Presa entre tus brazos
Capítulo 103

Capítulo 103:

En un bar de la ciudad, Max tomaba una copa.

Había cambiado de lugar, pues no deseaba encontrarse a Amadeus.

Para su mala suerte, el ruso había pensado lo mismo.

Ambos se sorprendieron al encontrarse.

“¿Qué haces aquí?”, preguntó desconcertado.

“Lo mismo iba a preguntarte”, contestó Amadeus con cierta molestia.

“Decidí cambiar de bar”.

“Ya somos dos, pues ya que estamos aquí tomemos una copa”.

Max aceptó temeroso, no quería que el ruso pensara que siempre huiría de él.

Ambos Se sentaron en una mesa, ya que se habían encontrado en la barra.

“A mí me gustan las mujeres.”

Dijeron ambos al unísono.

Luego se voltearon a ver a los ojos.

“Jamás me había pasado esto”, dijo Amadeus.

“A mí tampoco”.

Se podía sentir la tensión en el ambiente.

Después de varias botellas, decidieron retirarse.

Max dejó su auto, estaban demasiado tomados, el chófer de Amadeus los llevó hasta el departamento de Max.

Al otro día por la mañana, Max se sobresaltó.

Se dio cuenta de que estaba en ropa interior y Amadeus dormía a su lado.

“¡Carajo! ¿Qué demonios ha pasado?”

Ante el grito de Max, Amadeus despertó sobresaltado.

No podía creer que algo así hubiera pasado.

“Espera, debe haber alguna explicación a esto, no entiendo como pasamos la noche juntos”

Amadeus trataba de tranquilizarse.

“Espero que la haya o estamos jodidos”.

Max tocaba sus manos sobre su rostro insistentemente.

Lo hacía siempre que se encontraba nervioso.

Amadeus llamó a su chófer.

Sentía que la cabeza le iba a reventar.

Necesitaba saber la verdad.

“Señor…”

“¿Qué pasó anoche, como llegamos aquí?”

El hombre carraspeo fuertemente antes de hablar.

Estaba acostumbrado a ver que su jefe sólo en compañía de bellas mujeres.

Incluso lo había visto viajar a lejanos países a buscar a alguna chica que había conocido.

No le importaba ir al fin del mundo con tal de conseguir estar con la mujer que le interesara.

“Me ordenó que pasáramos a dejar al Señor Max, usted insistió en bajar de la camioneta, los acompañe hasta el departamento porque en su estado se les dificultaba caminar, en el departamento del Señor Max solo había una habitación, los dos entraron yo los seguí, ambos se quitaron la ropa con dificultad hasta quedar en ropa interior, eso sí, cada quien se quitó la suya”, explicó.

“¿Y?”

En este punto, Amadeus ya no podía con los nervios.

Solo imaginaba lo peor.

“Después se voltearon a ver, tanto usted como el Señor Max dijeron algo así como que a mí me gustan las mujeres, se acostó cada quien en un lado de la cama, enseguida se quedaron profundamente dormidos, los cubrí con una manta antes de retirarme, ahora voy hacia allá, le llevo un cambio de ropa señor”.

“Gracias”.

Amadeus le contó a Max lo que su chófer le había contado.

El chico respiró aliviado.

“Esto se nos está saliendo de las manos”.

“Será mejor tratar de no volver a encontrarnos, otra borrachera de estas podría hacernos perder el control sobre nosotros mismos”.

Max entró a darse un baño.

Amadeus se quedó pensativo.

Cuando Max salió, él entró él al baño.

Cuando salió el chico ya no estaba en su habitación, la ropa que le había llevado su chófer estaba sobre la cama.

Reunió sus cosas y salió de ahí.

Max se encontraba en la cocina.

Cuando lo escucho salir, le ofreció un café, Amadeus, le agradeció.

“Gracias, pero debo irme, hoy regresaré a mi país, he terminado mis asuntos aquí”.

“Pues que te vaya bien ruso”

Le Dijo para después beber el contenido de la taza que tenía en sus manos.

Amadeus salió de ahí.

Su chófer lo esperaba abajo.

Ya en la camioneta, pensó que aquello era lo más extraño que le había pasado en la vida, definitivamente dejaría de beber en grandes cantidades.

En una revista científica había leído, que en una investigación llevada a cabo en algunos bares, se dieron cuenta de que el ingerir grandes cantidades de alcohol podía hacer que los hombres considerarán atractivos a otros hombres, aún siendo heterosexuales, eso sí que era preocupante para él.

Decidió pasar al corporativo de Leone para despedirse de Nicole.

Ella se sorprendió al verlo.

“Hola bella”.

“Hola”

“He pasado a despedirme, sé que no tengo oportunidad alguna contigo y lo aceptó, solo te pido que seas feliz, si algún día necesitas de mi ayuda, no dudes en llamarme”.

“Gracias, lo tendré en cuenta”.

Le dio un abrazo en señal de despedida.

En ese momento entró Bruno.

“Vaya, veo que están ocupados, no los interrumpo, regresaré después”.

“Espera, Bruno”, dijo Amadeus.

“Tan solo vine a despedirme, regreso a Rusia”.

“Ahhh pues que tengas buen vuelo”

Amadeus extendió la mano, para despedirse.

Bruno dudo, pero después extendió la suya.

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