Presa entre tus brazos -
Capítulo 134
Capítulo 134:
“Podrás quedarte unos días conmigo, en cuanto Leandro me avise que regresará deberás irte inmediatamente, él no debe enterarse por ningún motivo de que te permití entrar en su casa, tendrás que teñir te el cabello temporalmente, si las personas del servicio le llegan a comentar que metí a alguien a la casa, sabrá que eres tú si mencionan tu color de cabello”.
“Lo sé, tendré que cambie el color”.
Shelsy hizo una parada para comprar el tinte.
Al llegar a la propiedad, Shelsy llevó a Sondra hasta una de las habitaciones, afortunadamente las personas del servicio estaban ocupadas en sus labores y no se dieron cuenta de que habian llegado.
“En lo que te das un baño y te tintas el cabello, ordenare que te preparen algo de cenar”
Más tarde cuando bajó, Shelsy quedó asombrada de lo bien que se veía.
“Guao, te ves increíble”.
Sondra sonrió, su larga cabellera color fuego se había convertido en una hermosa cascada azabache.
“El color negro te queda genial, resalta la blancura de tu piel y resalta tus facciones, creo que fue muy buena elección ese color”.
“Gracias”.
En el hospital Noah se encontraba estable, ya lo habían pasado a una habitación para que su familia pudiera verlo.
El doctor les autorizo solo un momento, después solo una persona podría quedarse.
“Papá, papito, tienes que recuperarte pronto, así estarás fuerte cuando nazca tu nieto”.
Noah no la escuchaba porque dormía, pero Emma si la escucho.
Ellos aún no sabían la maravillosa noticia, se acercó a Nicole para abrazarla.
“Qué gusto me da escuchar que serás madre de nuevo, una buena noticia entre tanto”.
Nicole sonrió, recargo la cabeza sobre el hombro de Emma, mientras está tomaba la mano de su marido.
“¿Lo ves corazón? Tienes que recuperarte pronto, seremos abuelos de nuevo y quiero que juntos disfrutemos de nuestro nieto”.
Emma lloraba sin parar.
Nicole sentía una presión en el pecho, Bruno las observaba parado en una esquina de la habitación, considero que era tiempo de llevarse a Nicole para que descansara.
“Creo que ahora que Noah está estable, debemos irnos para que descanses, recuerda que lo que el médico te ha dicho”.
“¿Está todo bien con el bebé?”, preguntó Emma alarmada, le preocupaba el embarazo, a pesar de sentirse emocionada con la noticia, consideraba que debieron de protegerse y esperar un tiempo más.
“Nicole tiene anemia, y con lo sucedido anteriormente debe cuidarse y tener reposo”.
“Ve a descansar hija, estás emociones no te hacen bien, te informaré sobre cualquier cosa, no me moveré del lado de tu padre”.
Nicole asintió con un movimiento de cabeza, la abrazo para despedirse.
“Regresaré por la mañana para ver como sigue”.
Bruno creía que no debería estar yendo y viniendo, que sería mejor que se quedara a descansar, pero si se lo decía se podría molestar.
“Trataré de regresar temprano de la oficina, así podré traerte, me sentiré más tranquilo si yo te acompañó”.
…
Mientras tanto en otro lugar…
En Italia, Sergio ordenaba a sus hombres.
“Localicen a las familias de los guardaespaldas que están con Deborah, infórmenles que ofrezco un millón de euros a quien la entregue con el niño, estoy seguro que esos hombres no tardarán en comunicarse con sus familiares”.
Sergio sabía que uno u otro terminarían traicionando a Deborah.
Un millón de euros era una cantidad tentadora, por mucho que ella les pagará, no se comparaba con lo que él estaba ofreciendo.
Leandro trataba de localizarlo, pero era imposible, su padre había cambiado su número.
Sergio sabía que al no tener manera de obligarlos a hacer lo que él quisiera, de un momento a otro embargarían sus cuentas y sus propiedades, así que guardo una gran cantidad en una cuenta oculta de un banco que se encontraba en una isla, lo hizo bajo otro nombre así no podrían rastrearlo, por ahora dejaba de ser Sergio De Santis, para ser Ricardo Moronne.
Se sentía demasiado estresado, se dirigió con algunos de sus hombres a un bar local, dejó hombres vigilando fuera, tres más vigilarán de cerca y dos de sus hombres lo acompañarían a tomar, no le agradaba hacerlo solo.
En la pista del lugar frente a su mesa, se encendió una tenue luz violeta.
Unas chicas con poca ropa aparecieron al momento que una suave música empezaba a sonar.
Sergio se relamió los labios.
Esas dos bellezas tenían que pasar esa noche con él.
Desde Deborah había dejado su vida nocturna.
Esa mujer era una fiera que lo vigilaba constantemente, ahora lejos de ella pensaba divertirse.
Una de las chicas noto al hombre sentado en la mesa junto a la pista, aunque era un hombre maduro, aún era atractivo.
Se acercó y empezó a contonear su cuerpo frente a él, Sergio apuro su whisky, esa mujer no sabía que estaba haciendo al provocarlo de esa manera.
Al terminar su número, las chicas fueron a sus camerinos, Sergio pidió hablar con él encargado del lugar, dio una gran cantidad de dinero y le pidió que enviara a las dos chicas a su hotel enseguida.
El hombre asintió.
Enseguida se dio la vuelta y se dirigió para hablar con las chicas.
Más tarde el encargado de recepción marcaba a la suite de Sergio para avisarle que dos chicas lo buscaban, ordenó que las guiarán hasta su habitación.
Al abrir la puerta vio frente a él a las hermosas chicas, una era una rubia preciosa y la otra una morena de fuego, les pidió pasar, había ordenado champagne, pensaba brindar con aquellas chicas que de nuevo era libre, no había una mejer espiando sus conversaciones ni espiando cada paso que daba.
Las chicas conocían muy bien su trabajo, para él fue todo un deleite verlas mientras se acariciaban, después disfruto de sus cuerpos durante toda la noche, los huéspedes de las habitación contigua se quejaron por el ruido y los g$midos de las chicas que no eran nada discretas debido a su profesión, afortunadamente en ese piso eran sólo esas dos suites, por lo que ofrecieron a los huéspedes cambiarlos de habitación, por lo general quien rentaba la suite principal era alguna persona importante, por lo que no se atrevían a llamarle la atención.
…
Mientras tanto en otro lugar…
En Pavía, Deborah cansada de estar encerrada, salió a caminar con Santi, en Vigevano había un festival medieval, pidió le consiguieran atuendos para ella y para Santi, el niño estaba encantado disfrutando de las batallas medievales y los juegos tradicionales, sobre todo cuando visitaron el hermoso castillo.
Santi extrañaba a sus padres, pero por ser pequeño era fácil conseguir distraerlo, Deborah estaba dudando si debía regresarlo con sus padres o dejarlo a su lado.
Se sentía feliz con su compañía, al dejarlo ir sabía que se quedaría completamente sola y no creía poder hacerlo.
Así pasaban los días, Sergio mitigando su soledad en compañía de esas chicas y Deborah con su nieto.
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