Presa entre tus brazos
Capítulo 41

Capítulo 41:

“Yo creo que ya es hora de que te marches”, dijo muy seria.

El pequeño se despertó en ese momento.

Nicole se apresuró a darle el medicamento.

“He pedido que me traigan ropa para irme de aquí a la oficina, solo me presentare en la reunión y regresaré para estar con mi hijo”

Estaba preocupado por la salud del niño, de ninguna manera aceptaría no acompañarlos a la consulta médica.

Nicole lo miraba con el ceño fruncido, pero al ver la manera en que su hijo se aferraba a su padre, no pudo negarse.

Los problemas eran entre ella y Bruno.

No debían permitir que afectará a su hijo más de lo que lo había afectado todos esos años.

“Está bien, Santi no irá al colegio hasta que mejore, Nanny se quedará con él, al regresar del corporativo, lo llevaré con el pediatra”.

“Lo llevaremos, porque desde ahora no pienso perderme un solo momento con mi hijo, ya perdí demasiados y permitiré que eso este a discusión Nicole”.

Bruno tenía razón y ella lo sabía, por lo que prefirió no decir nada.

Sentía que él invadía su privacidad con su hijo, en verdad le estaba costando adaptarse, tenía que acostumbrarse que de ahí en adelante debería de incluirlo en todo lo que tuviera que ver con su hijo.

Le gustara a ella o no, como madre era muy celosa.

Regresó a su recámara, aún era de madrugada, tenía que descansar para estar fresca y verse presentable durante la reunión.

Sabía que los ojos de todos los directivos y accionistas estarían sobre ella.

Por la mañana, se despertó muy temprano, se dirigió hacia la habitación de su hijo.

Al abrir la puerta vio que seguía dormido.

Bruno ya no estaba ahí.

Pensó que quizá ya se había ido, pero la puerta del baño se abrió en ese momento.

Bruno salió sonriente.

Llevaba puesto solo un pantalón de vestir, se estaba secando el cabello con una toalla, y Nicole clavó su mirada en su marcado abdomen.

Eran tan guapo.

“Hola, buenos días”.

Le agrado notar la manera en que ella lo veía.

“Buenos días, Bruno”, contestó, desviando inmediatamente la mirada.

Esperaba no hubiera notado que casi lo desvestía con la mirada.

“Santi ha pasado una muy buena noche, la temperatura se ha normalizado, me tomé el atrevimiento de usar el baño para ducharme, mi asistente ha pasado a dejarme ropa, pensé que podríamos irnos juntos al trabajo, ya que tu auto se ha quedado allá”.

“Está bien, iré a arreglarme, Nanny está preparando el desayuno, por si gustas bajar, en un momento bajo”.

“Ok, gracias”.

Nicole se baño y arreglo rápidamente.

No podía quitarse la imagen de Bruno sin camisa de su mente.

Cuando estaba cerca de Leandro sentía mucha paz, se sentía segura, en cambio al estar cerca de Bruno, todo era diferente.

A su lado era tan fácil perder la cordura, se sentía tan pequeña a su lado, ella era de baja estatura comparada con él.

Leandro también era alto, pero Bruno lo era mucho más, además que eran de físicos diferentes, aunque con músculos muy marcados los dos.

Inconscientemente se esmero en su arreglo.

Se puso una falda negra ajustada, que llegaba un poco más arriba de la rodilla, una blusa de mangas largas, en color perla, era cruzada al frente, por lo que marcaba perfectamente la silueta de su busto.

Se colocó un cinturón negro, que tenía una hermosa hebilla dorada, unos stilettos al color de la falda, se recogió el cabello de manera elegante, dejando algunos mechones en ondas a los lados, al verse al espejo, le gusto su imagen.

Se veía se%y y a la vez profesional.

Bajó para desayunar algo antes de salir para la oficina.

Bruno ya estaba desayunando, cuando la vio, la recorrió ávidamente.

Tendrían que acostumbrarse a ese tipo de miradas porque Nicole hizo lo mismo, él aún no se ponía su saco, llevaba puesta una camisa azul oscuro, la delgada y ajustada tela, permitía una agradable vista de cada uno de sus músculos.

Se sentó frente a él, desayunaron en silencio.

Ambos intercambiaron algunas miradas, Nanny noto la tensión y decidió subir para dejarlos solos a los dos.

Poco después subieron al auto y se dirigieron hacia el corporativo.

En cada alto que paraban, Bruno no podía evitar voltear a ver las torneadas piernas de Nicole, ella permanecía distraída, observando los edificios a través de la ventana.

Él no podía dejar de recriminarse.

Había tenido la felicidad en sus manos y lo había arruinado, se preguntaba si en el mundo había alguien más tonto que él.

Al llegar, abrió la puerta para que ella bajara.

Era la primera vez que le permitía hacerlo mientras se mantenía tranquila, al caminar hacia la entrada,

Bruno puso su mano sobre la cintura de Nicole.

Ella sintió el calor de su contacto y prefirió retirarse, que no le reclamara lo considero un avance, la oficina de ella estaba muy cerca de la oficina de él.

Al llegar pudo ver que se encontraba llena de rosas rojas.

Nicole estaba tan sorprendida como él.

Un hermoso y enorme ramo se encontraba sobre su escritorio.

Ella tomó el sobre que se encontraba en él, Bruno la observaba recargado sobre el marco de la puerta.

Enseguida cruzó los brazos sobre su pecho en señal de desagrado.

“¿Un admirador secreto?”, preguntó curioso.

Sintió en su pecho una fuerte punzada provocada por los celos.

Nicole no contestó.

Abrió la nota y sus ojos se llenaron de lágrimas cuando leyó lo que estaba escrito.

[Dicen que el color de las rosas rojas proviene de la sangre de Afrodita, cuando su gran amor Adonis murió, al ir tras él que se cortó y una gota de su sangre cayó sobre una rosa blanca, convirtiéndola en roja, Afrodita decidió sembrar enormes jardines de rosas rojas para recordar a su gran amor]

Ella suspiró profundamente.

En el interior del sobre también había una fotografía.

Era del jardín de la casa de Leandro.

Había mandado a sembrar cientos de rosales de rosas rojas.

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