Reina inesperada
Capítulo 9

Capítulo 9:

POV Angelica

Sus dedos se deslizan por los pliegues de mi v%gina.

Acaricia mi cl!toris.

“Oh…”

Respiro ante la sensación.

Se siente tan bien.

“¿Te has tocado alguna vez, Angelica?”

“No”, admito.

Nunca he querido hacerlo.

Toda mi vida he temido lo que iba a ocurrir en el se%o. Hice todo lo posible para alejar esos pensamientos de mi mente.

Antonio deja escapar un leve g$mido de aprobación ante mi respuesta.

“No lo entiendo…”

Dejó caer la cabeza hacia atrás finalmente.

“Los hombres acuden a las amantes para tener el se%o que realmente desean. Una mujer con experiencia. Una esposa solo sirve para llevar a sus hijos y cuidar del hogar. ¿Por qué te excita mi falta de conocimiento?”

“Todo en ti me excita, Angelica. Estoy duro desde que te levanté el velo”

Se empujó contra mí.

Su p$ne presionando dentro de mí.

“Pero quiero oírte venir. Ser el primero en mostrarte el placer”

Presiona más firmemente contra mi cl!toris mientras reclama mi boca.

Grito cuando el org%smo estalla en mi cuerpo.

Mis rodillas se doblan, pero no me caigo.

Antonio me mantiene firmemente pegada a él.

Su boca no se separa de la mía mientras me retuerzo contra él.

Es codicioso, reclama para sí cada g$mido que sale de mis labios.

POV Antonio:

Suspira mientras la sacó de la ducha, sus manos van a cubrirse.

“Me he lamido los dedos, Angelica. Sé a qué sabes. No tienes que ser tímida”.

La envuelvo en una mullida toalla blanca.

“No soy tímida”, levanta la barbilla.

“Claro”

Le sonrío con picardía mientras me seco con la toalla, con el p$ne presionando la tela húmeda de mis calzoncillos y deseando que la toquen.

Sus ojos se dirigen directamente a ella y luego desvía la mirada rápidamente.

“Puedes mirar todo lo que quieras, Angelica. Esto te pertenece”

Me meto la mano en la cintura y me agarro, gruñendo por la presión. Pero no la acaricio.

No voy a hacer nada hasta que ella diga que lo quiere.

Quiero que me ruegue que le haga el amor.

Quiero que diga que me corra en su bonita v$gina.

Maldición, pensar en ello me hace hervir la sangre más que nunca.

Se da la vuelta y mira el cuarto de baño y el dormitorio.

“Si juego bien mis cartas, muy pronto todo esto será mío”

Me acercó a zancadas detrás de ella y le doy un beso en el hombro.

“Ya lo es”

Ella jadea.

“¿Qué?”

“Creí haber visto un… ¡Lo hice!”

Se apresura a entrar en el dormitorio y se arrodilla junto a la cama.

No creí que recibiría un tratamiento así en nuestra primera noche, pero no me quejo.

“Quieres…”

“¡Hay un gato!”, ella chilla.

“Oh, lo siento”

Su voz se calma.

“No quería asustarte”

Miro mi p$ne y sacudo la cabeza.

“Esta noche no hay alivio”, murmuro y me los quito, luego tomó un par nuevo, me los pongo y me meto lo mejor que puedo.

“Ese es diablo. Es un extraviado que decidió que esta era su casa, a pesar de que lo eché de aquí muchas veces”

Me dejo caer junto a Angelica y le tiendo la mano.

Se relaja y presiona su nariz llena de cicatrices y su mejilla hinchada contra mi mano.

“Hey, chico”

“Te quiere”

Sonríe mientras diablo la olfatea.

Luego se acerca y se sienta, listo para ser acariciado.

“Es una aplanadora. No deja de pasar por encima de ti hasta que aceptas sus condiciones”

“Es inteligente”

Le rasca las mejillas regordetas y luego la parte superior de la cabeza.

“Vio un buen hogar y lo tomó”

“Definitivamente está mimado. Los chicos le dan comida enlatada extra cuando no estoy, y Gilly le compra un juguete nuevo cada vez que puede”

Me inclino y sacó una zanahoria gigante rellena de hierba gatera de debajo de la cama.

“Como esto”

“Siempre he querido tener un gato. Pero mi madre odia a los animales, así que no me dejó tener uno”

Diablo se pone de lado y le enseña la barriga.

No puedo ocultar mi sorpresa.

“Tardó más de un año en dejarme acariciar su barriga”

Ella extiende la mano lentamente.

Luego frota las yemas de sus dedos a lo largo de su gran barriga, o como lo llaman los chicos, su ‘bolsa de gatito’ Le cuelga cuando camina, casi tocando el suelo.

Deja escapar un ronroneo oxidado y se estira mientras ella lo acaricia.

“Es mi esposa, Diablo. No la tuya”

Lo rasco bajo la barbilla.

“Te estás pasando de la raya”

Su cola se mueve, y finalmente se pone en pie y se aleja trotando hacia la puerta.

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