Un matrimonio de conveniencia -
Capítulo 147
Capítulo 147:
“No es asunto tuyo“, respondió ella de manera fría.
“Es tarde y tú… ¡Tú vas muy arreglada! Con ese vestido ajustado. ¡Jannochka!“. Él insistió, bajando las escaleras delante de la chica. Cuando vio el rostro de su esposa, se dio cuenta de que estaba bien maquillada y con un labial oscuro. “Eres una mujer casada, ¿Adónde vas?“.
“No te preocupes, no te voy a poner los cuernos en público“. Sonrió falsamente mientras continuaba bajando, pero él se puso delante. “Si te quedas ahí, vas a rodar por las escaleras“.
“¡No te vas a ir sin mí!“.
“Veremos si no“, le dio un ligero empujón, sin embargo, ya estaban casi al pie de las escaleras y no hubo gran daño.
“¿Intentas matarme?“, preguntó él levantándose.
“Si quisiera matarte…“.
“¿Qué? ¿Me hubieras matado antes y te habrías desecho de mi cuerpo?“, habló con sarcasmo.
“No. Te estaría torturando, Santiago, porque me molestaste muchísimo y ahora mismo quiero golpearte“. Se acercó más a ella.
Jannochka, no obstante, sacó su arma. “Y si me tocas, al menos recibirás un tiro“.
Se quedaron mirándose mientras Santiago se pasaba las manos por la cara y el cabello.
“Lo siento, hablé incorrectamente. No debí haberte acusado o gritado antes de saber la verdad. Te pido perdón“.
Ella asintió con la cabeza.
“Está bien, ahora sal de mi camino“.
“Te pedí disculpas, Janna“, insistió el chico, dando un paso hacia delante con las manos en alto.
“Y yo respondí está bien. Estoy de acuerdo con lo que dijiste y te perdoné. Mira, no te lastimé por eso, sino porque me agarraste de la muñeca. Sin embargo, eso no tiene nada que ver con el hecho de que salgo o no. Creo que no te debo explicaciones, ¿Recuerdas? El acuerdo era solo que debíamos ser discretos“.
Él la miró de arriba abajo con desdén.
“¿Y esto significa ser discreta? ¿Dónde? ¡Parece que estuvieras vestida para ir a tener se%o!“.
“¿Y cuál es el problema?, respondió ella en un tono serio. “Eso solo significa que estoy vestida de la manera apropiada“.
Los ojos de Santiago se llenaron de ira.
“¡No saldrás con ningún hijo de p$ta por ahí! Si tanto quieres tener se%o, puedo cumplir mi papel de marido perfectamente“.
Ella lo miró de arriba abajo.
“¿Y quién dijo que eso es lo que quiero?“.
Jannochka pasó por al lado de él y salió del apartamento sin decir nada más. Mientras tanto, Santiago echó un vistazo a su
Pijama, dándose cuenta de que no podía salir con eso puesto. Por lo tanto, corrió hacia su habitación, ordenando a los guardias
De seguridad que siguieran a Jannochka mientras él se cambiaba de ropa y la seguía.
¡Pero qué mujer tan difícil! Si cualquier imbécil cree que puede acercarse a ella, ¡Se equivoca, maldita sea!
Jannochka se subió a un vehículo negro que la estaba esperando y pronto desapareció del lugar. Cuando Santiago fue informado de esto, se enfureció todavía más.
“Así que ya había quedado de verse con algún tipo? ¿Lo conoció en línea o en el gimnasio?“.
El guardia de seguridad le había dicho que se encontraba Jannochka en un club nocturno.
Santiago no tuvo problemas para entrar, ya que era conocido allí.
“¡Hola! Busco a una mujer rusa de cabello oscuro, que estaba por aquí… tiene tatuajes en el cuello, las piernas y los brazos…. llevaba un vestido negro y ajustado, con un escote que llega hasta la cintura“, preguntó en la entrada.
Un guardia le informó que esa mujer y un hombre estaban en la zona ViP número 2.
Él le agradeció y tomó el ascensor con vista panorámica. Estaba temblando de rabia. Además, había olvidado tomar sus analgésicos, por lo que la nariz le palpitaba de dolor.
¡Esa mujer!
Caminó furioso hacia la habitación donde Jannochka se encontraba con el desconocido. Voy a matar al maldito que está con ella. ¡Es mi esposa y se atreve a venir al mismo club donde yo me divierto! ¡Y no han pasado ni dos días desde que nos casamos!.
Trató de convencerse de que le molestaba que la gente pensara que era un cornudo, pero la realidad era que no soportaba el hecho de que otro hombre tocara a Jannochka.
Con furia, Santiago abrió la puerta y encontró a su esposa sentada junto al hombre. El desconocido tenía la mano en el hombro de la chica. No obstante, estaba hablando con el camarero, por lo que no logró verle el rostro debido a la poca iluminación. Aun así, él la reconocería en cualquier lugar.
Se acercó a ella, la tomó por el brazo y la obligó a levantarse.
“No chto eto, chert vozmi [¿Qué maldición pasa aquí?], preguntó la muchacha en cuanto vio a Santiago. En ese instante, alguien le puso un arma en la cabeza.
“¡Suelta a mi prima!“, exclamó Fyodor, el hombre que estaba junto a ella. Él habló en inglés.
“¡Oh, Yuri…!“, respondió Santiago. El seguro del arma fue retirado.
“¡Es Fyodor! ¡Y déjala ir!“.
“Yo solo… solo vine porque quiero estar con mi esposa, ¿Verdad?“, dijo Santiago. Sin embargo, Jannochka lo miró con odio, amenazándolo con el arma.
“¡Última advertencia, Herrera!“. En ese momento, Yuri se acercó por detrás de Santiago y también le apuntó con un arma. Él la soltó.
“Bajen las armas,” exclamó ella con una voz más suave y decidida. Santiago respiró aliviado, hasta que ella misma le apuntó con una pistola. “Hablemos, esposo“.
Ella hizo una señal hacia una de las salas individuales del ala VIP, así que Santiago se dirigió en esa dirección. No era tan estúpido como para intentar desarmarla delante de todos aquellos rusos. Solo cuando pasó junto a ellos, se dio cuenta de la gravedad de la situación.
¡Soy un tonto, y todo por su culpa!, se regañó.
Una vez dentro, Jannochka cerró la puerta tras de sí. Santiago la miró fijamente y tragó saliva nervioso.
“¿Vas a matarme?“. Ella se acercó más pero, en lugar de miedo, él no pudo evitar admirar las curvas de su esposa. La luz ambiental creaba sombras en su rostro, pecho, caderas y piernas. “¿O es que piensas consumar nuestro matrimonio aquí mismo?
Dijiste que estabas vestida para tener se%o“.
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