Por siempre tuya
Capítulo 65

Capítulo 65:

Hoy es mi gran día, nuestra ceremonia de unión como pareja y mi ceremonia oficial como Luna. La mañana ha sido una locura, Hansen se fue muy temprano; él estará cambiándose en otra parte de la casa para que estemos separados hasta la hora de la ceremonia.

De pronto, vibró mi teléfono y al verlo era él.

Hansen: [Te extraño como no tienes idea].

Alania: [Y yo a ti].

Hansen: [Aun podemos huir y casarnos en algún lugar lejano, solo tú y yo].

Alania: [Aunque eso es bastante tentativo, señor Alfa. Creo que ya es demasiado tarde, tu madre me mataría si huyo en este vestido y no puede tomarnos la foto oficial].

Hansen: [Esto de no poder vernos hasta la ceremonia es ridículo. Voy a nuestro cuarto y te tomaré en mis brazos. Quiero besarte. Si supieras lo que deseo hacerte en estos momentos, te pondrías roja como un tomate].

Alania: [Por Dios, Hansen, estás loco. Lo hicimos casi toda la noche antes de que te fueras muy temprano. Eres insaciable].

Hansen: [De ti siempre, mi Luna, mi mate, mi mujer. Te amo, mi hermosa. Aun no puedo creer que en unas cuantas horas serás mi esposa finalmente. Y te amo tanto].

Alania: [Y yo te amo, Hansen. Me siento igual que tú, ansiosa por ser tu esposa].

Hansen: [Tengo que irme. Mi padre me dará el discurso del esposo perfecto. Creo que ha esperado mucho tiempo para dármelo, así que debo seguir la tradición. Te amo, preciosa. Te veo en el altar].

Alania: [Te amo, mi vida. Te veo en el altar. Seré la de blanco]

Dejé mi celular en el tocador y me acerqué al espejo.

Era hora de que comenzaran a arreglarme.

Mi cabello era rizado; solo colocaron unas pequeñas flores en mi cabello suelto y una tiara de flores blancas silvestres con destellos de coral.

“Unos aretes discretos y una cadena con un pequeño pendiente, un corazón de oro florentino que Hansen me regaló para el día de nuestra boda” comenté mientras me observaba.

Mi vestido era un sueño.

Todas las lunas de esta manada lo habían utilizado, pero cada una lo ajustó a su manera.

La parte de la espalda era descubierta y la tela, sencilla y elegante, un blanco marfil hermoso.

En mi cabello estaba un velo muy delgado que jugaba fácilmente con el viento, solo sostenido por una tiara de flores silvestres, al igual que mi ramo.

Caminé hacia el espejo con la mirada de Elena y mi tía Krista. Me veía realmente hermosa. No podía dejar de admirar mi cabello y cómo el velo jugaba con mi rostro.

“Parece que estoy viendo a tu madre el día de su boda con Allen” dijo Tía Krista, derramando algunas lágrimas y acariciando mi cabello.

“¿De verdad lo crees?” le pregunté con una pequeña sonrisa.

“Sí, cuando tu madre se enteró de que te estaba esperando y que eras una niña, estaba emocionada. Bailábamos como dos adolescentes. Ella te deseaba tanto. Durante todo el embarazo, fue tan feliz y soñaba con el momento de tenerte en sus brazos” dijo un poco triste.

“No sabes lo que daría por tenerla conmigo en este momento y poder abrazarla” expresé.

“Lo sé, y sé que no es suficiente, pero espero que algún día me veas como una segunda madre. Así que, si tú quieres, puedes darme ese abrazo en su lugar” dijo, acercándose a mí con los brazos abiertos.

Y sin pensarlo, la abracé con fuerza como si estuviera abrazando en ese momento a mi madre.

“¡No, por favor, me van a hacer llorar!” dijo Elena entrando a mi cuarto.

“Alania, ya basta, vas a arruinar mi obra de arte” dijo sonriendo y limpiando unas lágrimas de su rostro.

“Lo siento” le dije mientras trataba de arreglarme un poco.

“Las dejaré un momento solas chicas, veré que todo esté listo, ¿Ok?” dijo Tía y se retiró.

