Un matrimonio de conveniencia -
Capítulo 151
Capítulo 151:
“Santiago Herrera“. Estrechó la mano del hombre, que era un poco más bajo que él. “Esta es mi mujer, Jannochka Herrera“.
Los ojos ámbar del individuo brillaron con resentimiento al fijar su atención en Santiago.
“Ah, un placer, Señor Herrera“. Luego se volvió hacia Jannochka y le preguntó: “Un nombre diferente. ¿Es usted de Rusia?“.
“Sí“, respondió Jannochka, sin emoción. “Disculpe, necesito ir al baño“.
“¿Necesita ayuda, señora? Después de todo, fui yo quien la mojó“, dijo el hombre con malicia. A pesar de que Santiago intentaba mantener las distancias con Jannochka, la atrajo hacia él, acercando sus cuerpos.
“No hace falta, Señor Aragonez. Cuando mi mujer se moja, soy el único que puede manejar la situación, ¿No es así, mi amor?“. Santiago miró a Jannochka, temeroso de que pudiera rechazarlo.
“Por supuesto“, respondió ella, y se mordió el labio inferior. “Ven a ayudarme, cariño. Discúlpenos, Señor Aragonez“.
La chica habló con voz sensual y lo llevó al vestíbulo. Sin embargo, cuando se perdieron de vista, lo soltó.
“¿Nos ocupamos aquí mismo de tu problema, cariño?“. Santiago sonrió poniéndole las manos en la cintura y la hizo caminar hacia atrás hasta apoyarla en un banco.
“¿Lo prefieres aquí?“, preguntó Jannochka de forma provocativa. Se sentó en el mueble y le puso las manos en el pecho. La expresión de Santiago pasó de la sorpresa al deseo.
“Janna…, no bromees si no vas a continuar“. La acercó más; ella abrió las piernas para hacerle espacio. “Deja de ser tan cruel conmigo“.
“¿Cruel?“. La muchacha sonrió sin dejar de verlo. Santiago se inclinó para besarla, pero un sonido detrás de ellos los distrajo. Se trataba de Carolina y Máximo, besándose.
“¡Máximo, aquí no!“, le riñó esta en tono juguetón.
“Nadie nos verá. Mi amor…“.
Carolina abrió los ojos y descubrió a Santiago, quien tenía una sonrisa burlona.
“Vamos, Janna. No interrumpamos el proceso de hacer el tercer bebé Castillo“.
Jannochka había hablado tanto con Carolina como con Máximo unos minutos antes y pensó que hacían una bonita pareja. Con una leve inclinación de cabeza, se mostró de acuerdo con Santiago y siguió.
“Mira a esos dos, son como conejos“, comentó Santiago.
“Todavía tengo que ir al baño“, señaló Jannochka. “Volveré dentro de un rato“.
“Iré contigo“, respondió él, siguiéndola.
“¿Por qué?“.
“Por si acaso otro asqueroso intenta acercarse a ti“.
Aunque puso los ojos en blanco, Jannochka no se opuso. Se sentía demasiado incómoda para discutir.
Una vez que estuvieron de vuelta, Santiago no la dejó en paz.
“¡Tío, así te vas a caer encima de la Tía Janna!“, se quejó Bia.
“Tengo que protegerla, Bia. Unos hombres malos quieren robármela“, replicó Santiago. La niña puso cara de horror.
“¡Yo te ayudaré, tío!“, dijo Tonny, sacando pecho y poniéndose al lado de Jannochka y la miró orgulloso. “Yo también soy fuerte“.
“Me siento mucho más seguro así, Tonny. Gracias“, afirmó Jannochka, haciendo que el niño pareciera derretirse.
Después de la celebración, se quedaron un rato más. Cuando todos se marcharon, Tonny invitó a Jannochka a visitarlo al día siguiente.
“Dijiste que te gustaban los coches; tengo muchas miniaturas de colección“.
Jannochka sonrió al ver cómo hablaba el niño, dándose cuenta de que extrañaría esos momentos tras el fin del matrimonio. Nunca había estado en un ambiente tan relajado, excepto con sus primos, sin embargo, la experiencia era diferente.
Llegaron a casa. Santiago contempló a Jannochka mientras subía las escaleras, maravillado con sus piernas. Suspiró.
“Concéntrate, Santiago. Jade quedó en hablar contigo mañana“, dijo.
Después de ducharse, Jannochka recibió una llamada de su padre, pidiéndole que volviera a Rusia, ya que estaban teniendo algunos problemas y ella había permanecido fuera demasiado tiempo.
Una hora más tarde, fue a la habitación de Santiago y llamó a la puerta.
“Pasa“, le dijo. En cuanto entró, él estaba en la cama con los brazos detrás de la cabeza, mirando la televisión.
Su sonrisa se desvaneció. “¿Te vas?“.
“Sí, mi padre me pidió volver a Rusia. Es un vuelo largo, así que no puedo esperar hasta mañana para viajar“.
Iba vestida con su típica ropa negra, con el cabello recogido y una maleta en la mano.
“Yo te llevo“.
“No hace falta. Vine a informarte. Y… ten cuidado mañana, ¿De acuerdo?“.
Santiago arrugó la frente y se levantó.
“¿Qué quieres decir con eso?“. El buen humor de Santiago desapareció en un instante.
“¿Sigues espiándome?“.
“Ya te dije que no estoy espiando. Además, no estoy mirando nada en tu teléfono. Fuiste tú quien dijo en voz alta que verías a tu novia cuando subía las escaleras hace un rato“, replicó ella.
Santiago no se percató de que había dicho lo que pensaba en voz alta.
“Bueno, no importa. De todos modos, no es asunto tuyo“, dijo, terminando por ser más grosero de lo que pretendía. Cada vez que Jannochka mencionaba a Jade, sentía la necesidad de defenderse como si ella lo estuviera acusando de infidelidad.
“¡Y deja de hablar de ella como si fuera mi novia en tono! Ni que tuviera que rendirte cuentas de mi vida“.
Jannochka chasqueó la lengua. Se sentía decepcionada, ya que pensaba que estaban haciendo algunos progresos para ser más amistosos el uno con el otro.
“Cierto. De todos modos, ten cuidado“, dijo en un tono monótono, con lo cual Santiago supo que eso significaba que se estaba cerrando de banda. Le dio la espalda y se fue.
Aunque pasó la noche en vela, por la mañana Santiago se duchó y sonrió. Por fin se encontraría con Jade.
La esperó en un restaurante elegante pero discreto, con una zona preferencial de cabinas cerradas. En cuanto llegó la muchacha, él esbozó una enorme sonrisa.
“¡Jade!“.
“Santiago“, le contestó con menos entusiasmo que antes.
Le acercó una silla para que se sentara. Enseguida la rodeó y tomó asiento frente a ella.
Jade no se encontraba herida, y a pesar de que su rostro mostraba signos de cansancio, parecía estar bien.
Santiago se sentía incómodo. Aunque le pareció que le faltaba algo, no podía entender de qué se trataba.
“Me alegro de que por fin aparecieras…“.
“Lo siento, es que…. Vine porque pensé que sería mejor que habláramos frente a frente“. Jade respiró profundo y miró a Santiago a los ojos. “Te agradezco todo, pero no tengo ningún interés romántico en ti“.
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