Por siempre tuya -
Capítulo 73
Capítulo 73:
Intenté varias veces contactarla a través de nuestro enlace mental, pero no obtuve respuesta, ni siquiera mi lobo Marcel podía sentir su presencia cercana.
“Alfa, detente, es el auto de Luna Alania” dijo Renata.
Detuve la camioneta y todos bajamos.
“¡Aly, Aly!” grité mientras me acercaba al auto.
Estaba destrozado y mi Luna no se veía por ningún lado.
“¿Qué habrá pasado?” preguntó Dominik.
“Busquen su aroma, traten de encontrarla rápido” dije furioso.
Había huellas de más personas acercándose al auto; alguien debió cargarla, no parecía que la hubieran arrastrado.
Pero pude olerla.
Ella estuvo aquí.
Dentro del auto aún estaba su bolsa. La tomé y la metí en mi camioneta. Comencé a caminar tratando de encontrarla.
“¡Alaniaaaa!” grité desesperado.
“¡Luna! ¡Luna!” gritaban Renata y Dominik.
“Alfa, no hay rastro de ella” informó Dominik.
“Regresemos a la casa y organicemos una búsqueda” decidí mientras todos subíamos a la camioneta y regresábamos a la casa principal.
“Hansen, ¿Alguna noticia? ¿La encontraste?” me preguntó mi Beta.
“Nada. Solo estaba su carro, volcado. Algo la golpeó, pero ella no estaba por ningún lado. Necesitamos organizar una búsqueda masiva. Tenemos que encontrarla” respondí preocupado.
“¿Cómo está tu esposa y mi sobrina?” me preguntó.
“Ellas están a salvo, alcanzaron a llegar al cuarto de seguridad. Hay pocas bajas, muchos heridos. Esto no fue un ataque aleatorio; esperaron a que tú y yo no estuviéramos” informó Iván.
“A qué te refieres?” le pregunté.
“Creo que sabes quién es responsable de esto” me dijo Iván.
Mis garras comenzaron a salir de mis dedos y los cerré en un puño solo de pensar en el responsable de la desaparición de mi mate.
“¡Julius!” dije furioso, casi sin poder controlar a mi lobo Marcel, que quería salir y buscar la sangre del lobo que se atrevió a tocar a nuestra Luna.
“Si, Julius es el responsable, y si se atrevió a tocarle un solo cabello, lo voy a castrar lentamente y deseará no haber nacido” afirmé con furia en mis ojos.
“Vamos a mi oficina, tengo que llamar a Sebastián y a los alfas. Debemos buscarla” le dije, y nos dirigimos inmediatamente hacia la casa.
“Sebastián, soy Hansen” le dije al teléfono.
“Hansen, ¿tanto me extrañas que no puedes dejar de escuchar mi voz?” bromeó Sebastián.
En cualquier otra circunstancia, estaría riéndome, pero en este momento su comentario no me estaba ayudando.
“Necesito tu ayuda” le dije seriamente.
“¿Qué pasa?”
“Alguien atacó a mi manada y Alania está desaparecida. Necesito a Elena” le dije sin perder tiempo alguno.
“Entiendo, pero sabes en qué estado está ella. Queremos mucho a Aly, pero no puedo arriesgar a mi mate y a mi pup. Lo siento, H…”
Sebastián no terminó de hablar cuando escuché a Elena tomar el teléfono.
“Nos vemos en unos minutos. Por supuesto que puedes contar conmigo, Hansen” dijo Elena.
“Siento tener que pedirte esto, pero estoy desesperado” le dije.
“Alania es mi hermana. No tienes que pedírmelo, claro que te ayudaré. No te preocupes, estaremos en camino” me dijo Elena antes de colgar el teléfono.
“Elena, sabes lo mucho que quiero a Alania, pero no pienso arriesgarte a ti ni a nuestro pup” dijo Sebastián preocupado.
Elena se acercó a él, colocó sus manos tiernamente en el rostro de Sebastián y le dijo:
“Yo jamás pondría en riesgo la vida de nuestro bebé. Te prometo ser muy cuidadosa, pero entiéndeme, es mi hermana”.
“Está bien, pero iré contigo, y si en algún momento veo que tu vida peligra, nos regresamos, pase lo que pase. ¿Está claro?” dijo Sebastián decidido.
“Está muy claro, amor. Gracias” respondió Elena.
Mientras esperábamos a Sebastián y Elena, preparamos todo lo necesario para su llegada.
Mi padre y tío Allen estaban verificando la frontera de nuestro territorio con algunos guerreros.
…
24 horas después…
La búsqueda de mi Luna continúa y aún no tenemos noticias de ella.
Los alfas de la alianza han enviado guerreros y están entrenando, buscando a mi Luna sin descanso alguno. No he dormido en 24 horas y no pienso hacerlo hasta que mi hermosa mate esté a mi lado, sana y salva en mis brazos.
Estaba mirando algunas fotografías del ataque a la manada cuando alguien tocó la puerta de mi oficina.
“Adelante” dije sin prestar atención a la persona que abrió la puerta.
“Hansen” dijo Iván mirándome.
Me levanté de mi silla y le pregunté: “¿Alguna noticia?”
“Nada aún. Seguimos buscando en las manadas cercanas y en los territorios donde se ha visto algunos exiliados, pero nada todavía” respondió Iván.
“Mi lobo está furioso. No sabes lo difícil que es mantenerlo bajo control. Quiero salir y correr, matar al que se atrevió a robar a nuestra mate” expresé con rabia.
“Han pasado 24 horas, 24 malditas horas, y no hay ningún rastro que nos dé una señal de dónde puede estar. La extraño demasiado, Iván. Necesito saber que está bien” añadí, ansioso y dolido por no tener a mi mate cerca de mí.
“Me está avisando Dominik que Elena y Sebastián han llegado” informó Iván.
“Vamos a recibirlos” dije mientras salíamos de mi oficina para recibirlos.
No hay tiempo que perder. Cada minuto cuenta y cada segundo que Alania no está a mi lado, siento que muero por dentro.
“Te amo, Alania. Resiste, te encontraré, mi amor, aunque sea lo último que haga en mi vida” expresé con determinación y amor.
“Elena” le dije mientras la abrazaba.
Ella se ha convertido en una hermana más para mí, al igual que Lexie y Sebastián.
“Sebastián, gracias por venir” le dije estrechando su mano.
“¡Elena!” escuché detrás de mí y vi que se acercaba Lexie a nosotros.
“Lexie, qué gusto verte. ¿Estás bien?” le preguntó Elena cuando la vio.
“Sí, estoy bien y mi bebé también, pero Alania” mencionó Lexie.
“Lo sé, por eso estamos aquí, para ayudar” dijo Elena abrazándola.
“Vayamos a mi oficina. Allí podemos hablar en privado” dije seriamente.
“Les agradezco a todos por estar aquí y ayudarme. Sin ustedes me estaría volviendo loco sin mi mujer” les dije agradecido.
“No tienes por qué. Ustedes son familia y lo sabes” dijo Sebastián.
“Hansen, ¿Qué sabes que han encontrado?” me preguntó Elena.
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