Sus mil secretos -
Capítulo 1238
Capítulo 1238:
Al pensar en eso, Penélope pudo por fin forzar una sonrisa en su rostro. «No importa dónde duerma. Siento tener que molestarte».
«¡Hmph!» Susanne soltó un bufido frío y alzó la voz a propósito mientras le decía a Geoffrey: «Trae las hierbas que la Señora Seyward envió esta mañana y prepáralas para Sannie».
El desconcierto se dibujó en el rostro de Arielle. «Mamá, no me encuentro mal».
«No es para eso», respondió Susanne con una sonrisa. «Es un tónico para alimentarse. Aunque no se hayan casado, llevo mucho tiempo esperando un nieto. Sé buena y termina la bebida más tarde».
El rostro de Arielle se congeló cuando supo lo que Susanne tenía en mente.
No era por vergüenza, sino porque tenía sentimientos encontrados al respecto.
¿Cómo voy a poder tener hijos con Vinson en estas condiciones ahora mismo? Ni siquiera sé lo que le pasa por la cabeza.
Tras permanecer un rato en silencio, murmuró: «No hace falta, mamá. De momento no tenemos esos planes. Esta noche dormiré en la habitación de invitados del primer piso».
Al terminar sus palabras, se volvió y trotó hacia la habitación de invitados sin molestarse en dedicar una mirada a Vinson.
Un paso, luego otro…
Sus pasos eran lentos y pausados porque se aferraba a la esperanza de que Vinson la detuviera.
Sin embargo, sólo sintió decepción cuando se dio cuenta de que el hombre ya no dudaba y se dirigía escaleras arriba.
Susanne era la única que suspiraba sin parar y se aferraba a la mano de Arielle para consolarla.
Sin embargo, la rabia que ardía en su interior había alcanzado su punto álgido, aunque intentó mantener una expresión imperturbable y consoló a Susanne en su lugar. «No te preocupes, mamá. Estoy bien. Es sólo que mañana tengo algo importante, así que necesito tiempo para hacer los preparativos. Además, podré dormir más a gusto sola».
En el fondo, Arielle sabía que no era así. Se imaginaba que aquella noche no podría pegar ojo.
Al ver lo decidida que estaba la mujer, Susanne supo que cualquier persuasión sería inútil y acabó por darse por vencida.
Además, el alcohol que había consumido en el banquete anterior empezaba a hacerle efecto. Como la cabeza le daba vueltas y le palpitaba mucho, le dedicó a Arielle unas palabras de consuelo antes de volver a la habitación para descansar un poco.
Arielle era muy consciente de que tenía que soportar el dolor y las dificultades. Por mucho que los demás pudieran comprender su circunstancia, nadie sería capaz de empatizar con ella por completo.
Lo tenía todo pensado: tendría una buena charla con Vinson cuando el asunto relativo al oponente misterioso llegara a su fin.
Así pues, estaba mentalmente preparada para soltar a Vinson si era necesario.
A pesar de su intenso amor por Vinson, no era hasta el punto de que renunciara a su vida si perdía a Vinson.
De ninguna manera dejaría de avanzar, puesto que no había encontrado a Cindy y tampoco había resuelto aún el misterio sobre su padre biológico.
De hecho, se sentía sumamente aliviada de no ser el tipo de mujer que no puede vivir sin amor.
Lanzando un profundo suspiro, Arielle dirigió su mirada a Penélope y le advirtió: «Puedes seguir quedándote aquí, pero me culpas de hacerte cualquier cosa si descubro que albergas malos pensamientos».
«Entendido», se apresuró a responder ésta. «Te prometo que no cruzaré la línea».
En realidad, sus palabras no reflejaban los pensamientos de su mente. En el fondo, soñaba con poder sustituir a Arielle algún día.
La codicia no tenía límites. Al principio, Penélope sólo quería obtener algunos beneficios de Vinson. Pero, poco a poco, eso había ido en aumento hasta convertirse en su anhelo de pernoctar en la Residencia Nightshire. Ahora, incluso pensaba en sustituir a Arielle.
Sin duda, la codicia no era más que un instinto humano, y Penélope tampoco era una excepción.
Su mirada hacia Arielle no hizo sino volverse cada vez más desdeñosa cuando ésta se dio la vuelta.
Bueno, parece que lo de la mejor estudiante de la Universidad Maxwell, que tiene una inteligencia magníficamente elevada, no es más que un rumor, ¿Eh? Una mujer inteligente debería intentar por todos los medios posibles remediar la relación con su marido y reconquistarlo.
Lo que está haciendo Arielle sólo conseguirá alejarlo más de ella.
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