Por siempre tuya -
Capítulo 58
Capítulo 58:
“Sí, acabamos de llegar. Quería hablarle a Hansen sobre nuestros planes de irnos a la manada de Sebastián” dice ella sonriendo.
“¿Tan pronto? No sé qué haré sin mi mejor amiga a mi lado” digo con tristeza.
“Aly, estaremos a solo unos minutos de distancia. No creas que te librarás tan fácilmente de mí” responde ella con una sonrisa.
“Ahí estás, hermosa. Te he estado buscando” dice Sebastián.
“¿Qué les parece si esta noche salimos a cenar, solo nosotros cuatro?” sugiere Hansen.
“Me encanta la idea” respondo emocionada.
“Perfecto, tú eliges el lugar como el anfitrión” dice Sebastián.
Elena y yo nos dirigimos a mi habitación para arreglarnos. Decido ponerme un vestido negro ajustado hasta la rodilla, justo para que Hansen no deje de mirarme. Los chicos ya están esperándonos cuando bajamos las escaleras. Veo la expresión sorprendida de Hansen al verme, lo cual me hace sonreír.
“Diosa, ¿Cómo puedes verte aún más hermosa? Estoy sin palabras. Te amo tanto” dice Hansen mientras me toma de la mano y me acerca a él para besarme.
No fue un beso apasionado como de costumbre, sino tierno y lento, casi agonizante. “Nos vamos, no quiero presenciar escenas que me marquen de por vida” bromea Sebastián.
“De verdad que no puedo creer que ahora seamos tan amigos. Pero te entiendo, no es fácil estar al lado de esta tentación” comenta Hansen.
Me sonrojo por sus palabras.
“Hablo de mí, hermosa. ¿Quién puede resistirse a este alfa tan guapo como yo?” bromea Hansen.
“Eres un idiota” le digo entre risas.
“Pero me amas” responde él sonriendo.
Hansen toma mi mano y nos dirigimos a su carro. Mientras vamos en camino al restaurante que Hansen eligió, noto que me mira y se muerde los labios, lo cual me pone nerviosa.
“Hansen, puedes dejar de mirarme así” le pido nerviosa.
“No sé de qué me estás hablando” responde él sonriendo.
“Sabes perfectamente a qué me refiero. Me siento como Caperucita antes de que el lobo feroz me coma” le digo.
“No estás muy lejos de la realidad. Si pensabas en una noche tranquila, no debiste haber elegido ese vestido esta noche” responde él con picardía.
Me sonrojo por su comentario.
“Solo estoy admirándote y no me puedo decidir qué será lo primero que haré contigo, pero definitivamente ese vestido me está volviendo loco y estoy pensando en la manera más rápida de quitártelo” dice Hansen.
Cuando escucho esas palabras, me pongo más roja que un tomate.
‘Cielos, este hombre es insaciable’ pienso para mí misma.
Hansen coloca su mano sobre mi rodilla y lentamente comienza a subirla por debajo de mi vestido, haciendo que mi piel se erice.
“Hansen…” digo nerviosa, pensando en lo que planea hacerme.
Él solo me mira con una sonrisa en los labios, se acerca a mí mientras estamos detenidos en el semáforo y me susurra al oído:
“Hoy nadie me va a detener para reclamar lo que es mío, tú, mi adorada Luna”.
Trago saliva al pensar en lo que este lobo feroz tiene planeado.
Cuando llegamos al restaurante, todo está hermoso. Es al aire libre en una terraza donde podemos ver el paisaje de la ciudad, las luces, las estrellas y la luna nos quitan el aliento.
El área es VIP, solo hay unas 5 mesas, pero cada una con su propio espacio. Nos sentamos y el mesero nos entrega la carta.
“Hansen, la vista es hermosa. Me encanta” le digo sonriendo.
“No conocía este restaurante, pero ya se convirtió en uno de mis favoritos. ¿Cómo conseguiste esta ubicación?” pregunta Sebastián.
