Capítulo 127:

«Ella era la novia ilusa de Liam, el hijo de p$ta que torturó a Emilia», explicó Santiago, y continuó: «Y adivina qué… ella consiguió ayuda para venir aquí con el b$stardo desde Inglaterra. Al parecer, estaban buscando un I espacio más grande en Los Ángeles, de donde es esta vaca».

«¿Ella todavía está viva?», preguntó Osvaldo, con los ojos más oscuros que nunca.

«Sí, por supuesto, hermano. ¿Acaso creíste iba a dejarla ir tan fácil? Supuse que querrías divertirte un poco», respondió el chico.

«Perfecto», dijo el hombre, y agregó: «El doctor piensa que tal vez Emilia despierte pronto, así que yo no me voy a ir de aquí por ahora”.

«SÍ, señor».

Tras ello, Osvaldo colgó el teléfono y miró a su esposa. Ella lucía mucho menos pálida y él le acarició el cabello.

“Por favor, despierta pronto, amor. De verdad te extraño mucho. Los niños también te extrañan”, dijo él, y respiró profundamente para decir: “Todo será diferente, lo prometo».

Osvaldo terminó por quedarse dormido sentado en la silla, y no vio que la chica aba comenzando a despertar.

Ella abrió los ojos y logró mantenerlos así en esa oportunidad, en la realidad. Cuando intentó mover la mano, le resultó bastante difícil, después de todo, sus dedos se estaban recuperando de una cirugía después de una fractura expuesta. Entonces, ella miró hacia e abajo y sonrió.

¿Será que esto es un sueño?, se preguntó la chica cuando vio a Osvaldo allí, durmiendo.

Entonces, ella luchó demasiado para moverse y tocarlo, y él inmediatamente la agarró por la muñeca.

En el momento en que el hombre levantó la vista y vio a Emilia despierta, no supo si llorar o reír.

“Amor… ¡Amor!, exclamo él, levantándose rápidamente, y luego la abrazó con cuidado, “¿Te duele?».

Al escucharlo, ella asintió levemente.

Entonces, el hombre hizo un gesto con el dedo y fue a buscar al médico. Él no tenía ningún instrumento allí y, cuando se trataba de Emilia, ni siquiera era capaz de pensar con claridad.

Tan pronto como el doctor revisó los signos vitales de la joven, ordenó algunos exámenes y dejó a Osvaldo en la habitación con ella.

“Perdón, mi amor. Por favor, perdóname por haber dicho esas cosas horribles, por no confiar en ti”, pronunció Osvaldo, y besó la mano de Emilia con cuidado. Sus dedos, a pesar de que los huesos ya se encontraban más en su lugar, todavía le dolían.

“Yo… de verdad te amo”, dijo ella, sintiendo su garganta aún muy seca.

“Y yo también te amo, Emilia. En serio te amo con todo mi corazón”.

Al escucharlo, la chica frunció el ceño y luego sonrió.

“Pensé… que después de que estuviera muerta… nada me dolería”, indicó ella en voz baja.

“¿Muerta? ¡No, no digas eso!”, replicó Osvaldo, y acercó su rostro al de ella para decir: “Estas viva, muy viva”.

“Pero… yo no te gusto…”

“Shh, yo te amo. No hay razón alguna que justifique que haya sido un idiota contigo, pero estaba mintiendo. La única verdad es que te amo y te lo demostraré todos los días, en todo momento”.

Ante eso, los ojos de Emilia se abrieron de par en par, pero todavía no lo creía del todo. Osvaldo entendió que ella aún estaba muy desconcertada, sin embargo, con el tiempo estaría bien. Al día siguiente, ella sería capaz de entender mejor la situación.

“¿El…? ¿El bebé?».

«Nuestro hijo, o hija, se encuentra bien», respondió él, colocando su mano sobre su vientre, con cuidado.

Un día más tarde, el hombre les contó a Carolina y Máximo acerca del estado de Emilia. Carolina, por su parte, le contó a Jade, quien salió de la casa con la excusa de ir al centro comercial en cuanto Marcelo se fue a la empresa. Él la estaba vigilando mucho.

«¿Dónde está Em?», le preguntó Carolina a Santiago, quien estaba en el pasillo.

