Capítulo 123:

“¿Ese es el resultado?», preguntó Patrick en el momento en que entró en la habitación. Emilia se encontraba sentada en la cama, de espaldas a la puerta.

Al escucharlo, ella tan solo levantó la mano que sostenía el resultado. De inmediato, el hombre lo tomó y leyó: «Dos guiones… ¿Qué significa eso?».

“Es positivo», pronunció la chica lentamente, y Patrick levantó una ceja.

“Entonces, estás embarazada de tu esposo», dijo él con calma y sonrió para agregar: «Te felicitaría, si no tuvieras esa cara de funeral».

Emilia lo escuchó, pero no respondió, nada. Ella realmente se sentía horrible.

Si eso hubiese ocurrido antes, tan solo unos días antes, hubiera saltado de alegría al saber que estaba embarazada de Osvaldo, pero en ese momento no.

Además de estar secuestrada, incluso si lograra escapar, ¿cómo podrían ser las cosas? ¿Acaso Osvaldo le quitaría al niño en algún momento, ya que ya no quería estar con ella?

«No me digas que cruzaste los límites y que ese niño no es suyo…».

Al escuchar eso, la mujer apretó los labios y se giró para mirar a Patrick. El hombre dio un paso atrás cuando vio la expresión de su rostro.

«¡Ya me has llamado p$ta varias veces, pero quiero que sepas que no soy ninguna de esas cosas!», espetó la chica y se levantó de la cama, “¿Vas a seguir atormentándome? Ya sabes que estoy embarazada. ¡Eso es excelente! ¿Qué se supone que piensas hacer, eh? ¡Si vas a matarme, hazlo de una vez por todas!».

Ella de verdad no podía soportar más esa situación. Desde que llegó a ese lugar, no había dormido nada. Cada vez que cerraba los ojos, la atormentaba la conversación que había tenido con Osvaldo antes de salir de la casa y ser secuestrada.

No, en realidad eso no fue exactamente una conversación, pensó ella con tristeza. Lo cierto era que Osvaldo apenas la había escuchado.

Patrick no esperaba en absoluto que Emilia reaccionara de esa manera. Ya había notado que se veía demacrada, pero ese día, ella lucía aún peor. Los círculos oscuros que tenía bajo sus ojos no la dejaban mentir.

«¡Lo que realmente podría hacer es cortarte la garganta, pequeña p$ta!», exclamó él, lanzando la prueba y se largó antes de dejar que su lengua hablara más y admitiera que nunca lastimaría a una mujer embarazada.

Sin embargo, tener esa prueba era realmente genial, dado que podría intentar hacer un trato con Osvaldo Herrera. Debido a ello, decidió ponerse en contacto con el señor de La Cicuta.

Patrick se dirigía a la pequeña habitación que tomó como propia, cuando escuchó un ruido que, a pesar de ser bajo, supo exactamente de qué se trataba. No obstante, su cuerpo no reaccionó lo suficientemente rápido y la bala le dio justo en el brazo.

«¡Mi$rda!», gritó él, y trató de sacar su propia arma de la funda, pero otro disparo, en la mano en esa oportunidad, y otro en la pierna, lo detuvieron.

Patrick se encontraba en el piso, le sangraba la pierna.

«¡Maldición!», gritó él, y giró en la dirección de donde había venido el disparo, «Liam, ¿Qué demonios sucede?».

Liam era el cuarto miembro. Él se ocupaba de la parte tecnológica, pero eso no significaba que no fuera un excelente tirador. Liam y David eran de verdad grandes amigos. De hecho, Liam era mucho más cercano del hermano de Patrick que él mismo.

«Tú no mereces estar a la cabeza del grupo en absoluto, Patrick. David ya le habría dado una buena paliza a esa p$rra y hubiese obtenido un buen rescate por la p$ta mexicana. Pero tú…», pronunció Liam, mirando a Patrick como si fuera un insecto, «¡Eres una completa ofensa a la memoria de David»

«¡Cierra la maldita boca! Tú deberías encargarte de la seguridad del lugar… ¡Pero no, decidiste traicionarme! ¡Maldito idiota!”, en ese instante, Patrick escondió la prueba de embarazo de Emilia. Él estaba sangrando mucho y no sería capaz de levantarse para enfrentar a Liam, a fin de cuentas, el otro hombre tenía un arma de fuego en sus manos.

Honestamente, Patrick sabía que, si Liam se enteraba del embarazo, terminaría con la vida de la mujer.

Patrick no pronunció ninguna otra palabra, ya que el arma lo apuntó y después se abrió un agujero en la parte posterior de su cabeza, por donde salió el proyectil.

En ese momento, James y Eric ya estaban muertos. Los pocos soldados que tenían se encontraban afuera, completamente inconscientes de lo que estaba sucediendo allí.

En seguida, Liam se acercó al cuerpo de Patrick y buscó hasta que encontró el resultado de la prueba de embarazo.

James, ¡Esa bocaza!, pensó Liam, mientras sonreía.

La verdad era que había visto a James y a Erick charlando sobre el posible embarazo de Emilia, y que Patrick había ido a buscarle los resultados.

Tomando el celular descartable, él llamó a uno de los hombres de Osvaldo. Él tenía el numero porque Roberto se lo había pasado días antes.

«¿Señor? Esta es una llamada de los secuestradores de la señora», en seguida, uno de los hombres se acercó a Santiago, quien de inmediato tomó el teléfono y se dirigió a donde estaba su hermano. Entonces, hizo clic en el botón altavoz».

«¿Dónde está mi cuñada?», preguntó Santiago y Osvaldo inmediatamente prestó atención.

«Ambos están bien. Les estoy dando un trato de primera clase», respondió Liam sonriendo.

En seguida, Osvaldo frunció el ceño.

«¿Quiénes dos?», indagó Santiago y el hombre se rio.

«Osvaldo Herrera, resulta que tu p$ta está embarazada, ¿O es que no lo sabías?», preguntó burlonamente.

«Bueno, al menos por ahora».

«¡Escucha, hijo de p$ta! ¡No te atrevas a tocarle ni un pelo a mi esposa!», gritó Osvaldo, enfurecido.

«¿Y tú qué vas a hacer, oh, gran Osvaldo Herrera? Así me mates después, no desharás todo lo que ya le he hecho. Y si tu hijo muere… ¡Matarme no lo va a traer de vuelta!”

«¡Maldito!, en ese punto, Osvaldo sudaba frío.

«¡Maldita esa pequeña mujer! ¡Ella asesinó a David para salvar tu miserable vida! ¡Yo me encargaré de devolver ese favor!».

«¿Qué es lo que quieres a cambio?», preguntó Santiago, sujetando el brazo de su hermano para que no volviera a maldecir. «¡Pon tu precio!»

«Bueno, por la vida de tu esposa…

Quiero diez millones de dólares», dijo Liam como si eso no fuera mucho.

«No… De hecho, eso no es mucho. Quiero veinte millones».

«Perfecto», dijo Osvaldo, sin dudarlo. La verdad era que incluso daría todo su dinero para que su esposa no sufriera daño. En ese punto, aún estaba al menos a una hora y media de distancia de ella y no podía arriesgarse a hacer molestar a ese tipo. Una hora y media era tiempo suficiente para asesinar de manera brutal a alguien.

«¿Qué hay de mi hijo?».

La respuesta inicial de Liam fue una risa, la cual heló los huesos de Osvaldo.

«Eso sí que no funciona. Es una vida por otra. ¡Lo justo!»

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