Capítulo 166:

Tonny se encontraba en su habitación revisando unos documentos cuando la puerta se abrió de golpe. Bernardo Castillo lo miraba furioso.

«¡Te voy a matar!.

….

Unas horas antes…

«¡Máximo, suelta al muchacho!». Tonny oyó gritar a Carolina, quien sujetaba los brazos de su marido mientras este lo estrangulaba.

«¡Maldito mocoso!». El hombre volvió a sacudirlo antes de soltarlo y dar un paso atrás, con los ojos inyectados en sangre, así como el rostro enrojecido.

«Lo quiero fuera de aquí. ¡Ahora!”

«¡Máximo, cálmate!». Carolina ayudó a Tonny a ponerse en pie. “Es solo un…”

«No es un maldito niño, Carolina! ¡Él mata a gente!” gritó Máximo y se pasó las manos por el cabello.

A continuación dirigió la mirada hacia Osvaldo, quien se limitó a observar sin pronunciarse.

“Sabías de esta mi$rda, Osvaldo? ¡Dime!”

«Tío, yo no voy a…”

«¡Tío, nada! Tú… entras en mi casa, te trato como a mi propio hijo, ¿Y luego te aprovechas para meterte con mi hija de dieciséis años? ¡Dieciséis!”

«¡Nunca le he faltado al respeto, tío! Y nunca lo haré”.

Tonny se arregló la ropa. «No tengo más que buenas intenciones hacia ella».

Mentira. Tonny sabía que era falso. No pensaba tocar a Clara, jamás podría hacerlo. Era consciente de que estaría en peligro si se involucraba con ella.

Incluso solo en apariencia. No existía honor en aquello.

Ella aceptó, reflexionó, sin embargo, una voz en el fondo de su cabeza le recordó que era una adolescente y carecía de discernimiento para elegir cualquier cosa. Decidió ignorarlo.

Máximo volvió a mirar a Osvaldo.

“Es menor de edad. No podría comprometerse, aunque Tonny fuera el amor de su vida. Cosa que dudo mucho”.

“Por ahora sería un acuerdo verbal. Pero en la mafia, este tipo de pactos se respetan, Máximo. Cuando ella cumpla dieciocho años, celebraremos el compromiso oficial”, explicó Osvaldo, con seriedad.

Pese a no estar de acuerdo con la elección de la novia, era la decisión de Tonny. Además, Clara era una buena chica, que poseía las cualidades exigidas en su mundo.

«Máximo, tú los conoces y sabes que nunca le harían daño a nuestra hija. Además, Clara tiene derecho a decir lo que piensa», señaló Carolina mientras tocaba el brazo de su marido, quien resopló desdeñoso. Después de un momento, cedió aceptando, por lo que los presentes se volvieron hacia la chica, que estaba sentada tranquila en el sofá.

«Acepto», respondió ella, mirando al muchacho a los ojos, y este sonrió un poco.

«Me gusta Tonny, yo le gusto a él, y… nos comportaremos. Sabes que nunca haría nada que manchara mi reputación, papá”.

María Clara Castillo tenía un carácter alegre, así como un excelente y ácido sentido del humor; aunque solo con sus allegados. Ante los demás, se mostraba como una joven responsable y, para algunos, incluso demasiado fría. Nunca se excedía. Jamás.

«¿Lo amas, Clara?», preguntó Máximo, acercándose a su hija y suavizando la voz. «¿Lo amas de verdad?”

«Con todo mi corazón”, respondió ella, dirigiendo la vista hacia Tonny, quien esbozó una sonrisa.

Máximo miró a Osvaldo y luego al chico, quien volvió a tomar una actitud seria y se aclaró la garganta.

«Te estaré vigilando, mocoso. No lo olvides. Me importa un mi$rda si eres el hijo de Osvaldo o el de La Cicuta. Si te metes con mi hija, una mi$rda si eres el subjefe. Descubrirás que puedo perseguirte hasta en el infierno, ¿Entendido?”

Tonny asintió con solemnidad, y levantó la barbilla.

«Lo entiendo, tío. Puedes estar tranquilo, Clara tendrá todo mi respeto y amor”.

No como tú crees; pero de todas formas….

….

El presente.

Michael, aunque tenía apenas dieciséis años, era bastante fuerte para su edad y, por supuesto, habiendo recibido el entrenamiento para convertirse en el nuevo señor cuando llegara el momento, sujetó fácilmente a Bernardo contra la pared. Aunque este era al menos ocho centímetros más alto que él y no carecía de músculos, su destreza era escasa.

«¿Qué está pasando aquí?», preguntó, pasando la vista de Bernardo hacia Tonny, con molestia.

«¡Tu hermano anda detrás de mi hermana!. A Bernardo le costaba hablar debido a que el codo de Michael le oprimía el cuello.

“¡Le… le pidió que se casara con él!», espetó, mirando a Tonny con rabia.

Michael frunció el ceño, dirigiéndose a su hermano.

«¿Es en serio? Papá me dijo que habías elegido una prometida… ¿Pero Clara?.

Tonny se puso en pie. “Suéltalo, Michael”, ordenó.

En cuanto este lo liberó, el otro chico se deslizó por la pared, sujetándose el cuello. Se puso en pie con dificultad. «Bernardo, no hice nada malo con Clara. E incluso si lo hubiera hecho, ¿Crees que tu padre no me habría matado ya?”

A pesar de que Tonny era un mafioso con un entrenamiento y un físico excepcionales, nunca le levantaría la mano a Máximo.

“Si me entero de algo…».

“Si llega a hacer cualquier cosa, yo mismo le meteré una bala en la cabeza a mi querido hermano”, sentenció Michael, con voz áspera. Tonny vio una sombra en sus ojos que le hizo darse cuenta de que había ignorado una posibilidad bastante factible.

Después de que Bernardo se marchara sin que ninguno de los guardias le disparara (tuvo suerte de poder entrar sin problemas y de que Michael estuviera allí para detener cualquier posible incidente), Tonny se dirigió a la habitación de su hermano menor.

«¿Michael?». Tonny llamó a la puerta, aunque estuviera abierta.

El chico, quien se encontraba frente al ordenador, se giró hacia él de malhumor, se quitó los auriculares y cruzó los brazos.

«¿Qué? ¿Se te olvidó decirme otra cosa?”. Tonny suspiró con fuerza y entró en la habitación, mordiéndose el labio. Tocó el portarretrato que había encima de la cómoda en el que se veía una foto de los dos hermanos. “Si no vas a hablar, puedes irte”.

“¿Ella te gusta?, pregunto, dirigiendo de nuevo la mirada hacia Michael. «¿Te gusta Clara?»

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