Reina inesperada -
Capítulo 8
Capítulo 8:
POV Angelica
Puedo lanzar un ataque y maldecir como un marinero, pero por alguna razón, hablar de se%o me hace sonrojar.
Arquea una ceja.
“Yo no me impongo a las mujeres”
Ah, claro. Se buscará una que esté perfectamente dispuesta.
Probablemente también con más experiencia.
Una acidez se apodera de mi estómago.
Me concentro en eso, recordando lo que soy para Antonio.
Siempre pasa lo mismo en las relaciones de estas familias.
Todos hablan de lealtad y honor, pero nada de eso se aplica cuando se trata de sus esposas. Puede que Antonio no me haga daño físicamente, pero hay otras formas en las que podría hacerlo si se lo permito.
No lo haré.
“Bien”
Giro la cabeza para apartar la vista de él mientras me lleva por el largo pasillo.
No tendría ni que intentar encontrar una mujer.
Estoy segura de que se le tiran encima allá donde va.
“Angelica, relájate”, dice cuando entramos en un dormitorio gigante.
Con mucha delicadeza, me sienta en un banco de gran tamaño al final de la enorme cama.
En esa cosa podría caber un equipo de fútbol, o un harén, supongo.
Apuesto a que ha tenido unos cuantos.
Me pregunto si le molesta que ahora tenga una esposa y tenga que ser discreto con esas cosas.
Se da la vuelta y se aleja.
Trato de observar lo que me rodea.
Es algo de lo que he aprendido a ser consciente al crecer con mi imprevisible padre. Pero no puedo dejar de mirar a Antonio.
Veo cómo entra en el baño y, unos segundos después, oigo cómo se abre el grifo.
Poco después, Antonio vuelve.
Me pone de pie y sus manos buscan mi vestido.
“¿Qué estás haciendo?”
Me quita el vestido del cuerpo y me deja ahí, de pie, solo con el sujetador sin tirantes y las bragas.
Sus ojos recorren mi cuerpo de arriba a abajo, deteniéndose en el moretón de mi costado.
Puedo ver la rabia en ellos.
Intento dar un paso atrás, pero me tropiezo con el banco.
“No me temas, Angelica”
“Me has arrancado el vestido”, señaló.
“Lo hice. Estaba cubierto de la sangre de otro hombre”
Me lleva hacia el baño.
“Puedo ducharme yo misma”
“Estás temblando. ¿Es el shock o me tienes miedo?”
“No tengo miedo”
Levanto la barbilla.
“Bien”
Se inclina y me baja las bragas por las piernas.
Su rostro está justo delante de mi v%gina.
Lo oigo respirar profundamente.
Me muerdo el interior de la mejilla para no $emir.
¿Por qué es tan caliente?
¿Me quiere…?
“Sal”, ordena, con voz ronca.
Hago lo que me dice, mientras me doy la vuelta y dejo caer el sujetador.
Veo cómo se quita la ropa hasta quedarse solo con los calzoncillos.
Me quedo mirando su ancho y duro pecho.
Tiene una larga cicatriz en el costado que supongo que es de un cuchillo y otra en el muslo. Esa es más pequeña.
Si tuviera que adivinar, diría que es de una bala.
Lo que no puedo dejar de ver es el duro contorno de su p$ne.
“Entra”
Su mano se dirige a mi espalda, guiándome hacia la ducha.
“¿Cómo es que estoy desnuda y tú no?”
“¿Me quieres desnudo?”
Esa sonrisa vuelve a aparecer en sus labios.
No sé si quiero abofetearlo o besarlo.
¿Qué me pasa?
“¡No!”, digo rápidamente.
Él garra el jabón.
“¡Oye!”, protesto cuando empieza a lavarme.
“Has dicho que no te impones a las mujeres”
“No te estoy forzando. Estoy cuidando de mi esposa. Quiero su sangre fuera de ti”
Sus manos recorren mi cuerpo.
El agua caliente corre sobre mí.
Me inclino hacia él mientras me relajo.
Sus dedos frotan círculos en mis músculos y me calman como nunca lo ha hecho nadie.
“Antonio…”, susurro cuando sus manos rozan mis pechos.
Me doy cuenta de que he apoyado la cabeza en su pecho.
Me digo a mí misma que me eche para atrás, pero no quiero moverme.
“¿Sí?”
Su mano se desliza por mi estómago.
“No sé lo que iba a decir”
Su mano acaricia mi v%gina.
Dejo escapar un pequeño jadeo.
“Creo que quieres que tu esposo te dé placer”
“¿Qué significa eso?”
¿Está diciendo v%gina?
¿En la ducha?
“Voy a hacer que te corras”
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar