Presa entre tus brazos
Capítulo 107

Capítulo 107:

Después pensarlo por unos segundos, soltó a la chica mientras apretaba los puños intentando contenerse.

“¿Llamaste a la policía?”

Quería que se pudriera en la cárcel.

“Vienen en camino, la escucharon hablar por teléfono, alguien le ordenó hacerlo”.

Alizza palideció.

No podía decir quién era esa persona.

La vida de su familia dependía de ello.

“Señor Bruno, perdóneme por favor, si usted me acepta, le entregaré mi vida por completo, seremos muy felices, yo lo amo”

“Quiten a esta loca de mi presencia ahora mismo”.

Le dijo a los policías que entraban en ese momento.

“No entiendo, ¿Que te da esa mujer que no pueda yo darte? Soy más bella que ella, soy joven, por eso decidí deshacerme de ese hijo, sería un estorbo entre nosotros al igual que el otro”.

Bruno la escuchaba incrédulo.

Gracias a los cielos que Bertha la había escuchado, si no hubieran pensado que fue un accidente, podría haberle hecho daño a Santi.

Definitivamente debería estar en un manicomio.

La policía se llevó a Alizza.

Bruno regresó al lado de Nicole que aún dormía a causa del sedante.

Se sentó en un sillón junto a ella, y se sentía molesto.

Sabía que ella no tenía la culpa, pero si le hubiera hecho caso y no hubiera ido a la oficina, su bebé a un estaría vivo.

No podía con todo el dolor que sentía.

Más tarde, llamaría para cancelar todo lo que había pedido.

Había pasado por una tienda para bebés y había comprado ropita y muchas cosas para la habitación.

Alguien alguna vez le había contado que cuando un bebé no nace por cualquier motivo, era porque esa alma se había arrepentido de venir a la tierra a pasar la prueba que había elegido.

Aun así era muy doloroso para él admitirlo.

Sacó de su cartera una foto del ultrasonido que había imprimido.

Ahí viendo esa imagen.

Lloró, no soporto estar más en la habitación.

Salió de la clínica abatido.

Emma, que lo vio salir tan abatido, decidió no preguntar.

Entró para quedarse ella al cuidado de su hija.

Rina aún se encontraba convaleciente por lo que Gío trataba de que no se moviera mucho.

Bruno se dirigió a la casa que acababa de comprar, la había buscado ilusionado, le llevó varias semanas encontrar una casa que considerará ideal para su familia, quería que ella la decorara a su gusto.

Subió a la habitación que sería de su hija, había pasado a comprar una botella de licor, quería ver si eso lo ayudaba a disminuir el dolor que sentía.

“Mi pequeña bebé, mi hija… ¡Cielos! Como duele haberla perdido…”

Sentía que el pecho en cualquier momento le explotaría por el dolor que sentía.

Se quedó dormido tendido sobre el suelo de la habitación.

Sus padres estaban preocupados porque no contestaba las llamadas.

Sergio celebraba con Deborah lo ocurrido.

Si sus planes salían como los tenían previstos, pronto no quedaría ninguno de sus enemigos y ellos seguirían gozando de una posición privilegiada.

Sergio aún amaba a Rina, le dolía profundamente saber que amaba a Gío, prefería verla muerta que saber que era feliz al lado de otro.

Deborah creía que la amaba, que era capaz de hacer cualquier cosa por ella, su ego no la dejaba ver la realidad.

Su relación se basaba totalmente en lo sexual.

Era una mujer bella, que lo satisfacía plenamente en la cama, pero sólo eso.

Consideraba que su belleza era comparable con su ambición, Sergio no quiso tener hijos con ella, consideraba que como madre no servía, y tener un hijo con una arpía así, no sería nada bueno.

Nicole al despertar esperaba ver a Bruno a su lado, pero en su lugar encontró a Emma.

“Mamá, ¿Dónde está Bruno?”, preguntó angustiada.

“Salió un momento hija, yo me quedaré aquí contig”

No quiso decirle el estado en que había visto a Bruno.

“Mi bebé mamá, se ha ido”

Le dijo mientras lloraba y tocaba su v!entre.

“Sé que es difícil hija, pero tienes que recuperarte, Santi te necesita”.

“Mi niño es el que más sufre, no he podido estar con él como es debido”.

“Eres una excelente madre, de eso no tengo la menor duda, lo que ha pasado no fue tu culpa, que nadie te haga dudar de ello”.

Leandro llegó en ese momento.

Se veía mal, le dolía que Nicole estuviera pasando por eso, el mismo acababa de pasar algo así, quizá no era igual, pero de igual manera le había dolido.

Shelsy había creído que estaba embarazada, y se ilusionaron al pensar que tendrían un hijo, pero al final resultó que había sido un embarazo psicológico según el médico.

Después él le dijo a Shelsy que quizá había sido lo mejor aunque doliera, no deseaba tener con ella un hijo.

No la amaba ni la amaría, por lo que le pedía que se cuidara.

“Hola hermosa”

La saludo intentando sonreír.

“Hola”, contestó sin poder ocultar su tristeza.

A Leandro le dolía el corazón al verla así.

“Bajaré por un café, en un rato regreso”

Emma salió para darles privacidad.

Leandro puso en un jarrón al lado de la cama, un enorme ramo de rosas rojas.

“No olvidó que son tus favoritas”.

Nicole sonrió.

Él siempre aparecía cuando estaba mal, eso le daba un poco de luz en medio de la inmensa oscuridad.

“Gracias”.

Él se acercó y tomó su mano entre las suyas.

“Créeme qué daría mi vida con tal de que no sufriera”

Lo decía sinceramente.

Para él lo más importante era ella.

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