Presa entre tus brazos -
Capítulo 144
Capítulo 144:
El hombre envió inmediatamente el número que le pedían a Sandro.
Enseguida recibió la notificación de que la transferencia había sido hecha.
“Ha quedado lista, ahora dime, estoy esperando”.
“Estamos en una pequeña casa arrendada en Vía S. Giuseppe n. 30, la casa es color terracota con rejas negras al frente”.
“Perfecto, están relativamente cerca, quien lo diría, y yo que pensaba que ya estarían en otro país, vamos allá, es cuestión de una hora, deja la reja abierta para que podamos entrar, más te vale que no se te ocurra traicionarme”
“No lo haré señor”.
Lazarus corto la llamada, enseguida llamó a su familia para que retiraran el dinero.
“Tienen que salir de inmediato ahí, Sergio es capaz de cualquier cosa, nos encontraremos en Turín en casa de la tía Lorna, cruzaremos a Suiza, saldré de aquí en poco menos de una hora”.
Deborah, ajena a lo que estaba por ocurrir, observaba a Santi jugar videojuegos, le recordaba a Bruno de pequeño.
Era idéntico.
Esos grandes ojos azules la hacían sentir culpabilidad cuando los veía, jamás había sentido lo que sentía ahora.
Una mezcla de emociones la atormentaban.
“Abuela”.
“Dime, vida mía”.
“¿Cuando podré ver a mis padres? Los extraño”.
“Pronto, ten paciencia”.
Lazarus fingió revisar el refrigerador.
“Se ha acabado la leche, iré a comprar una botella”
“Perfecto, ¿Podrías traer cereal para el niño?”
“Claro, no hay problema”.
El hombre salió, al hacerlo, dejó entreabierta la reja.
Había cumplido con su parte.
El estar en el lugar no era parte del trato, así que se alejó de prisa.
Minutos después dos camionetas llegaban, Sergio y sus hombres entraron a la propiedad, sometieron de inmediato a los pocos hombres que ahí estaban.
Deborah había puesto un poco de música, se encontraba en la sala bailando con su nieto,.
El niño reía divertido al observarla, su abuela bailaba de forma cómica.
Cuando la música paró, Deborah volteó sonriendo hacía donde estaba Santi, se quedó helada al ver quien estaba parado justo detrás de él.
“Sergio no por favor, no le hagas daño”.
El hombre sonreía macabramente.
“Así es como quería verte, suplicándome, p%ta traidora”.
La mujer intentó correr hacia el niño, pero un hombre se lo impidió, tomó a Santi de la mano y se lo llevó de ahí.
El pequeño no sabía que pasaba.
Lo llevaron hasta la camioneta, y el hombre se quedó vigilándolo.
“¿Creíste que no te encontraría?”
Sergio se acercó lentamente a ella, tomó su barbilla y la apretó con fuerza.
“Deborah, Deborah, Deborah, ahora te voy a enseñar que conmigo no se juega, tu hijo me ha dejado en la vil ruina, me gustaría ver el rostro que pondrá cuando le envié a su hijo dentro de una caja, lo que no se si será mejor enviarlo entero 0 en partes, imaginate que divertido, recibirá una parte, hoy, otra mañana y así hasta armarlo como rompecabezas, tendrá que sepultar lo cuando tenga todas las piezas completas”.
“Sergio no lo hagas, por favor no”.
“Uhmmm quizá si te arrodillas y limpias mis zapatos con tu preciosa boca me detenga y se lo envié en una sola pieza”.
La mujer estaba horrorizada.
Debió deshacerse de él cuando tuvo la oportunidad.
Ahora tendría que hacer lo que pedía.
Se puso de rodillas y empezó a limpiar sus zapatos, Sergio la observaba divertido, alzó uno de sus pies.
“Te faltan las suelas”
Deborah sintió arcadas, pero logró contenerlas.
Era un maldito.
Era una tonta.
¿En que momento decidió dejar a René por ese monstruo sin corazón?
“Muy bien, los has dejado más que limpios, perfecto”.
Enseguida la tomó por el cabello.
Luego ordenó a sus hombres que trajeran a los cómplices de Deborah.
“Qué se hinquen frente a mí”.
Obligaron a los hombres a hacer lo que pedía, Sergio con toda la maldad del mundo disparo a cada uno.
Un solo tiro justo en medio de sus frentes.
No podía desperdiciar las municiones que tenía, el silenciador puesto en su arma evitó que las detonaciones fueran escuchadas por los vecinos, nadie imaginaba lo que sucedía en aquella casa.
Deborah cubrió su boca para no gritar, de antemano sabía lo que seguía, Sergio no acostumbraba a perdonar, Sergio sacó la lista que llevaba doblada en la bolsa de su camisa y la mostró a Deborah.
“Persona numero 1 a eliminar, Deborah”
Saco un lapicero y eliminó el nombre de la lista.
Deborah comenzó a temblar más fuerte, sobre todo porque vio en la lista que el siguiente nombre era el de Santi, y también vio el de su hijo.
“Vaya, eres una mujer de carácter fuerte, quién diría que te pondrías a temblar como lo estás haciendo”.
Dobló tranquilamente la lista y la guardo de nuevo.
Luego tomó a Deborah por el cuello y comenzó a apretar con toda su fuerza.
Deborah empezó a agitar sus brazos intentando soltarse.
El gesto que tenía era de total espanto.
“Así es que quería verte, soñaba con este día, me grabarse ese rostro que tienes para disfrutar cuando lo recuerde”.
La mujer poco a poco dejo de moverse.
Sergio comenzó a reír como desquiciado.
Sus hombres se miraron unos a otros, su jefe ya no estaba muy cuerdo.
“Vámonos”
Aventó el cuerpo de Deborah sobre los de los hombres que estaban tirados.
Salieron de la casa, Santi lloraba, se había acomodado en una esquina de la camioneta, Sergio le provocaba miedo.
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