Presa entre tus brazos -
Capítulo 114
Capítulo 114:
Sabía que no podría resistir estar lejos de él por mucho más tiempo, esperaba que esta vez hubiera aprendido la lección.
Lo observó bailando con Lidia, esa chica se le pegaba como una sanguijuela al cuerpo.
Se sintió molesta, deseaba agarrarla por el cabello y alejarla de él.
Lidia se sentía atraída por Bruno.
¿Que mujer no lo haría?
El hombre parecía un dios griego.
Cuando paro la música, ambos regresaron a sus mesas.
Luego enseguida empezó la premiación.
Nicole recibió un premio especial, en poco tiempo había adquirido un lugar importante en el mundo de los negocios.
Amadeus la acompañó a recibir el premio.
Bruno se sintió molesto y no porque ella hubiera destacado sobre él, sino porque debería ser él quien la acompañará y no Amadeus.
Ese lugar le pertenecía por derecho.
“¿Ustedes se han divorciado?”
Le preguntó interesada Lidia.
“No, solo nos hemos dado un tiempo”, contestó secamente.
Lidia tomó aquella respuesta como una oportunidad para conquistarlo.
En ese tiempo que se daban podían suceder muchas cosas, quería a Bruno para ella y pensaba tenerlo.
Le sonrió coquetamente, Bruno volteó hacía otro lado, ya se había arrepentido de haberla invitado, deseaba irse de allí con Nicole.
Más tarde Nicole y Amadeus se despidieron.
Él la llevaría a su casa, y Bruno tenía que llevar a Lidia.
Le correspondía como caballero hacerlo, ya que él le había pedido que lo acompañará.
Salieron de ahí al mismo tiempo, Nicole se había pasado un poco de copas, y eso preocupo a Bruno,
Lidia se asustó porque manejaba a una alta velocidad, pero él solo la dejó en su casa.
Ni siquiera le abrió la puerta del auto para que bajara, ni la acompañó a la puerta de la casa como correspondería.
Solo se despidió de ella rápidamente.
A la chica le pareció que quería deshacerse de ella.
Amadeus que manejaba despacio, apenas llegaba a casa de Nicole, bajó para abrir la puerta del auto.
Iba a tomar su mano para ayudarla a bajar, pero en ese momento llegó Bruno.
Amadeus volteó al escuchar el sonido de las llantas al frenar.
Bruno bajó cual huracán del auto.
“No te atrevas a tocarla, yo la ayudaré a bajar de tu auto”
Le dijo en tono de advertencia.
Las cosas se pondrían muy mal si Amadeus se atrevía a tocarla.
Amadeus solo sonrió y se hizo a un lado.
Consideraba una tontería de esos dos estar alejados.
Nicole al ver a Bruno empezó a reír.
Estaba demasiado mareada, pero en ese momento verlo le pareció gracioso.
“Vamos, te ayudaré a entrar en tu casa”, dijo tomándola por el brazo.
“No quiero entrar en casa, quiero estar aquí contigo”, dijo mientras hacía un puchero y pasaba sus brazos alrededor de su cuello.
Amadeus que los observaba negó con la cabeza.
Se despidió de ello y subió a su auto para luego marcharse.
Esos dos eran todo un caso, era mejor dejarlos solos, se amaban y vivían en un ir y venir que no era sano.
“Anda, debes descansar, te llevaré adentro”
Ya sin Amadeus ahí el tono de voz de Bruno se suavizó.
En su presencia siempre estaba a la defensiva.
“Llévame contigo”
Bruno deseaba tenerla con él, pero conociéndola cuando estuviera en sus cinco sentidos lo acusaría de aprovecharse de su estado y el problema con ella sería aún mayor.
“Es mejor que por ahora descanses, si quieres mañana vendré por ti”
Nicole se sintió rechazada, así que se alejó de su lado completamente molesta, mientras se tambaleaba.
“No te acerques, ya no me amas”
Comenzó a llorar al sentir que no la amaba.
“¡Cielos! Nicole, lo peor que hay después de una mujer necia, es una mujer pasada de copas”.
“¡Que te den!”
Le grito molesta.
“Está bien, ¿Estás segura de que quieres ir conmigo?”
Le dijo mientras sacaba su celular para grabar su respuesta, suficiente tenía con los problemas que ya había para que ahora resultara otro.
“Sí, estoy segura, así que vámonos”
Se limpio las lágrimas y se acercó de nuevo al auto.
“Será como tu digas”
Él sonrió.
Ahora tenía algo con que defenderse si lo acusaba.
Luego abrió la puerta de su auto, la tomó del brazo y la ayudó a subir.
Después se subió y arrancó el auto.
Las camionetas de los guardaespaldas los seguían a una distancia prudente.
No podían confiarse, Sergio había estado demasiado tranquilo y eso les daba muy mala espina.
Al llegar a su casa, la ayudó a bajar, después de entrar, subieron las escaleras.
Nicole en cuanto vio la cama se aventó sobre ella con los brazos abiertos.
Cuando Bruno se acercó, vio que estaba completamente dormida.
Decidió quitarle la ropa para que durmiera más cómoda.
Después de cambiarse, se acostó junto a ella.
De pronto se levantó rápidamente.
“Ah no Nicole, conociéndote dirás que me aproveche de ti, así que dormiré en el sillón, sí, definitivamente, será lo mejor”.
Tomó una almohada y una manta y se acostó en un sillón junto a la cama.
Con la suerte que tenía, era mejor evitar malos entendidos.
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