“Aly, te ves hermosa. No puedo esperar a tener mi propia ceremonia, será una locura” me dijo sonriéndome.

“Conociéndote, no lo dudo” ambas nos miramos y empezamos a reírnos.

“Sabes, cuando te casaste con Maxon, me sentí tan feliz porque ya te consideraba parte de mi familia y siempre lo serás. Sé que aún lo extrañas, pero él estaría feliz de ver que seguiste con tu vida y que ahora tienes a tu lado a Hansen” me dijo seriamente.

“A veces siento que lo traicioné por estar con Hansen, pero sé que la diosa me dio un mate y un muse por algún motivo. Cuando Maxon murió, odié la vida, pero por algo pasan las cosas y ahora me siento feliz, renacida con esperanza de que puedo ser feliz con el hombre que amo y que me ama” dije sonriendo.

“Nuestro amor es muy fuerte, ha superado todo, y me entregaré en cuerpo y alma a Hansen, para siempre” le dije.

“Y así será, amiga. Ahora vamos, que ya deben estar impacientes porque inicie la ceremonia y solo faltas tú” me dijo Elena.

Comenzamos a bajar las escaleras y al final estaba mi padre, con una sonrisa en sus labios. “Parece que estoy viendo a tu madre. Te ves hermosa, mi pequeña princesa” me dijo sonriendo, mi hermano estaba a su lado.

Al llegar a ellos, Iván me abrazó con fuerza y me dijo:

“Es difícil dejarte ir. Siempre fui el que te protegía, el que estaba para cuidarte. Ese era mi trabajo como hermano mayor, y te quiero mucho, Aly”.

“Para mí siempre serás mi pequeña hermana, siempre. Sé feliz, hermosa, que te lo mereces” me dijo y me dio un beso en la frente.

Mi padre me miró y también me dedicó unas palabras:

“Desde el día que naciste y me quedé solo contigo y con Iván, le juré a tu madre que siempre velaría por ustedes, pero sobre todo por ti. Sabíamos de tus dones, de lo bendecida que eras por la diosa. Dediqué mi vida a protegerte y cuidarte”.

“Perdóname, hija, si alguna vez no pude hacerlo, pero traté de cumplir mi promesa” me dijo con lágrimas en sus ojos.

“Papá, siempre has sido mi roble, el hombre que siempre me quiso desde que nací. Estaré eternamente agradecida con la diosa por tenerte a mi lado. Te quiero, papi” le dije y lo abracé.

“Ahora será Hansen quien te protegerá, aunque sé que no es necesario. Eres una guerrera y lo llevas en la sangre. Eres fuerte y poderosa, eres una verdadera luna, y estoy muy orgulloso de ti, princesa, mi luna” me dijo mi padre y se inclinó haciendo una reverencia ante mí.

Contesté con una inclinación de respeto, mi padre levantó su brazo y lo entrelacé con el mío. “¿Estás lista?” me preguntó sonriendo.

“Más que nunca, papi. Lo estoy” le dije sonriéndole.

Mi padre y yo comenzamos a caminar por el pasillo y al final, estaba mi Alfa, mi mate, Hansen, en un traje color gris oscuro.

No podía dejar de verlo; se veía guapísimo, con su cabello oscuro suelto a los hombros, esa personalidad fuerte y temeraria, pero a la vez se%y y tierna.

Entre más me acercaba a él, más me enamoraba de mi mate.

Su sonrisa al verme era mágica; mis pasos eran como si flotara, sentía cómo la magia fluía por mis venas. Era una sensación diferente, pero me sentía plena.

Cuando llegamos y estuvimos de frente, mi padre extendió su mano y me entregó a Hansen.

“Te entrego mi más grande tesoro, hijo. Cuídala, ámala, respétala y protégela, porque ella lo es todo para mí. Confío en que sabrás valorarla” dijo mi padre, haciendo que las lágrimas fluyeran en mi rostro.

Hansen tomó mi mano y le dijo:

“Así lo haré con mi vida” y me sonrió.

Mi padre se dio la vuelta, me dio un beso en la frente y comenzó a alejarse.

Pero mi corazón se llenó de orgullo y giré mi cabeza. Sin pensarlo, caminé unos pasos y lo abracé de nuevo.

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