“El dueño es un cliente con el que hacemos negocios. Es humano, pero la mayoría de sus clientes son lobos. Por eso conocemos la ubicación. Además, quería que estuviéramos más cerca de la naturaleza y todo su esplendor nocturno” responde Hansen.
“Este es un punto neutral. Puedes ver a lobos de diferentes manadas conviviendo. La regla principal es evitar conflictos. Digamos que este restaurante es nuestra Suiza” añade Hansen sonriendo.
“Y aquí viene mi hombre favorito” dice Hansen levantándose.
“Harás que me ponga celoso. Pensé que yo era tu amor platónico” bromea Sebastián.
Cuando miro hacia atrás, veo a un hombre alto y bastante guapo dirigiéndose hacia nosotros. Elena y yo nos quedamos mirando.
Para ser humano, es bastante musculoso y casi de la misma altura que Hansen, fácilmente podría pasar por un alfa.
“Buenas noches, caballeros y damas. Me alegra que nos hayan podido acompañar esta noche” dice el hombre misterioso.
“Gustavo, me alegra verte” dice Hansen abrazándolo y estrechando su mano con fuerza.
“Alfa, es un honor tenerte esta noche” responde Gustavo.
“Déjame presentarte a mi Luna, ella es Alania Wilson, próximamente de Winter” dice Gustavo mirándome.
Gustavo se acerca a mí, toma mi mano y la besa sin apartar su mirada de mis ojos. No puedo evitar sentirme un poco intimidada por él.
“Gustavo, eres mi amigo, pero si te acercas más a ella, no dudaré en arrancarte la cabeza” dice Hansen riendo un poco, pero sin dejar de marcar su territorio como todo un macho alfa.
“Una disculpa, Alfa. No me habías dicho que era tan hermosa. Lo siento, no fue mi intención ofender a nadie, Luna” me dice Gustavo mientras sigue mirándome.
Hansen se acerca a mí y coloca su brazo alrededor de mi cintura, acercándome a él con fuerza. Puedo sentir cómo Marcel gruñe en nuestro vínculo mental.
“Ellos son nuestros amigos, Elena y el próximo Alfa de Blue Mountain, Sebastián” le dice Hansen.
Sebastián se levanta inmediatamente y también abraza a Elena, acercándola a él de manera posesiva. “Un gusto, ella es Elena, mi Luna” dice Sebastián mirando a Gustavo seriamente.
Elena tiene una sonrisa que no puede evitar al ver a Sebastián, como un niño celoso tratando de defenderse y evitar que le arrebaten su juguete favorito.
“Mucho gusto, Alfa Sebastián, Luna Elena. Espero que disfruten la noche. Si necesitan algo, no duden en hacérmelo saber” dice Gustavo mientras se retira. Hansen toma mi silla para que pueda sentarme de nuevo.
Miro hacia atrás y veo cómo Gustavo sigue mirándome, pero lo ignoro para no darle más importancia.
“Bastante altanero tu amigo Hansen” dice Sebastián algo celoso.
“No te voy a negar que Gustavo es muy seguro de sí mismo, a pesar de estar frente a dos alfas. Pero él sabe su lugar y que no debe cruzar la línea ante mí” dice Hansen, mientras toma mi mano y la besa.
El mesero se acerca y ordenamos la comida con unas cuantas bebidas. Mientras brindamos, el mesero se acerca nuevamente y me entrega una rosa blanca.
“Señorita, le envían esta rosa” dice el mesero.
Hansen mira la rosa inmediatamente, la toma y antes de que el mesero pueda colocarla en la mesa, la destroza con sus dedos.
“¿Quién te ha enviado esto?” pregunta Hansen furioso.
Puedo ver que sus ojos son de un negro intenso, Marcel está tratando de tomar control.
El mesero, que es un lobo, señala al hombre que viene caminando hacia nosotros y se aleja lentamente.
Hansen se pone de pie y me coloca detrás de él de manera protectora. Sebastián hace lo mismo con Elena.
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