Un matrimonio de conveniencia -
Capítulo 178
Capítulo 178:
Tonny se dio cuenta de que la luz de la cocina estaba encendida, lo cual era extraño, ya que nunca las dejaba encendidas cuando no estaba en la habitación.
Se dirigió hacia la cocina, pero antes de que pudiera llegar, le pusieron una pistola en la nuca.
«Estás distraído, hijo», habló Osvaldo, ante lo cual Tonny sintió que la ira se desataba en su interior.
«¡Podrías haber recibido una maldita bala!”, habló desamartillando el arma. «¿Qué haces aquí a esta hora?”
«¿Qué hago aquí a esta hora, Antonio?». Tonny sabía que su padre se encontraba enfadado. Cuando se dio la vuelta, lo confirmó al ver la expresión sus ojos. “¿Dónde estabas? Y…”, Osvaldo se acercó aún más. “¿Con quién?”.
“Salí a dar un paseo, eso es todo», respondió Tonny, entonces Osvaldo respiró hondo.
“Nunca pensé que empezarías a mentirme. Sé que no estabas solo, Tonny, y la verdad, no sé ni cómo decirte lo decepcionado que estoy. Resuelve esto o lo haré yo».
“Papá…».
“¡Ni lo intentes! Clara es una buena Chica, y le propusiste matrimonio. Lo cumplirás, Antonio. Si quieres romper el compromiso, no me opondré. ¡Prefiero eso a condenar a mi ahijada a un matrimonio de mi$rda con alguien que la engañará!”
Osvaldo miró a su hijo de arriba abajo. “Ni siquiera te reconozco”.
Luego, se detuvo cerca de la puerta, dejó una cajita sobre la mesa y salió del apartamento. Tonny exhaló mientras se pasaba las manos por el cabello y se desplomaba en el sofá.
Sabía que mentirle a su padre fue una idea terrible, pero… no se arrepentía de haber pasado ese tiempo con Serena. Solamente necesitaba hablar con Clara y encontrar la mejor forma de resolver el problema.
Al día siguiente, se duchó, se preparó para ir a trabajar y, como de costumbre, dejó a Clara en la universidad. Con la ayuda de Tonny, ella convenció a su padre de que estudiar Administración de Empresas era lo mejor en su caso.
Tonny se estacionó frente a la Mansión Castillo, quienes se habían mudado definitivamente a la ciudad, y le envió un mensaje a Clara. Ella no lo hizo esperar demasiado.
«¡Buenos días!», lo saludó mientras entraba en el automóvil. Llevaba un vestido azul de oficinista, hasta las rodillas, con un cinturón dorado alrededor y zapatos negros de tacón. Tenía el cabello peinado a la perfección.
«Buenos días… ¿No crees que estás demasiado arreglada?” preguntó Tonny.
Aunque la sonrisa de Clara vaciló un poco, volvió a ensancharse.
«¡Aaah, mira qué lindo! ¡Te estás poniendo celoso!”, dijo, pellizcándole la mejilla, algo que Tonny detestaba. En voz más baja, continuó: “Sé que quieres actuar como si fueras mi hermano mayor, pero no es necesario”.
En ese momento, Tonny quiso recordarle que estaba comprometida con él y que cualquier mafioso que la viera vestida de aquella manera hablaría mal de él y lo consideraría débil. A pesar de todo, decidió no hacerlo, ya que se sentía indigno después de, en teoría, haber engañado a Clara con otra mujer la noche anterior.
“Si alguien te dice algo, dímelo», comentó por último antes de poner el automóvil en marcha. «Por cierto, ¿Cómo está Bernardo?.
“¿Bernardo?”, preguntó Clara, entonces apareció en su mente la imagen de él con Ekaterina y el otro chico. “Ah, está bien. Solo tiene un corte en el labio y la barbilla».
“¿No va a ir a la universidad?», preguntó Tonny.
“Sí lo hará. Pero va en su propio auto y se marchó antes de que llegaras», respondió Clara. Bernardo normalmente se iba con ella, pero prefería conducir su propio vehículo.
“Bueno…». Tonny reflexionó mientras llegaban a la universidad. «Te recogeré más tarde para comer y charlar un poco antes de ir a la empresa”.
«Vaya, la forma en que lo dijiste hace que suene serio», comentó Clara, y le dio un beso en la mejilla a Tonny. «Hasta luego. ¡Qué malo! Ahora estaré pensando de qué quieres hablar”.
Tonny se rio.
«Controla tu ansiedad, Clara”.
«Malo. ¡Eso eres!.
Se alejó, saludando a Tonny con la mano.
A él le parecía hermosa, una chica estupenda, pero en realidad no la veía con otros ojos que no fueran los de un hermano. Por otra parte, pensó en Michael y en lo extraño que le pareció la noche anterior.
Tengo que solucionar esto.
En la universidad, Clara fue a buscar a su hermano, sin embargo, él no se encontraba en su clase.
“¡Hola!”, saludó a un grupo cercano. «¿Alguno de ustedes ha visto a Bernardo?”. Los chicos la miraron con deseo, mientras que las chicas lo hicieron con desdén.
“¿Quién eres tú? ¿Su novia?”, preguntó una de las chicas, haciendo que Clara enarcase una ceja.
“Si lo fuera, no sería de tu incumbencia. Pero no, soy su hermana, así que, por favor, deja de odiarme», replicó, haciendo que la expresión malhumorada de la chica desapareciera. «Y ni siquiera intentes alagarme, como si yo fuera a ayudarte a acercarte a mi hermano”.
«¡Vaya, qué maleducada!», exclamó la otra chica, a lo que Clara puso los ojos en blanco.
«Ya está bien!». El chico de cabello castaño y ojos oscuros tomó la palabra, mostrando una sonrisa encantadora. «Tu hermano pasó por aquí con una chica morena de piel clara. Por cierto, soy Román. Román Badía. Podríamos organizar algo….”
En ese momento, Clara suspiró mostrándole su anillo de compromiso.
«No, gracias. Con permiso”.
Caminó hacia su propia clase y divisó a Bernardo en un rincón con una muchacha más bajita, y cuando asomó la mano, Clara supo exactamente de quién se trataba.
Aunque pensó en acercarse a ellos y hablar, se dio cuenta de que podría provocar una situación incómoda, por lo que esperó a que Bernardo se separara finalmente de ella.
“Hoy me voy a Rusia”, dijo Ekaterina, mientras Bernardo le acariciaba el rostro.
«Te extrañaré”, expresó, dejando a Clara sorprendida.
“¡Tenía muchas ganas de ir contigo».
“Bernardo, ya sabes lo que pasará si haces eso…».
“No me importa ni un poco». Abrazó a Ekaterina.
“Espérame, ¿De acuerdo?».
«Por supuesto, lo haré. Ahora tengo que irme. Pyotr se pondrá furioso si tardo demasiado”.
«De acuerdo”. Bernardo le dio un beso en la mejilla.
“Buen viaje, y llámame en cuanto puedas”.
“Lo haré”. Ekaterina se mordió el labio y le dio un rápido beso en la boca antes de salir corriendo contenta.
Bernardo estaba sonriendo, hasta que se giró y encontró a Clara.
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