Un año para separarme
Capítulo 85

Capítulo 85:

Hugo volvió a sonrojar cuando la escucho hablar, su corazón latía tan rápido que casi salía de su pecho, quedó mudó, las palabras no salían de su boca, no sabía que decir.

Sara sonrió de satisfacción al verlos así, lucia adorable, humano, no el frío y rígido presidente que le gustaba aparentar.

“Voy a considerar su propuesta y presentarla a la junta directiva, pero no espere que le tengan mucho cariño después de la forma en la que los trataste ayer” dijo poniéndose de pie y caminando hacia la puerta para marcharse.

“No te preocupes por ellos, yo me encargo”.

Aseguró Sara. Antes de salir por la puerta Hugo recordó algo y la miró.

“¿Dónde está Martin? ¿Por qué no vino?”.

“Él está bien, está en casa. De algo me tenía que servir que mi mejor amiga se hubiera casado con él”.

Hugo comprendió entonces, Emily debe haber hecho algo para que Martin no asistiera al almuerzo y le informó a Sara. Hugo se marchó maldiciendo la inteligencia de su esposa.

Martin por su parte llevaba un año y medio casado con Emily, hacia seis meses ella había empezado a insistir con el divorcio, a pesar de todo lo que él intentaba para enamorarla nada había funcionado, convivían bajo el mismo techo, pero en habitaciones separadas, en dieciocho meses de matrimonio no había podido tocarla ni una vez.

Estaba a punto de volverse monje, ese día cuando salía de la oficina para encontrase con Hugo recibió un mensaje de su esposa, donde le decía que hoy tal vez tendría la oportunidad de estar con ella.

Martin no lo pensó dos veces y dejó abandonado a su amigo y corrió a casa para ver a su mujer, para su mala suerte, Emily, estaba borracha y en ese estado él no se atrevió a hacerle nada, así que se quedó a cuidar a su esposa mientras su amigo era emboscado.

Cuando Hugo llegó a la empresa llamó de inmediato al pobre Alejandro.

“¿Por qué no me dijiste que plan de negocio de Sara era cincuenta y cincuenta, además de que ellos corrían los riesgos?”.

“Yo le dije que era una buena oferta señor, que debía revisar la propuesta de Sara”.

“¿Sara? ¿Como te atreves a llamar por su nombre a la esposa de tu jefe? Mide tus palabras si no quieres quedarte en la calle”.

Alejandro no sabía que decir, esa misma mañana le dijo que no la llamará señora y ahora no podía decirle Sara, quien entendía a su jefe, se estaba volviendo loco.

“Perdóneme señor”.

Intentó calmarlo y luego se le ocurrió una idea,

“No volveré a llamar así a la Señora Moretti”.

Alejandro guardó silencio esperando a la reacción de su jefe, Hugo no dijo nada y casi hasta sonrió, le gustó escuchar que Sara seguía siendo la Señora Moretti.

“Está bien, puedes marcharte”.

Cuando Alejandro salió de la oficina soltó un suspiro y pudo por fin volver a respirar, era muy agobiante satisfacer a su jefe, las cosas que tenían que hacer la gente pobre para poder ganar dinero. Dejó de pensar en el drama de su jefe y se puso a trabajar.

Cuando Sara regresó a la oficina estaba feliz y Nadia supo que la reunión había marchado bien, a los pocos minutos Sara la llamó y le dijo que necesitaba un favor.

“Claro que sí señora, yo haré lo que me pida, mi madre está bien gracias a usted, nunca olvidaré lo que hizo y sigue haciendo por ella buscando los mejores especialistas”.

“Deja de pensar en eso, no quiero que me pagues nada, lo hice porque eres una buena empleada y solo te pedí tu lealtad, eso para mí es suficiente, en cambio ahora tengo un plan y necesito de tu ayuda”.

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