Presa entre tus brazos -
Capítulo 99
Capítulo 99:
“No, nada”.
“Creo que no sentiste la misma felicidad que yo con la noticia”
Sintió tristeza al pensarlo.
“Claro que me siento feliz, pero no te mentiré, tan bien preocupada, no sé si nuestra relación durara y tener otro hijo yo sola, me preocupa”
Era mejor decirlo.
“¡Cielos, Nicole! Mírame, jamás te dejaré ni a ti ni a mis hijos, a menos que algo me pasará, ahí si no dependerá de mí”.
“No digas eso, nada va a pasarte”
Lo jaló por la camisa y lo abrazo fuertemente.
Sentía una opresión en el pecho.
No sabía cómo explicar lo que sentía, de seguro eran las hormonas debido al embarazo.
…
Más tarde el médico la dio de alta.
Ambos salieron de la habitación y se dirigieron a ver a Rina.
Esta vez la dejaron pasar, Gío salió para que ella pudiera entrar, suspiró al estar frente a su madre, le dolía el alma verla conectada a todos esos cables.
“Mamá, tienes que recuperarte, el médico me ha dicho que estoy embarazada de nuevo, mis hijos necesitan de su abuela”.
Empezó a llorar desconsolada.
Luego tomó la mano de Rina mientras le hablaba.
No pudo estar más ahí, sentía que el alma le dolía, salió y se despidió de Gío.
“Papá, por favor, cualquier cosa por mínima que sea avísanos por favor”.
“No te preocupes hija, necesitas descansar, yo no dejare sola a tu madre ni un solo instante”.
Bruno y Nicole se fueron.
Gío entró a la habitación nuevamente, se paró junto a la cama y observó en silencio a Rina, era una mujer muy bella.
Los años parecían no haber pasado por ella a pesar de su sufrimiento.
“Amor mío, no puedes dejarme ahora, prometimos estar juntos el resto de nuestras vidas, ¿Que haré si me dejas nuevamente?”
Le hablaba con total cariño.
Tenía la esperanza de que pudiera escucharlo.
Al llegar a su mansión, Bruno ayudó a Nicole a bajar del auto.
“Bruno, puedo bajarme sola perfectamente”.
“Lo siento, no pude cuidarte durante el embarazo de Santi, quiero hacerlo ahora, pero en realidad no sé cómo hacerlo”.
“No te preocupes, en realidad no son tantos los cuidados que debo llevar, es una vida normal solo que sin excesos”.
Santi corrió a abrazarlo.
Bruno se escabullo después de un rato, cuando Nicole lo busco, no lo encontró por ningún lado, marcó su número de teléfono, pero lo había dejado olvidado.
“Bruno Leone, ¿Qué cosa estarás tramando?”, pensó extraña.
Ya sabía que se le daba muy bien guardar secretos.
Un par de horas más tarde lo vio entrar, traía una gran cantidad de paquetes.
“¿Qué es todo esto?”, preguntó mientras miraba sorprendida todas aquellas cosas.
“Se que las mujeres embarazadas tienen muchos antojos, así que compre mucha fruta y pastelillos por si en la madrugada se te antoja algo, hay dulces y galletas también, me han contado mis amigos que han tenido que salir corriendo por la madrugada a buscar antojos, así que es mejor prevenir”.
“¡Bruno! Esto es demasiado”.
“No papá, no es demasiado, si ella no puede comer todos, yo puedo ayudarla”
A Santi se le iban los ojos viendo todos los postres, mientras los saboreaba.
“Primero tendrás que cenar y luego podrás tomar uno”, dijo Bruno.
“¿Y esas otras cajas?”
“Son libros para mí”
Nicole abrió las cajas.
Todos eran libros sobre embarazo y cuidados del bebé.
“¡Jajaja leerás todo eso!”
Eran demasiados.
“Claro, por eso los compre”
Bruno hizo un mohín.
Por lo visto ella no creía que fuera a leerlos.
Se puso rojo cuando vio que Nicole se reía.
Eso a ella le pareció tan adorable.
“Sabes, eres un excelente padre, perdóname por haberte privado de esa experiencia”.
“Perdóname tu a mí, me gane todo eso a pulso, aún estamos a tiempo de recuperar lo perdido, y este bebé, yo te ayudare a cuidarlo, aprenderé a cambiar pañales y a prepararle sus alimentos”.
Nicole podía ver ilusión en su mirada.
Desde el momento que el doctor dijo que estaba embarazada, Bruno imagino una pequeña niña entre sus brazos.
Más tarde, Nicole se dispuso a hacer de cenar.
Nanny quería hacerlo, pero a ella le encantaba preparar la comida para su familia.
“Si no me dejas ayudarte, entonces iré a bañar a este pequeño travieso que hoy corrió mucho por el jardín”.
Sara se llevó al niño.
Bruno tomó un delantal y se lo puso.
“¿Y ahora? Cocinaremos de nuevo juntos, es más tu solo me acompañaras, ven siéntate y observa que soy un chef excelente”.
“Déjame ayudarte”.
“No, hoy quiero sorprenderte”.
“Perfecto Señor Leone, adelante, muero de hambre”.
Lo vio moverse con destreza dentro de la cocina, preparo un estofado de cerdo con patatas.
“Creo que por postres no pararemos jajaja”
Le dijo señalando los que había comprado, eran una gran cantidad,
“¿A dónde aprendiste a cocinar así? Huele delicioso”
“Cuando estudiaba en Italia decidí tomar un curso de chef, me gusta la cocina, aprendí muy rápido”.
“Quién hubiera pensado que Bruno Leone era un completo estuche de monerías”.
Después de cenar, subieron como siempre a acostar a Santi, insistió que su padre le contará un cuento.
“¿Sabes papá? Me gusta que tu seas mi papi, amo a Tío Leandro, pero a ti te amo más”.
“Gracias hijo, yo también te amo”.
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