Sus mil secretos -
Capítulo 1553
Capítulo 1553:
‘‘¿Has vuelto a casa?’’ preguntó Harvey amablemente.
‘‘Sí. Tengo que colgar por ahora. No es un buen momento para hablar contigo», respondió Sonia con voz grave.
“Vale”. Sonaba triste.
Al oírlo, su corazón se ablandó. Antes de darse cuenta de lo que estaba pasando, se oyó a sí misma sugerir: ‘‘¿Qué tal si quedamos?’’
‘‘¡Claro!” La alegría en su voz era evidente.
Abandonó alegremente la cama y abrió su armario. Tardó un rato en elegir lo que quería ponerse. Después, dio una excusa a Kelly antes de salir de casa.
Justo cuando lo hacía, alguien apareció de repente y le puso una toalla con un olor extraño en la cara.
Forcejeó unos segundos antes de desmayarse.
Al cabo de un tiempo desconocido, recobró poco a poco el sentido, aunque seguía aturdida.
Fue entonces cuando alguien le tocó la cara. Eso la despertó por completo.
Miró a su alrededor, que era el interior de una lujosa habitación privada. Nada le decía dónde estaba. Aun así, enderezó la espalda mientras miraba con recelo a la mujer de tacones altos que se le acercaba despreocupadamente bajo la tenue luz.
Sonia se dio cuenta de que estaba atada con cuerdas y preguntó ansiosa: «¿Qué estás haciendo? ¡Esto es un secuestro! ¡Suéltame!”
La mujer la consoló: ‘‘No te pongas así. No te haré daño. Devuélveme mi bolsa y te dejaré marchar’’.
‘‘¿Bolsa? ¿Qué bolsa? No sé de qué me hablas y no te conozco. ¡Te has equivocado de persona! Suéltame», suplicó Sonia.
No estaba segura de si alguien la encontraría aquí.
En cuanto a lo que decía la mujer, no tenía ni idea de lo que era. Por lo tanto, no sabía qué responder.
La mujer sonrió al oírlo. ‘‘Sucedió en el bar hace dos noches. Era un bolso Coach nuevo. ¿Te suena de algo? Ese bolso significa mucho para mí. Espero que cooperes’’.
Fue entonces cuando Sonia se dio cuenta de lo que hablaba la mujer. El bolso sólo había salido esta temporada y era una edición limitada.
Como no era tan caro, lo había metido en su armario al terminar de comer aquel día.
Por lo que podía ver, las personas que estaban delante de ella parecían polizones. Probablemente estaban involucrados en algún negocio ilegal.
Aun así, no tenía ni idea de dónde se había metido. Quería decir que era inocente, pero no estaba segura de que fuera la mejor idea.
Al ver que Sonia seguía fingiendo no saber nada, la mujer hizo un gesto a su subordinada para que apuntara a Sonia con una pistola.
Eso hizo que Sonia se asustara tanto que estaba sudando la gota gorda. Su cuerpo se congeló y no pudo pronunciar palabra alguna. Lo único que podía hacer era mirarse los pies.
‘‘Como no sabes de qué bolsa estoy hablando, no tengo nada más que decirte. Sin embargo, ahora que has estado aquí, tendré que dejarte un recuerdo antes de dejarte marchar’’. La mujer hizo entonces un gesto a otro subordinado para que sacara un cuchillo.
El fornido esbirro se acercó lentamente a Sonia y colocó la hoja junto a su mejilla antes de pasarla por su delicado rostro.
«¡Para!” Sonia gritó aterrorizada. “¿Quiénes son? ¿Qué creen que estan haciendo? ¿Acaso no saben quién soy?”
Sus captores intercambiaron miradas entre sí. La habían encontrado a través de las grabaciones de la cámara de vigilancia, así que realmente no tenían ni idea de quién era.
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