Un año para divorciarme -
Capítulo 102
Capítulo 102:
Hugo acababa de llegar a la empresa cuando Martin lo alcanzó en el parking subterráneo.
“Señor, acaban de llamar de la empresa de la Señora Sara, le acaba de suceder algo”.
Hugo no le dio tiempo a Alejandro de explicarse, montó en su coche de nuevo y regresó a la empresa de Sara.
Había mucho tráfico por ser el inicio de la mañana, pero Hugo llegó tan rápido como pudo, pero aún así fue demasiado tarde, lo primero que le llamó la atención fue la falta de guardias de la entrada y cuando entró al edificio vio a una mujer que intentaba despertarlos, estaban todos desmayado en el suelo.
Cuando la chica lo vio rápido corrió a explicarse, un hombre había venido a ver a su jefa, como no lo conocían no le permitieron entrar y el espero en la recepción, cuando Sara llegó habló un momento con él, luego fueron llegando más hombres, desmayando a los custodios, y a ella la amenazaron para que guardará silencio, drogaron a Sara y se la llevaron también.
La cabeza de Hugo era un completo lío, pero haciendo uso de todo su autocontrol se concentró, pidió ver las imágenes de la cámara de seguridad, sucedía todo tal cual lo había dicho la chica, excepto la relación de Sara y el hombre, parecían cercanos y hasta se abrazaban.
Hugo sintió un latido en la cabeza, pero trató de no concentrarse en eso, eso no era lo importante, lo importante era que alguien había secuestrado a su esposa y él tenía que encontrarla.
Llamó a Eduardo y el general fue a ayudar de inmediato, cerraron los aeropuertos, pusieron puntos de controles en todas las carreteras, pero aun así no se sabía nada de Sara, hasta que Martin llegó con una información.
“Me acaban de decir que un avión privado está intentando salir del aeropuerto, no se sabe quienes son o cuantos”.
Eso le bastó a Hugo para salir corriendo, montarse en su coche e ir para el aeropuerto, había una incomodidad general por los vuelos cancelados y Hugo apenas podía caminar entre tantas personas que se quejaban y protestaban.
Cuando llegó a la zona de despegue sólo pudo ver el avión que se elevaba al cielo, Hugo trato de memorizar cada número y detalle del avión a ver si lo podía rastrear luego y algo le llamó la atención, el avión no pertenecía a ninguna aerolínea y solo tenía un logo con un ave fénix.
A Hugo le resultó conocido e intentó hacer memoria donde lo había visto antes. Se esforzó, hasta que recordó, las tasas por las que habían peleado Sara y Angelín tenían ese logo, al igual que el reloj de bolsillo que Sara le había regalado a su abuelo.
Hugo volvió a salir corriendo y montarse en su coche, el destino está vez era su abuelo, él tal vez tendría información.
Hugo llegó agitado a casa de su abuelo, apenas podía respirar, mientras su abuelo disfrutaba de la televisión tranquilo y tomaba una tasa de café, Hugo solo tuvo ojos para la tasa, recordaba claramente cuando Sara las rompió negándose a dárselas a Angelín, al parecer había ordenado más. Hugo se acercó a su abuelo, le quitó la tasa de las manos, voto el líquido en el piso y lo interrogó
“¿A quién pertenece este logo?”.
Su abuelo lo miró con indiferencia.
“Te divorcias, te casas haces todo lo que se te da en gana y no vienes a verme, siempre es Sara la que me visita y ahora vienes a mi casa a gritarme”.
“Abuelo, no es momento de pelear, Sara fue secuestrada y el avión donde se la llevaron tenía este logo, así que dime a quien pertenece”.
El abuelo no respondió de inmediato, hubo un largo silencio.
“Veo que al fin vinieron, les tomó más tiempo del que pensé”.
“¿Quiénes, de que estas hablando?”
“El logo pertenece a Sara, a su familia y si fueron ellos quien se la llevaron no creo que puedas hacer nada para recuperarla, solo te queda confiar en él amor que siente tu esposa por ti y que sea suficiente para convencer a su familia y le permitan volver a tu lado”.
Hugo cada vez entendía menos
“Sara mi dulce Sara, no pude verte una última vez” empezó a quejarse el Anciano Moretti.
Hugo quiso presionarlo para que hablará pero le comenzó un ataque de asma y los empleados se lo llevaron a la habitación, el mayordomo se acercó a Hugo y le entregó una carpeta, una que él había visto antes, hacía muchos años.
Hugo regresó a la empresa y sentó por primera vez en el día, abrió la carpeta y lo primero que vio fue a Sara, su esposa, se veía joven, muy joven tendría unos 16 o 17 años, usaba el cabello recogido con pendientes largos y un grueso collar de diamantes.
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