Un año para separarme -
Capítulo 27
Capítulo 27:
Caminó hasta la ventana de su habitación y descubrió que fuera todo seguía oscuro. Como no tenía sueño pensó en ponerse a trabajar un rato. Salió de la habitación buscando un buen sitio para acomodarse, no le gustaba trabajar desde su cuarto porque se sentía muy poco profesional.
Había decidido quedarse en la sala, cuando Hugo bajo las escaleras, era la segunda vez que Sara lo veía sin traje, usaba un chándal negro y llevaba el cabello despeinado. Ya no daba esa imagen de empresario amargado, se veía más joven.
Sara se descubrió observándolo demasiado tiempo y rápido desvió la mirada. Hugo también lo había notado y sonrió.
“Voy a la cocina por un vaso de leche. ¿Quieres algo?“ le preguntó de forma despreocupada Hugo y a Sara le sorprendió este cambio de actitud.
“Otro para mí también, por favor”. respondió nerviosa sin saber por qué.
“Bien”.
Hugo se marchó a la cocina y Sara se quedó mirando la laptop frente a ella con la mente en blanco. Cinco minutos después Hugo regresó con dos vasos de leche tibia, le extendió uno a Sara y está lo tomó , se quedaron en silencio durante algunos minutos sin saber que decir. Hasta Hugo habló.
“¿Por qué no vuelves a dormir? ¿Qué haces tan temprano?“
Sara dudó un momento antes de responder, no sabía si confesarle que era escritora, pero teniendo en cuenta que el después de todo era su esposo decidió hablar.
“No tengo sueño y decidí ponerme a adelantar el trabajo. En mi tiempo libre me dedico a escribir novelas”. Hugo fingió cara de asombro, como si no estuviera al tanto ya.
“Interesante, y cuantas has publicado”.
“Hasta ahora solo cinco, en unos días comienza el trabajo en mi último libro y ya estoy comenzando el siguiente”.
“Pareces una mujer muy ocupada, debe ser mucho trabajo escribir cinco libros”.
“La verdad los tres primeros ya los tenía listos hacia mucho tiempo, solo no había tenido la oportunidad de presentarlos a una editorial”.
“Si tienes mucho trabajo puedes usar el estudio, está en el tercer piso. Hay algunos documentos míos del trabajo pero no creo te estorben mucho”.
“Muchas gracias, pero prefiero estar sola cuando escribo, me cuesta encontrar las palabras o concentrarme cuando tengo gente alrededor”.
La pareja continuó charlando y conociéndose, cuando Hugo volvió a observar el reloj se dio cuenta que ya eran las siete de la mañana, así que debía marcharse al trabajo y Sara a la Universidad.
Él de pronto recordó que como la trajo en su coche la noche anterior el de ella debió quedarse en el parking de la discoteca. Así que cuando terminó de vestirse la espero en la entrada de la villa.
“¿Quieres que te lleve?“ le dijo con una radiante sonrisa que la dejó sin palabras durante algunos segundos.
“Si claro, por favor”.
“Deberías dejar de terminar de responder con por favor, al final soy yo quien me ofrezco y después de todo no soy un extraño, soy tú esposo”. Sara no supo cómo responder y se quedó en silencio.
Fue la primera vez que Hugo se llamó así, fue la primera vez que se consideró un hombre casado y a Sara como su esposa, pero por alguna sorprendente razón no se sintió extraño, al contrario, se sintió cómodo y un caluroso sentimiento se extendió por su pecho adornado su rostro con una hermosa sonrisa.
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