«Acompáñame. Osvaldo está allí con ella», respondió el joven y miró de soslayo a Jade, quien en ese momento se sonrojó. Carolina no lo notó, sin embargo, su esposo sí, pues, acababa de enviarle un mensaje a su padre y se estaba guardando el celular en el bolsillo cuando levantó la vista y descubrió la escena.

Desde que Jade los ayudó la primera vez, Santiago había estado pendiente de ella, por lo tanto, Máximo sintió que había algo que no estaba captando del todo. De hecho, ella no era del tipo de mujer que se sonroja con tanta facilidad.

En la boda de Emilia y Osvaldo, vio que Santiago se mantenía a distancia y solo miraba a veces a Jade, lo que le sorprendió a Máximo. En ese momento, él pensó que solo se estaba imaginando cosas, o que Santiago se estaba asegurando de que la pobre chica no fuera golpeada por su esposo.

Pensando en eso, Máximo decidió que observaría más de cerca, como el buen chismoso que había aprendido a ser, y luego parlotearía con Carolina en cuanto estuvieran solos.

Tras ello, el hombre y su esposa entraron a la habitación de Emilia, pero, cuando Jade estaba a punto de entrar también, Santiago se interpuso.

“Hay mucha gente junta. Espera un minuto, por favor”, pronunció él y ella estuvo de acuerdo. Al ver eso, Máximo entrecerró los ojos, pero no dijo nada.

Justo cuando entraron él y su esposa a la habitación, Osvaldo les dio la bienvenida y les dijo que iban a tomar un café, sin embargo, Máximo agarró al hombre del brazo, aprovechando que las dos mujeres estaban conversando.

“¿Qué sucedió?», preguntó Osvaldo, observando la mano de Máximo, quien la soltó de inmediato.

«Oye, tu hermano y Jade… ¿Tienen algo?».

En seguida, Osvaldo movió la boca.

“No», contestó finalmente, así que Máximo alzó una ceja.

«Bueno, si no lo tienen, lo quieren, créeme.

Ella está afuera, déjalos hablar un rato solos».

A decir verdad, a Osvaldo no le agradaba en absoluto que su hermano hablara a solas con una mujer casada. Sobre todo, porque si su esposo, por algún motivo, se enteraba, Jade sería golpeada.

Como resultado, Santiago terminaría matando al hombre, y la mujer no quería eso. Luego, solo traería problemas.

No obstante, Osvaldo espero. Él les dio cinco minutos y después abrió la puerta de la sala con lentitud para darles a los dos tiempo de dejar de hacer algo que no debían, en caso de que lo estuvieran haciendo, claro.

Según lo que imaginaba Osvaldo, o lo hacían o pensaban hacerlo. En ese instante, Jade tenía la espalda contra la pared mientras Santiago tenía una mano en el bolsillo y la otra apoyada contra la pared, con su cuerpo en medio hacia un lado.

“¡Hola, Jade! Muchas gracias por venir a visitar a mi esposa. Pasa, por favor, ponte cómoda», dijo él de manera educada, abriéndole la puerta. Justo cuando esta se cerró, el hombre se giró hacia su hermano.

«Vamos a tomarnos un café, Santiago».

De inmediato, los dos caminaron en silencio hacia la máquina de café.

«¿Qué demonios crees que estás haciendo?”preguntó Osvaldo, al tiempo que colocaba una moneda en la máquina.

«No sé de qué…».

«¡Ni se te ocurra mentirme!», en ese instante, Osvaldo habló con más dureza.. «Ella es una mujer casada, no quiero que pongas a la Señora Simones en una situación incómoda».

A decir verdad, Santiago odiaba escuchar la forma en la que su hermano se refería a Jade.

“Él es un hijo de p$ta, ¡Y yo sé que le gusto!”

“Entonces haz que se divorcie, convéncela. Pero, por favor, no coquetees con ella. Si su estúpido esposo llega a enterarse, la va a golpear, e incluso si matas al b$stardo más tarde, eso no deshará la paliza que habrá recibido, ¿Lo entiendes?

“Él está haciendo algo que no debe”, dijo Santiago. “¡Solo necesito obtener las pruebas de manera legal y después encerrar a ese maldito en la cárcel!”

“Bueno, entonces hazlo. Y después de eso, te involucras con ella, ¿Lo entiendes?

Porque de no ser así, te meterás en muchos problemas.

Osvaldo le puso la mano en el hombro a su hermano y continuó: «Ya te lo dije como familia y no sirvió de nada. Ahora, te estoy dando una orden».

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