Por siempre tuya
Capítulo 56

Capítulo 56:

Cuando Maxon murió, transfirió una parte de su alma a Alania para protegerla, continuó Elena. Pero ella aún no sabía que esa no era la única cosa que había recibido. Una parte de Maxon vivía en ella, y su alma se activaba cuando utilizaba ese poder para protegerla.

El conjuro que ella había realizado durante la batalla era un llamado a Maxon para que ayudara a Alania. Sin embargo, hacerlo requería una gran cantidad de fuerza y magia por parte de Elena, y casi pierde el control en el proceso.

Alania necesitaría encontrar una manera de deshacerse de ese poder eventualmente, explicó Elena. De lo contrario, su cuerpo no sería capaz de manejar tanta magia y podría morir. Por lo tanto, necesitaba contactar a su familia para pedir ayuda.

Escuché atentamente cada palabra de Elena, asimilando la información que me había dado. Ahora entendía mejor la situación en la que estábamos y lo que necesitábamos hacer para ayudar a Alania.

Anthony se acercó y revisó los signos vitales de Alania, realizando un chequeo completo. Después de unos minutos, se dirigió a mí con sus conclusiones.

“Todo parece estar bien, solo presenta un cansancio excesivo. Necesita reposo por unos días” informó el doctor.

“No me iré de su lado” respondí con un gruñido.

“No servirá de nada que estés aquí si tu cuerpo entra en shock. Será solo un momento. La enfermera se quedará al pendiente de la paciente” explicó Anthony.

Me acerqué a Alania, le di un beso en la frente y le susurré al oído: “Ahora regreso, hermosa. No tardo”.

Me encontraba sentado junto a la cama de Alania, sosteniendo su mano. Ella seguía inconsciente, exhausta durante dos días.

No había mostrado signos de mejoría aún. El doctor nos había recomendado darle tiempo a su cuerpo y su loba para que se recuperaran por completo.

La magia que había utilizado durante la batalla la había consumido por completo. Aún no había tenido la oportunidad de hablar con Elena sobre lo que escuché aquel día, pero en ese momento, lo más importante era el bienestar de mi luna y asegurarme de que se recuperara.

En ese momento, una voz resonó en mi mente. Era Iván, mi Beta.

“¿Qué pasa? Te dije que no me molestaran” respondí, frunciendo el ceño.

“Lo sé, pero esto es importante. El exiliado que atrapamos se suicidó” informó Iván.

“¿Cómo es posible eso? Te lo dejé a ti y a Sebastián” respondí furioso.

“Fue magia negra. Estábamos interrogándolo, pero de repente, sus ojos se volvieron blancos y su voz cambió” explicó Iván sorprendido.

“¿Su voz cambió?”

“Sí, era como si fuera otra persona. Nos dijo: ‘Él ya viene y todos morirán, y ella será suya’. Después de eso, cayó muerto en la celda” relató Iván.

“‘, ¿Él viene?’ No entiendo de quién están hablando. Tenemos que investigar esto. Nunca antes unos exiliados se habían atrevido a desafiarnos, y no será la primera vez bajo mi liderazgo” afirmé decidido.

“Enviaré a dos de nuestros mejores guerreros, incluyendo a Dominik. Investigarán con nuestros contactos para descubrir quién está detrás de esto lo antes posible” ordené.

“Lo haré. No te preocupes. ¿Y cómo está mi hermana? ¿Ha habido alguna mejora?” preguntó Iván.

“Nada aún. Sigue igual” respondí preocupado.

“No te preocupes. Mi hermana es una guerrera, y esto no la derrotará. Confía en ella” aseguró Iván con convicción.

“Ella saldrá de esta. Tienes que confiar en tu luna”.

La noche caía, y me sentía exhausto.

Estaba a punto de quedarme dormido cuando alguien tocó mi hombro. Era Lexie.

