Capítulo 103:

«Tan solo se puede tener un novio, hijo. Y ella ya tiene uno”, dijo Osvaldo, y Emilia lo miró con cierta gratitud. La verdad era que ella no tenía ni la menor idea de qué decirle al pequeño.

«Pero…», comenzó a decir el chico, hizo una mueca pensativa, y continuó: “En realidad, ella no es tu novia, sino tu prometida».

«De hecho, una prometida es lo que viene justo después de una novia, hijo. Y luego de eso, se convierte en esposa. Eso es como una novia en un nivel superior. ¿Lo entiendes?», explicó el hombre.

«Hmm, sí, creo que sí”, respondió Tonny y bajó la mirada para después agregar: «Es que ella es muy bonita. Y de verdad yo quería tener una novia así de hermosa».

«La vas a tener, pero cuando seas mayor», intervino Emilia, y acarició la cabeza de Tonny, mientras decía: «Además, eres demasiado joven ahora como para tener citas».

«¡Pero otros chicos ya tienen novias!», replicó el niño, y la chica rio con cariño al escucharlo.

«Créeme, todavía eres muy joven para esas cosas. ¿Sabías que tu padre en realidad es mi primer novio? Y yo soy mucho mayor que tú», pronunció ella.

«Pero tú eres una chica. Además, papá ha tenido más de una novia», reflexionó el pequeño.

«Bueno, ¿Y qué tiene que ver con que ella sea una chica?», preguntó Bia,, abrazando la cintura de la otra. “Yo también voy a tener novio, ¿O no?», preguntó ella.

«¡Ah, no, eso no va a suceder!», exclamó Osvaldo con dureza, y Emilia lo miró con seriedad, así que él agregó: «Quiero decir… todavía no. Ninguno de ustedes dos puede salir con nadie todavía».

«¡Ay, papá!», se quejaron los dos niños, y el hombre negó con la cabeza.

«No, por supuesto que no. Ese es un compromiso muy serio que se debe hacer cuando estén grandes. Ahora, será mejor que dejemos esta conversación y comamos de una vez por todas. Emilia se quejó en el auto de que tenía hambre», dijo él.

Eso fue más que suficiente para que los niños abandonaran la conversación y asintieran con la cabeza, queriendo mostrarle a la mujer lo que más les gustaba de la mesa.

Mientras tanto, Osvaldo observó con atención la interacción de Emilia con los niños y sonrió.

No podría pedir nada más, ¿Verdad?, pensó él. Ella y los niños se llevan bastante bien. Además, Emilia es realmente hermosa y abierta a tener un matrimonio convencional conmigo.

Y lo más importante es que ella no me exigió amor, se dijo el hombre.

Él tenía pensado hablar con la chica al respecto, para que no tuvieran ningún tipo de problema en el futuro. En realidad, ningún matrimonio arreglado dentro de la mafia se había basado en el amor o se esperaba que prosperara.

Sin embargo, él quería asegurarse de que ella entendiera cómo iban a funcionar las cosas. Honestamente, cómo funcionaría él.

Dos semanas más tarde, Emilia decidió hablar con su prometido.

«¡Osvaldo, pero mi madre aún se está recuperando!», la chica le había atrasar un poco la boda, pero él se limitó a negarlo.

“El hecho es que cuando se pospone una boda, especialmente la de un señor, la gente empieza a cuestionario, Emilia. Además, yo no quiero darle a nadie la oportunidad de atacar de nuevo. Vamos a hacer la fiesta, pero te prometo que será corta. Podemos posponer el viaje de luna de miel, ¿Te parece bien?».

Tras ello, se acercó a la mujer y le colocó un mechón de cabello detrás de la oreja. En ese momento, los dos estaban sentados en el jardín de su casa, cerca de la piscina, donde jugaban los niños.

«Te prometo que no nos vamos a quedar por mucho tiempo en la fiesta. Saludaremos a todos los invitados, haremos un baile rápido, tiras el ramo y después nos vamos».

“Hmm», Emilia miró hacia un lado y se mordió el labio. «Osvaldo, nosotros… ¿Podríamos posponer la noche de bodas?».

Al escucharla, el hombre se congeló de inmediato. Él había estado concediendo muchas de las peticiones de su prometida, de hecho, ni siquiera se enfrentó a Roberto, pues, ella dijo que eso podría tener una mala repercusión entre ambas familias.

Además, harían una fiesta más pequeña. Luego, le permitió dormir en el hospital con su madre. Aparte de eso, Osvaldo dejó que la mujer saliera sola con Carolina, rodeada de guardaespaldas, pero sola.

