Presa entre tus brazos -
Capítulo 90
Capítulo 90:
Había olvidado el dolor que hasta hace un momento sentía, una enorme sonrisa de felicidad se dibujaba en su rostro.
“Es precioso tu hijo amiga, es increíble el parecido con su padre”
Maggi cubrió su boca al darse cuenta de lo que había dicho, Rina no pudo evitar llorar.
“Lo siento amiga no debí haberlo mencionado”.
“No te preocupes, debo de superarlo”.
Estaba decidida a superarlo.
Tenía que ser fuerte para poder salir adelante con su hijo.
“Felicidades hija, tu bebe es precioso, te felicito por tu decisión de criarlo, te ayudaremos en lo que podamos, ahora nos despedimos que mañana tenemos trabajo”.
“Muchas gracias señora, en verdad agradezco el apoyo que me han dado”.
Maggi se quedó ese día con ella.
Cuando Rina se durmió, bajó a la cafetería, en ese momento Sergio entró en la habitación, la observó dormir, se acercó para darle un ligero beso en la frente.
“Espero que algún día puedas perdonarme, lo quieren junto a ellos, después de todo es su nieto, si no lo llevo te harán daño”.
Sergio hablo en voz baja, después salió de prisa mientras lloraba, parte de su corazón se quedaba con ella, sabía que al llevarse a su hijo le estaba haciendo el peor de los daños.
Más tarde Rina despertó al escuchar un gran revuelo.
Al abrir los ojos vio que Maggi lloraba.
“¿Qué sucede?”
Le preguntó extrañada.
“Lo siento amiga, yo solo baje un momento a la cafetería”
Rina instintivamente volteó a ver la cuna donde debería estar su hijo.
“Mi hijo, ¿Dónde está mi hijo?”
Sintió que su corazón se le oprimía.
“Cuando regrese ya no estaba, pensé que se lo habían llevado los médicos, no nos dimos cuenta de que se lo habían llevado hasta que entró la enfermera, en la cuna encontró esto”
Le entregó un sobre.
Al abrir el sobre y leer el contenido de aquella breve carta, se sintió morir.
[No te preocupes por nuestro hijo, crecerá a mi lado, por tu seguridad no te atrevas a buscarnos, olvida que alguna vez existimos, piensa que fuimos tan solo un sueño]
“Se lo ha llevado Sergio, ¿Porqué, que le hice para merecer esto? Mi único error fue amarlo”.
Los padres de Maggi entraron alarmados.
En cuanto se dio cuenta de lo que ocurría Maggi los había llamado, pudo ver que su padre sangraba, alguien lo había golpeado.
“Por los cielos, papá, ¿Qué te ha pasado?”, preguntó alarmada acercándose a él.
Al bajar del auto, unos hombres nos amagaron, nos han amenazado, si denunciamos la desaparición del niño se encargarán de eliminarnos, me golpearon como prueba de que no están jugando”.
“¡Cielos, Sergio, hasta dónde has llegado!”, exclamó Rina, mientras lloraba inconsolable, el chico tierno y amable que había conocido no existía tan sólo era un personaje.
Pasaron los meses, Rina no lograba reponerse de la pérdida de su hijo.
Sentía un odio profundo por Sergio.
El amor que alguna vez sintió por él, había desaparecido, Sergio se negaba a no saber de ella, sin que sus padres lo supieran la mantenía vigilada, sabía cada uno de sus movimientos, guardaba con amor las fotos que le enviaban los hombres que tenía vigilándola.
Rina permaneció sola mucho tiempo con su dolor.
Terminó la universidad y se quedó a trabajar en Los Ángeles.
Trece años después, cuando ya la catalogaban de solterona, conoció a Gío Rossano, él llegó al lugar donde ella trabajaba, quedó prendado de su belleza en cuanto la conoció.
Noah la pretendía desde hacía algunos años, pero ella no se decidía a corresponderle, cuando conoció a Gío quedó impactada con su sonrisa y sus ojos color miel, ella que creía que no se volvería a enamorar, pero se enamoró perdidamente, la llenada de halagos, de regalos y flores, le pidió que fuera su esposa, ella aceptó inmediatamente.
Gio logró hacerla olvidar a Sergio, pero jamás a su hijo, le abrió su corazón, le contó por lo que había pasado.
Él prometió ayudarla a buscar a su hijo, sin saberlo Rina, estaba por repetirse la misma historia.
Gío desde niño había sido comprometido con Amanda, la ahijada de sus padres, él había dado largas al compromiso; su padre al sentir que moría lo hizo jurar que cumpliría con su última voluntad, tendría que dejar a Rina para casarse con Amanda.
Con todo el dolor de su corazón, Gío cumplió la promesa echa a su padre.
“Rina, tenemos que hablar”.
Sentía el corazón destrozado.
Ella no merecía sufrir de nuevo y sería él quien la lastimaron de gran manera.
Él acababa de regresar de Australia, ella lo recibió con una gran sonrisa.
“Claro amor, hablemos mientras comemos, he preparado tu platillo favorito”
Se sentía feliz de que hubiera regresado a su lado.
“Debemos terminar lo nuestro, no te quiero engañar, pronto voy a casarme”.
Rina sintió su corazón quebrarse en ese momento.
“¿Como puedes hacerme esto Gío? Hemos vivido juntos, prometiste que nos casaríamos, solo me usaste”.
Lloraba incontrolablemente:
“La última voluntad de mi padre fue que cumpla la promesa de matrimonio con Amanda, lo siento no pude negarme”.
Le dijo mientras lloraba.
“Lo entiendo, vete de una vez…”
Ella se dio la vuelta.
Sabía que no lograría nada con rogarle, él ya lo había decidido.
Poco después de su partida, se dio cuenta de que estaba embarazada, pero la noticia de su matrimonio había llegado a sus oídos, si se enteraba, tenía miedo que decidiera también quitarle a su hijo.
¿Qué clase de karma estaba pagando que los hombres la abandonaban?
Decidió aceptar a Noah, él feliz enseguida le propuso matrimonio.
Ambos se casaron en California.
Ella fingió quedar embarazada rápidamente, el hombre la amaba y se desvivía por ella.
Rina hacía todo lo posible por mostrarse amorosa con él, pero no podía olvidar a Gío, cuando Nicole nació, ella pagó una gran cantidad al médico, para que certificará que se había adelantado el parto y la niña había nacido a los siete meses de embarazo.
Los padres de Nicole no querían a Noah por ser humilde, ella con la herencia de sus abuelos lo ayudó a fundar la empresa en Nueva York, poco después sus padres murieron, dejando su herencia a Nicole, Rina quedó como su albacea.
Cuando Nicole aún no cumplía el año, estando aún de meses, un día Rina salió a hacer algunas compras, Noah la esperaba junto a Nicole para darle una sorpresa, le había comprado un nuevo auto, espero hasta muy noche, ella no regresó, la busco incansablemente, sin encontrarla, pasaron días, meses.
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