“Hansen, ve a comer algo y descansa un poco. Por favor, date un baño. Yo me quedaré con ella. No querrás que se desmaye al oler tu aroma, ¿Verdad?” bromeó Lexie con una sonrisa.

No pude evitar reír ante su ocurrencia.

“Está bien, pero no tardaré. No quiero separarme de ella y quiero estar presente cuando despierte” aseguré antes de darle un beso en la frente.

Después de darme un baño y atender algunos asuntos pendientes en mi oficina, decidí regresar al hospital.

Al salir de mi oficina, me encontré con Elena.

Era la oportunidad perfecta para hablar con ella.

“Elena, ¿Podemos hablar en privado? A solas” le pedí, pero no me di cuenta de la reacción de Sebastián al escuchar mis palabras.

“Está bien, Sebastián” dijo Elena.

“No permitiré que hables a solas con ella. Mi lobo cree que vas a lastimarla” intervino Sebastián, claramente preocupado por la seguridad de su mate.

“Te prometo que no le haré daño. Ella es familia. Solo necesito hablar con ella sobre Alania. Es importante” aseguré, buscando la comprensión de Sebastián.

“Estaré cerca por si me necesitas, amor. Solo llámame” dijo Sebastián antes de besarlo y alejarse.

Abrí la puerta de mi oficina y entramos.

Le pedí a Elena que se sentara, y comencé a hacerle preguntas sobre lo que había pasado.

“Cuando estábamos en el hospital, realizaste un conjuro y mencionaste el nombre de Maxon. ¿Por qué?” le pregunté seriamente.

Elena me miró, y pude percibir su nerviosismo.

Traté de tranquilizarla, asegurándole que estaba a salvo.

“Elena, no te haré daño. Confía en mí. Solo necesito saber qué está pasando con Alania. Mi lobo y yo solo queremos protegerla, pero necesito saber a qué nos enfrentamos” le dije con determinación.

“Está bien” respondió ella, y comenzó a explicarme.

El poder de las llamas de fuego rojo es un poder supremo que solo la realeza de nuestro Coven posee, explicó Elena.

Solo dos príncipes habían tenido ese poder. Uno de ellos fue consumido por él, mientras que Maxon pudo dominarlo.

Cuando Maxon murió, transfirió una parte de su alma a Alania para protegerla, continuó Elena.

Pero ella aún no sabía que esa no era la única cosa que había recibido. Una parte de Maxon vivía en ella, y su alma se activaba cuando utilizaba ese poder para protegerla.

El conjuro que ella había realizado durante la batalla era un llamado a Maxon para que ayudara a Alania.

Sin embargo, hacerlo requería una gran cantidad de fuerza y magia por parte de Elena, y casi pierde el control en el proceso.

Alania necesitaría encontrar una manera de deshacerse de ese poder eventualmente, explicó Elena. De lo contrario, su cuerpo no sería capaz de manejar tanta magia y podría morir. Por lo tanto, necesitaba contactar a su familia para pedir ayuda.

Escuché atentamente cada palabra de Elena, asimilando la información que me había dado.

Ahora entendía mejor la situación en la que estábamos y lo que necesitábamos hacer para ayudar a Alania.

“Pero lo más importante, tenemos que evitar que ella vuelva a usar esa magia hasta que encontremos una solución” afirmé con determinación.

“Elena, ¿El alma de Maxon puede comunicarse con Alania?” pregunté, sintiendo la incomodidad de mi lobo Marcel al pensar en otro hombre cerca de nuestra mate.

“No lo sé, desconozco si la comunicación entre ellos es posible. Lo siento, alfa” respondió Elena.

“Está bien. Solo consigue la ayuda que necesitas y hagamos que mi mate pierda ese poder antes de que sea demasiado tarde” le dije, confiando en ella.

Regresé al hospital y encontré a Iván en la habitación de mi luna.

“¿Qué haces aquí? Pensé que Lexie la estaba cuidando” pregunté.

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