«¿No crees que me estás pidiendo mucho?», preguntó él, entrecerrando los ojos hacia la mujer. [

«Es solo que… no sé si estoy preparada para hacerlo».

A decir verdad, Emilia estaba muerta de miedo de que la tocaran. Y no era que no quisiera que Osvaldo y ella consumaran su matrimonio. A la joven le encantaban sus besos, la manera en que sus manos tocaban su cuerpo cada vez que la acariciaba, aunque fuera algo cálido, como tocar su cabello. No obstante, algo tan íntimo como tener se%o…

«Emilia, sabes perfectamente que ya no necesitamos a una mujer para producir sábanas manchadas de sangre dentro la mafia, excepto cuando se trata del señor».

«Y… ¿Qué pasa si no sangro?», interrogó ella. «He leído que algunas mujeres no sangran, ¡Además, esa situación es más que humillante!».

«Lo siento, pero no puedo posponer la noche de bodas». –

«¿Entonces me vas a obligar?», preguntó ella con ira brillando en sus ojos, apartando su mano con un ligero empujón.

Osvaldo, por otra parte, se pasó la lengua por los labios.

«No necesitaré obligarte. Los dos sabemos que no hemos hecho nada hasta ahora porque necesitamos controlarnos, sin embargo, nuestra interacción es más que excitante cuando nos besamos», tras ello, él acercó su rostro al de ella y le habló al oído. «Yo nunca forzaría a una mujer, y jamás te haría daño. Te prometo que lo haré tan delicioso que pedirás más».

En ese momento, Emilia sintió que su rostro ardía de vergüenza y antes de alejarse, el hombre le mordisqueó el lóbulo de la oreja, sintiendo el cuerpo de la chica estremecerse.

«No puedo esperar para sentirte sobre mí, temblando de placer».

Al día siguiente, Diana finalmente salió «del hospital y su hija estaba con ella.

En ese punto, la mujer estaba mucho mejor. Roberto fue a buscar a su mujer, sólo para darle la razón, ya que estaba claro que no le importaba lo más mínimo.

«¡Es un tipo tan malo!», refunfuñó Emilia y Diana le tomó la mano.

«No dejes que te escuche».

«No nos tocará a ninguna de las dos, madre. Osvaldo no lo permitirá».

Al escucharla, la mujer sonrió.

«Osvaldo y tú se llevan muy bien», comentó, para luego agregar: «Estoy feliz, hija. Honestamente, espero que su matrimonio sea verdadero y feliz”.

En seguida, la chica sonrió, mirando hacia abajo.

«Yo también, mamá».

Santiago, quien estaba a punto de girar Por el pasillo, escuchó aquella conversación y suspiró. Luego, sacudió la cabeza, sintiendo pena por Emilia.

Osvaldo había dicho que hablaría con ella, pero al parecer no lo había hecho.

En realidad, Santiago quería hablar con ella él mismo, pero si lo hacía, su hermano lo mataría.

Bueno, necesito estar vivo para cuidar a la mujer que amo, todavía no puedo morir, se dijo a sí mismo.

Durante esa semana, Emilia se quedó más en casa y hablaba tanto con su prometido como con Carolina solo por teléfono.

«Amiga, ¿Ya hablaste con tu esposo?”, cuestionó Emilia.

«Sí, por fin. Pero resulta que él $a lo, sabía. Al parecer, el señor Bastian Lozano tiene la lengua muy larga y ya le había hablado del tema», respondió Carolina, así que la otra simplemente Se rio.

«Mira el lado positivo, no hubo problemas. Además, Máximo es un buen hombre y te ama», dijo la chica suspirando. «Por cierto, ¿Cómo están los niños?», preguntó luego.

«Bueno, Bernardo se está volviendo más inteligente y más como su padre. Y el pequeño dentro de mí, por lo que dijo el médico, está sano».

Las dos mujeres hablaron un poco más y cuando Emilia se dispuso a dormir, Osvaldo le envió un mensaje.

«Mañana tenemos que hablar de algo, se trata del matrimonio. Te iré a buscar en la mañana para desayunar. Buenas noches”

Estaba claro que el mensaje no era para que ella respondiera, simplemente era un aviso.

En ese momento, la joven apagó la lámpara y se cubrió con la cobija, sintiéndose ansiosa.

¡Qué desgracia! ¡Bastaba con decirme que desayunaríamos juntos! ¡Ahora, me voy a quedar aquí preguntándome de qué quiere hablar!, pensó Emilia.

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