Un año para divorciarme
Capítulo 101

Capítulo 101:

Esa noche los amigos se reunieron en el bar de Martin para tomar un trago, rieron y charlaron, Beatriz le agradeció a Eduardo lo que había hecho por ella y el nuevo integrante se unió al grupo.

Eduardo no perdió ninguna oportunidad de hablar con Beatriz así tampoco como de llenarla de atenciones. A ella le gustaba, pero recordaba claramente la última vez que un hombre había hecho eso, era para meterse en su cama y nada más, así que trató de no prestarle demasiado atención a Eduardo.

Cuando se marchaban se encontraron con Tobias que iba llegando con dos chicas.

“Veo que ya no soy bienvenido a vuestro pequeño grupo” habló mirando a Sara y a Emily.

“Sabes que no es eso, siempre habrá un lugar para ti” le dijo Sara mientras iba a abrazarlo pero la mano de Hugo la detuvo por la ropa y la aló hacia atrás.

“No hay necesidad de dar explicaciones” dijo Hugo y comenzó a caminar de nuevo.

El grupo se marchó y Beatriz no pudo esconder la punzada de dolor que le recorría. Eduardo entendió quien era él.

Hugo y Sara regresaron a la Villa donde había vivido juntos años atrás, los recuerdos llegaron cuando atravesaron la puerta, este era su hogar y Sara quería que las cosas funcionarán por fin, así que se acercó a su esposo e intentó hablar con él.

“Hugo, ahora que las cosas están bien, tenemos que ser sinceros el uno con el otro, no puede haber más secretos ni mentiras”.

le dijo mientras se acercaba y lo abrazaba, pero Hugo no se concentraba en sus palabras, solo podía sentir el calor de su cuerpo y la necesidad de ella, había bebido unos cuantos tragos y aunque no estaba borracho su cuerpo pedía a gritos se%o.

“Espera Hugo, hay algo que quiero decirte” pero Hugo no la escuchaba y solo devoraba sus labios, bajó por su cuello hasta sus pechos y Sara olvidó lo que quería decir.

A la mañana siguiente Sara se levantó temprano y preparó el desayuno de su esposo, disfrutaron juntos del desayuno y Hugo la acompañó a su trabajo para luego seguir hasta su empresa. Sara se encontraba de muy buen humor, el cual se esfumó al ver el hombre que la esperaba en la oficina, usaba un impecable traje hecho a medida, su porte derecho y arrogancia denotaba su estatus.

Sara suspiró antes de acercarse, sabía que este día llegaría solo que no esperaba fuera tan pronto, creía tener un poco más de tiempo. Sara se acercó a pasos decididos y el hombre se puso de pie al verla.

“Andrés” saludo ella.

“Eso es todo lo que tienes para decirle a tu hermano mayor, hace 6 años que no me ves y eso todo lo que me vas a decir, no sé si abrazarte, besarte o darte una buena tunda de golpes”.

Andrés se acercó y la abrazó, Sara se permitió sentir el calor del cuerpo de su hermano, disfrutar de su aroma, claro que lo había extrañado, pero ella tomo una decisión cuando se marchó hace 6 años y había vivido con las consecuencias.

“Si estás aquí significa que él sabe dónde estoy”

No hacía falta mencionar nombre, Andrés sabía que hablaba de su padre.

“Claro que sabe que estás aquí, al fin y al cabo, era lo que querías no, hacerte notar”.

Sara se separa de él, sabe que ya se acabó la muestra de afecto.

“te pasaste tres años en silencio sin dar señales de vida y de un momento a otro empiezas a salir en periódicos, televisión y todos los medios, era lo que querías hacerte notar para que viniéramos por ti, bueno aquí me tienes, es hora de regresar a casa, ya se acabó este acto rebelde”.

“Yo no me puedo ir, mi trabajo está aquí, mis amigos”

Sara se mordió el labio y agregó: “mi esposo está aquí. No puedo dejar todo y…”

“Simplemente vete” la cortó él.

“Claro que puedes hacerlo, fue lo que nos hiciste, simplemente huiste, te buscamos por todas partes, estábamos muy preocupados por ti. Abandonaste a tu familia sin dar explicaciones y a él, un desconocido no lo puedes abandonar”.

“Me fui porque no me dejaron otra opción y él no es ningún desconocido es mi esposo y lo amo, no me pienso marchar”.

“Escúchame bien Sara, esta escena se acabó te vas conmigo a casa quieras o no”.

El rostro de su hermano se tornó gris y luego mirando la espalda de Sara agrego: “Llévensela”.

Sara no tuvo tiempo de reaccionar, cuando unos musculosos brazos la rodearon y le pusieron un pañuelo en la boca, poco a poco fue perdiendo la fuerza y la voluntad de luchar, sin poder resistir sus párpados se fueron cerrando y fue cayendo en un pesado sueño mientras que su mente sólo podía pensar en Hugo y en que tal vez nunca lo volvería a ver.

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