Sus mil secretos
Capítulo 1239

Capítulo 1239:

¿No me digas que Arielle sigue esperando a que Vinson tome la iniciativa?

Esencialmente, todo se debe a que Arielle y Vinson se parecen en demasiados aspectos y son igual de arrogantes. Por eso se están distanciando cada vez más el uno del otro.

Hmm… ¡Entonces seré yo quien provoque una ruptura entre ellos! Cuando eso ocurra, Arielle no podrá culparme. Sólo puede culparse a sí misma por ser demasiado sobresaliente. Los hombres son criaturas arrogantes y lujuriosas. Su comportamiento sólo hará que cualquier hombre se sienta inferior y no se atreva a dar un paso adelante para alcanzarla.

Con esos pensamientos en la cabeza, Penélope se sentía cada vez más emocionada, tanto que se sentía eufórica.

Así que, cuando Susanne y el resto se dirigieron de nuevo a sus habitaciones, se sentó en el sofá del salón y, con altanería, hizo señas a una criada para que se acercara.

«¿No hay fruta en esta casa? Tráeme fruta ahora mismo».

La criada frunció el ceño. «Señorita, las frutas que compramos están todas preparadas según las preferencias de los tres propietarios de esta mansión. No tenemos ninguna preparada para ti. Lo siento».

«¿Qué?» La expresión de Penélope se volvió sombría de inmediato.

Se levantó con las manos en la cintura. «¿Qué quieres decir con eso? ¿Me estás menospreciando? ¡Soy la mujer del Señor Nightshire! ¿Quieres que te eche de esta casa por no estar dispuesta a prepararme frutas?». El rostro de la criada decayó al instante.

«Sólo los propietarios de la mansión tienen derecho a despedirme. Me temo que tú no estás capacitada para hacerlo».

Nada más pronunciar sus palabras, una fuerte bofetada reverberó por toda la sala de estar.

La criada se cubrió la mejilla y miró incrédula a Penélope mientras se enfrentaba: «¿Me has pegado?».

Ésta puso los ojos en blanco. «¿Y qué si lo he hecho? Sí, ¡Te he abofeteado! Déjame que te lo pregunte otra vez. ¿Vas a prepararme algo de fruta? ¡Si no vas y lo haces inmediatamente, le pediré al Señor Nightshire que mañana te eche de esta casa y me aseguraré de que no puedas encontrar otro trabajo!» La criada estaba completamente furiosa.

¡Es una don nadie que apareció de la nada! Sin embargo, ¿Se atreve a abofetearme? ¡La Señora Nightshire me ha elegido personalmente y me ha ofrecido este puesto! Llevo trabajando aquí más de una década, y técnicamente se me considera una criada experimentada. ¿Desde cuándo he sufrido semejante humillación?

«Tú…» Justo cuando la criada se acercó a Penélope y quiso defenderse, Geoffrey se apresuró a detenerla.

Luego se miró hacia Penélope e hizo una profunda reverencia. «Siento no haber entrenado bien a mis subordinados. Permíteme que vaya enseguida a traerte fruta. Por favor, déjala porque eres una persona de mucho prestigio».

Las palabras de Geoffrey pusieron a Penélope en las nubes.

Pensando que no debía montar un escándalo y hacer que Vinson se enterara de su mal genio, enarcó una ceja inquisitivamente y se sentó. «Quiero fresas, cerezas y mangos. Los mangos tienen que estar cortados en dados pequeños para que no me haga un lío al comerlos».

«Claro, lo haremos según tu petición». Geoffrey sonrió débilmente y arrastró con él a la criada hasta la cocina.

La criada, indignada, preguntó: «¿Por qué tenemos que escuchar a esa mujer?

¡Me ha abofeteado! ¿Por qué te has disculpado con ella?»

«¡Mujer tonta!» Geoffrey frunció las cejas con fuerza mientras bajaba la voz para explicarse. «Sólo somos criados en esta casa. ¡Tienes que saber cuál es tu sitio! Desde que el Señor Nightshire la ha traído, tenemos que tratarla como a la señora de la casa».

«¿La señora de la casa?» La criada estaba realmente molesta. «¡En mi opinión, ni siquiera puede hacerle sombra a la Señora Nightshire! Aunque la Señora Nightshire es la presidenta del Grupo Sann, es extremadamente respetuosa con nosotros. Basta con mirar a esa mujer… ¡Huh, sinceramente no tengo ni idea de por qué el Señor Nightshire está interesado en ella!»

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