culpa descendió sobre Tonny mucho más fuerte de lo que jamás había sentido.
En ese momento, él miró a su alrededor y empujó a Serena hacia uno de los callejones.
«¿Qué…?»-
Ella no pudo terminar de pronunciar la frase porque él la besó. Él lo estaba haciendo con todo lo que tenía. Pensó que simplemente le gustaba la mujer, pero allí, se dio cuenta de que se trataba de algo más, de lo cual no había vuelta atrás. Con eso en mente, él supo que no había forma de que pudiera perderla.
“Ven conmigo”, pidió Tonny y Serena negó con la cabeza de inmediato.
“No… ven tú conmigo”, indicó la chica, y él no se negó.
“Dime a dónde y nos vamos ahora».
Tras ello, los dos se subieron al auto y se dirigieron al departamento de la joven. Una vez allí, Serena salió del auto y miró por la ventana al chico.
“¿Tú no vendrás?”
Ante eso, los ojos del hombre se abrieron de par en par y asintió, sin creer que Serena de verdad lo estaba invitando a su apartamento. Más aún después de ese beso que se dieron.
No, realmente no puedo inferir que ella quiera…
Algo más que besarnos, pensó él.
Dentro del ascensor, Tonny le tocó la mano y se alegró mucho de ver que la mujer le permitía entrelazar sus dedos. Ella lo soltó tan solo para agarrar la llave y abrir la puerta. Allí, pronto apareció Hambriento meneando la cola.
«Vaya, ya veo que ha crecido mucho. De hecho, ni siquiera parece el mismo perro», comentó el joven y sonrió al cachorro, inclinándose y acariciando la cabeza del pequeño.
«¿Te gustaría comer algo?”, preguntó Serena, presionando sus labios en una clara señal de que estaba realmente nerviosa.
«Me parece que esa, Serena, es una pregunta bastante peligrosa», replicó Tonny y la chica aún tardó unos segundos en entender el significado de sus palabras, poniéndose aún más roja. Luego, él se acercó lentamente a ella, quien no se apartó, pero lo miró con determinación.
«Tal vez lo que sucede es que me gusta el peligro”, señaló ella, pero comenzó a reírse, “Ah, definitivamente no soy nada buena con eso”.
En ese instante, los dos empezaron a reír juntos y Tonny se sintió relajado, así como… como si la mafia no existiera en su vida. De hecho, esa era una de las cosas que le encantaba de estar con Serena, él era él mismo, no el subjefe de una organización criminal. El joven se sentía libre.
Segundos más tarde, Tonny tomó el rostro de la mujer entre sus manos y se inclinó para darle un beso tranquilo pero apasionado, aunque después se hizo más y más profundo.
Lo siguiente que supieron fue que ya estaban en la habitación de la chica, quien no tenía camisa, mientras que Tonny tenía todos los botones desabrochados, al igual que el cinturón. Al darse cuenta de ello, la mujer colocó sus manos sobre su pecho.
«Espera», dijo ella, y Tonny tocó sus frentes. «Lo siento, yo nunca… y tú…».
“Puedes estar tranquila», respondió el joven mirándola a los ojos mientras sonreía, diciéndole: «No tenemos que hacer nada. Está todo bien».
Tras ello, Tonny besó la parte superior de su cabeza y los dos regresaron a la sala de estar.
Seguidamente, el hombre pidió comida y vieron películas hasta que se durmieron.
Tonny se despertó y vio que la mujer estaba durmiendo sobre su pecho. Entonces, la miró fijamente a la cara, le tocó la mano y estaba seguro de que la deseaba todos los días de su vida.
El celular de Serena empezó a sonar fuerte, sorprendiéndolo, pues, él no estaba acostumbrado a usar despertador. El hombre solía despertarse solo.
De inmediato, Serena se estiró, lo miró, con los ojos aún entrecerrados, y sonrió.
«Sin duda alguna, esto es lo que quiero para la vida”.
«Buenos días», dijo ella adormilada y apagó el despertador. «Tengo que ir a la universidad…”
En seguida, Tonny se levantó y ella fue al baño de la habitación a ducharse. Tan pronto como salió, la chica le indicó al joven que también podía usar el baño.
Unos minutos más tarde, él salió del baño y encontró a Serena preparando huevos revueltos y tortillas ya calientes en la mesa.
«Todavía no he hecho las compras”, se disculpó la joven y le colocó una taza a Tonny. ¿Café solo o con leche?”
De inmediato, él se acercó y la abrazó, depositando un beso en los labios de Serena.
«Café solo, sin azúcar”.
Al escucharlo, ella hizo una mueca.
«Bueno… si te gusta así, está bien”.
Los dos comieron y Tonny la dejó en la universidad, antes de ir al hotel donde se alojaba, para buscar su maleta e ir al apartamento.
Esa solo fue la primera de muchas veces que Tonny a llevó o la fue a buscar. Sin embargo, ellos no hicieron más que hablar o, eventualmente, besarse.
De hecho, él no fue más a su apartamento.
«Tonny, tenemos que hablar”, dijo Clara, después de que él hubiera evitado hablar con ella durante días.
«¿Sobre qué?», el hombre ni siquiera levantó la vista de los documentos que estaba firmando.
Entonces, la chica colocó su mano sobre los papeles y Tonny finalmente dejó el bolígrafo a un lado y la miró.
«Sobre esta farsa. Esto tiene que terminar ahora”.
«A decir verdad, no podría estar más de acuerdo con eso», respondió él y suspiró. “Créeme, estoy muy interesado en hacerlo, pero, en un mes tendremos una reunión con algunos inversores y son de mi círculo, aunque son de otro país.
Tendremos que esperar a que eso pase, ya que son tradicionalistas. Después de eso, te prometo que terminaremos con este asunto”.
«Perfecto», dijo Clara, exhalando. «Me gusta alguien”.
Al escucharla, el joven sonrió.
«A mí también”.
«Hmm, por cierto, me preguntaba si podrías ayudar a Be”.
«¿Con que?”
Clara le explicó que su hermano quería ir a Rusia para formarse más en el campo de la informática y Tonny no hizo ningún comentario, sin embargo, él sabía que el rubio definitivamente estaba interesado en Ekaterina.
«Está bien, lo hablaré con la Tía Janna”.
En seguida, la chica esbozó una gran sonrisa y rodeó la mesa, abrazando a Tonny con fuerza.
Justo en ese instante, se abrió la puerta.
«Ah… lo siento, no quería molestar», dijo Michael, seguido de Osvaldo, «Con su permiso”.
Tras ello, el joven se dio la vuelta y se fue. Osvaldo, al ver eso, levantó una ceja, al igual que Tonny.
Clara, por otro lado, quería seguirlo, pero no pudo, pues, Osvaldo estaba allí.
«Clara, mi amor, ¿Podrías traernos un café a papá y a mí?”, dijo Tonny de manera amable y Clara asintió.
“No hace falta que traigas el café, querida”, corrigió Osvaldo y Clara entendió el mensaje. Era evidente que la querían fuera de allí.
Entonces, le dio gracias al cielo y se fue, cerrando cuidadosamente la puerta detrás de ella. Luego, al llegar a la despensa, vio lo que nunca habría querido mirar.
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