Por siempre tuya -
Capítulo 57
Capítulo 57:
“Tratar de detener a una mujer embarazada con antojo de pastel de queso con fresas es imposible. Tuve que venir corriendo para que ella pudiera ir a comprar uno. Está abajo en la cafetería mientras estoy aquí con mi hermana” explicó Iván.
“¿Ha habido algún cambio?” pregunté.
“Todo sigue igual. El doctor acaba de irse. Te traje algunas cosas para que estuvieras más cómodo. Mañana vendremos a visitarla. Me retiro. Descansa, Hansen” dijo Iván mientras se marchaba.
“Gracias. Por favor, mantenme informado y encárgate de la manada mientras estoy al lado de mi luna” le pedí confiando en él.
Me acerqué a mi hermosa mate y me recosté a su lado.
“Aly, te necesito. Regresa a mí. Me haces tanta falta, hermosa” le dije mientras besaba sus labios.
La extrañaba tanto.
Han pasado varios días y aún no despierta.
Después de lo que me contó Elena, estoy más preocupado. Solo espero que pronto podamos encontrar una solución.
No quiero volver a perderla.
Mientras dormía a su lado, comencé a sentir la piel de Alania muy fría.
Me desperté asustado y la miré. Su aliento era un humo blanco, y sus ojos se abrieron, mostrando un iris de color rojo fuego.
Se levantó y se sentó en la cama, mirando a su alrededor antes de finalmente encontrarse con mi mirada.
“¿Aly?” le pregunté, pero ella se quedó callada.
En su rostro se reflejó una pequeña sonrisa, y se levantó de la cama. Caminó hacia la ventana y se quedó mirando hacia afuera, admirando el paisaje.
Me acerqué a ella y le volví a preguntar:
“¿Alania, eres tú?” pero no obtuve respuesta.
Fue entonces cuando entendí quién estaba frente a mí.
Mi mirada se volvió seria, apretando los labios con fuerza mientras pronunciaba su nombre.
“¿Maxon?”
Ella giró y me miró fijamente, mostrando una sonrisa en su rostro.
Levantó la mano y se cubrió de llamas rojas, mirándome intensamente.
Sin embargo, en un instante, cerró sus ojos y Alania se desvaneció, pero logré sostenerla en mis brazos a tiempo.
La levanté y la volví a recostar en su cama, acariciando su rostro y llamándola.
“Alania, amor, háblame. Estoy aquí a tu lado. Vuelve a mí”.
Mi amada abrió sus hermosos ojos, y su voz pronunció las palabras que tanto necesitaba escuchar.
“Hansen” dijo, mirándome antes de lanzarse a mis brazos, rodeándome con los suyos mientras la abrazaba con fuerza.
“Te amo, estás a salvo” le dije mientras la miraba y mis labios encontraron los suyos. Nos fundimos en un beso de amor, y sentí alivio al verla de regreso. Por un instante pensé que la había perdido.
“Mirame, déjame ver tus ojos” le pedí, pero pude notar en su mirada una confusión ante mi pregunta.
“¿Qué pasa?” me preguntó ella.
“Recuerdas algo? Estuviste inconsciente por casi 4 días” le recordé.
“Cuatro días… No recuerdo nada, solo que estaba en la colina y te vi peleando con los lobos. Mi hermano y tú estaban rodeados. Después cerré mis ojos y al abrirlos, las llamas me consumieron. No recuerdo nada más” explicó.
“¿Estás segura?” le pregunté, sorprendido de que no recordara siquiera estar de pie viendo a través de la ventana hace unos momentos.
“Hansen, me asustas. ¿Pasa algo? ¿Acaso hay algo malo conmigo?” preguntó, notando su creciente estrés. Mi lobo percibía la ansiedad de Kayla. Recordé lo que Elena me dijo: no debo permitir que se sienta en peligro, ya que eso puede desatar el poder de Maxon.
“No, hermosa, todo está bien. Ahora que estás despierta, todo estará bien” le aseguré mientras la abrazaba y besaba su frente.
Al día siguiente…
Después de 24 horas en observación en la clínica, el doctor Anthony me dio de alta. Hansen está en modo alfa protector total, hizo que mis cosas fueran cambiadas a su cuarto y ahora estamos juntos.
Pero me parece extraño que de repente me mire a los ojos, como si tratara de ver de qué color son o si han cambiado. Eso me parece extraño, pero él dice que solo quiere asegurarse de que Kayla y yo estemos bien.
Sé que si algo estuviera mal, él me lo diría. Así que no me preocupo por nada mientras esté a mi lado, todo estará bien.
Mi hermano no pudo encontrar evidencia sobre quién organizó el ataque a nuestra manada, pero Hansen no escatimó en seguridad. Ahora los guardias de la frontera están reforzados, e incluso Sebastián sigue con nosotros, aunque pronto deberá irse con Elena.
Me estaba acostumbrando a tenerlos aquí, pero sé que tarde o temprano tendrán que irse, y estoy tratando de asimilarlo.
Lexie me ha pedido que le ayude a terminar el cuarto de mi pequeña sobrina, que está por nacer. Con tantos eventos sorpresa que han ocurrido en la manada, no han podido terminar de arreglarlo, así que me ofrecí.
“¿Ya han pensado en algunos nombres, Lexie? Te falta muy poco, y eso de llamarla ‘bebé número uno’ no es muy recomendable” bromee con ella.
“Lo sé, pero aún no puedo decidirme. Tu hermano no me ayuda para nada, me da más opciones y me confunde más. No sé cuál elegir” se quejó.
“Espero que pronto elijan alguna opción” le dije sonriéndole.
…
Estoy en mi oficina esperando a Elena, quien me ha dicho que habló con una sacerdotisa de su Coven y tiene noticias.
“¿Puedo pasar, Alfa?” pregunta Elena.
“Claro, pasa. ¿Tienes buenas noticias?” le pregunto ansioso.
“No estoy segura si son buenas o malas” responde Elena.
“¿A qué te refieres?”
“Silvana, la sacerdotisa mayor de mi Coven, la más poderosa, fue quien ayudó a Maxon a controlar sus poderes. Ella ya sabía sobre Alania. La parte del alma de Maxon es más poderosa de lo que pensaba. Si recobra fuerza, puede llegar a controlar a Aly. Maxon la amaba, eso es seguro, y quizás pueda comunicarse con ella inconscientemente”.
“Inconscientemente, ¿Eso significa que no pueden comunicarse directamente?” pregunto.
“Así es. Quizás solo pueda ser a través de un sueño cuando ella esté inconsciente en el limbo. Cuando Alania estaba en el hospital, Maxon se apoderó de su cuerpo por unos segundos, pero era él” comento preocupada.
“Tenemos que evitar que Aly vuelva a usar ese poder. Silvana buscará una solución y que el alma de Maxon descanse, pero tomará tiempo. Cuando esté lista, me contactará” me informa Elena.
“Espero que sea pronto. Gracias por todo, Elena. Lo aprecio mucho. Y por favor, no le digas nada a Alania. Le contaré todo cuando sea el momento adecuado” le digo agradecido.
“Claro, Hansen. No te preocupes”.
Después de ayudar a Lexie, decido buscar a Hansen, quien ha estado muy ocupado últimamente. Cuando estoy por abrir la puerta de su oficina, veo que sale Elena con Hansen.
“¿Elena, no sabías que ya estaban de vuelta?” pregunto, abrazándolo.
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