Presa entre tus brazos -
Capítulo 28
Capítulo 28:
Días después abandonaron E$tados Un!dos, se establecieron en Nápoles.
A Nicole le parecía una ciudad muy bella, la casa era preciosa, Leandro la acababa de comprar, decía que él bebé necesitaba espacio para crecer.
Tenía un jardín enorme, la habitación del bebé estaba decorada en color azul pastel, todos los muebles eran blancos, la cuna era estilo antiguo, muy bonita.
Esa habitación estaba comunicada con la de Nicole por una doble puerta de madera, ella estaba decidida a empezar una nueva vida, sus padres sabían que estaba bien y eso era suficiente, no quería a Bruno cerca de su hijo.
Leandro le había dicho que si deseaba marcharse podía hacerlo, después de pensarlo muy bien decidió quedarse.
Después de todo él no le hacía daño alguno, a su lado empezaba a sentirse protegida, además la llenaba de atenciones en todo momento.
Era una vida muy diferente a la que tenía al lado de Bruno.
…
Habían pasado tres años desde que llegaron a Italia.
Leandro era un hombre muy ocupado.
Nicole trabajaba con él en su empresa como su asistente personal, a pesar de ser un hombre muy ocupado, se daba tiempo para Nicole y para el bebé, los ramos de rosas rojas seguían llegando a la casa diariamente sin falta.
Ella pensaba que a pesar de que no había sido la manera correcta de empezar, pues lo que hizo no era correcto, pero se sentía muy bien con él.
La hacía sentir segura.
Era tan diferente a Bruno, a quien aún no podía sacarse de la cabeza.
A pesar de todo lo amaba, se recriminaba constantemente por ser tan tonta.
Leandro se había convertido en alguien muy importante en la vida de Nicole y en la de su hijo, en ese tiempo él no había intentado obligarla a estar con él, su relación era más de amigos, estaba dispuesta a intentarlo todo por su hijo, su manera de acercarse a ella no había sido la correcta, a pesar de todo sentía que valía la pena.
Él insistió en hacerle una gran fiesta de cumpleaños al chico, aún más grande que la de los dos años anteriores, el pequeño Santi estaba más que feliz.
La fiesta fue en un gran jardín, Leandro literalmente, tiró la casa por la ventana, contrató una pequeña feria con juegos y puestos de dulces, los niños estuvieron encantados, no escatimaba gastos cuando de Santi se trataba, lo amaba como si fuera su hijo.
Santi era muy popular en su escuela.
Era un niño muy despierto y con un corazón enorme, siempre preguntaba a Nicole porque tenía que llamar tío a Leandro, cuando él preferiría llamarlo papá.
Después de la fiesta, se dirigieron a casa, el pequeño se quedó dormido en el auto, había sido un día de muchas emociones.
Estaba agotado, Leandro se ofreció a llevarlo a su habitación.
Nicole se quedó en la sala, se sentía feliz con la vida que llevaba, se sentó en un sillón, mientras bebía una copa de vino.
Leandro bajó en ese momento, se paró frente a ella observándola finalmente, le quitó la copa y la puso aún lado, la jalo hacia él y le dio un beso, fue un beso cálido, Nicole correspondió, no sintió lo que sentía cuando la besaba Bruno, pero se sintió bien, se quedaron un rato abrazados, disfrutando de sus labios.
Nicole empezó a desabrochar su camisa, de sus labios salió un ligero gruñido, más de repente la detuvo.
“Espera Nicole, no quiero que pienses que no quiero estar contigo ¡Demonios! Créeme que es lo que más deseo desde hace mucho tiempo y no sabes lo difícil que ha sido para mí tenerte a mi lado y tener que contenerme, pero no quiero hacerlo sin antes dar un paso que es muy importante para mí”.
Leandro tuvo que usar su fuerza de voluntad para poder contenerse.
Nicole se había sentido mal cuando la detuvo, cuando dijo esas palabras ella no entendió, hasta que lo vio sacar del bolsillo de su pantalón, un estuche de terciopelo color negro, al abrirlo notó que en su interior había un hermoso anillo con un gran diamante al centro de una flor que estaba rodeada de pequeños brillantes.
En ese momento Leandro se arrodilló frente a ella.
“Nicole Williams, ¿Aceptarías ser mi esposa?”
Ella lo observaba completamente sorprendida.
“Leandro, nada me daría más gusto, pero sabes que aún estoy casada con Bruno”
Sabía que no sería fácil conseguir el divorcio.
“Contactaré a los mejores abogados, si logramos comprobar el maltrato al que fuiste sometida, no dudo de que pronto obtendrías el divorcio”.
“Sabes que será difícil, Bruno es capaz de todo con tal de tenerme a su lado, no porque me ame, sino porque disfruta haciéndome sufrir”.
“Es un completo imbécil, le haré pagar caro todo lo que te ha hecho”
El solo imaginar lo que había sufrido a su lado, lo puso furioso, quería hacerlo pagar por todo las humillaciones que la había hecho pasar.
“No, a pesar de todo, es el padre de mi hijo, no sé que hará cuando se entere de su existencia, tengo miedo de que intente alejarlo de mí”
Agachó la cabeza, si de algo tenía miedo era de que le quitara a su hijo.
“No permitiré que lo haga”
Estaba dispuesto a todo con tal de protegerla.
Besó su frente, Leandro en realidad era un hombre muy tierno y atractivo, se ejercitaban juntos todas las mañanas.
Nicole no podía evitar observarlo, sentía que se derretía ante esos grandes músculos, desde que empezaron una relación.
La tensión entre ellos era muy obvia.
Las caricias iban subiendo de tono, él insistía en esperar hasta que fuera su esposa.
A pesar de que la deseaba la respetaba, no quería hacerla sentir como su amante, a ella le gustaba que fuera tan considerado, no pensaba tan solo en él, también pensaba en ella.
Bruno había buscado a Nicole incansablemente durante esos tres años.
Tal parecía que se la había tragado la tierra.
Al menos eso pensaba él, tan solo esperaba que ella y su hijo estuvieran bien.
Soñaba con un hermoso niño de cabello castaño y ojos azules como los de Nicole.
No sabía si en realidad tenía un hijo o una hija, pero lo amaba desde el momento que se entero de su existencia.
Ese tiempo sin ella, había sido un infierno para él, no había un instante en que pudiera borrar su rostro de su mente.
Extrañaba su sonrisa y la calidez de su cuerpo, reconocía que había actuado como un completo estúpido.
No le dio oportunidad de explicarle que fue lo que sucedió realmente aquella noche, creyó fielmente en las palabras de Sondra.
Ahora sabía que el odio que esa mujer sentía por Nicole era tan grande que no le importaba mentir con tal de hacerle daño, lo peor que él había caído en su juego.
Estaba sumido en sus pensamientos cuando de pronto una terrible voz chillona lo volvió a la realidad.
“Hola, Bruno”.
“¿Qué demonios quieres aquí Sondra?”
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