Por siempre tuya
Capítulo 53

Capítulo 53:

Nuestra respiración fue más agitada, el coloco su brazo en el lado derecho de mi cabeza y con su mano izquierda comenzó a acariciarme lentamente mi rostro.

“Eres tan hermosa mi luna, jamás podre dejar de admirar tu belleza” me dijo mientras se acercaba y sus labios rozaron los míos, comenzó un recorrido hacia mi cuello dejando un camino de pequeños besos.

“Pronto estará aquí mi marca, haciéndome mía completamente”

Sus palabras están teniendo efecto sobre mí, regreso a mis labios y comenzó a besarme apasionadamente, sus manos estaban recorriendo mi cuerpo y me perdía entre sus caricias.

“Hansen te amo” le dije entre suspiros, g$midos de pasión que dejaron mis labios y entre mi respiración entrecortada.

“Te amo Alania eres mi vida” me dijo mientras seguía besándome.

“Necesito tenerte, necesito hacerte mía” me dijo al oído.

El escuchar esas palabras hicieron que mi cuerpo estallara en placer, al escuchar que mi alfa mi mate me deseaba, mientras el colocaba su mano debajo de mi blusa y comenzaba a acariciarme.

Sentí como la excitación se apoderaba de mi cuerpo, el deseo de consumar nuestro amor, la espera fue muy larga y la agonía nos estaba matando lentamente.

Hansen retiro mis pantalones y mi blusa, admirando mi cuerpo con un simple jalón de sus manos arranco mi ropa interior haciendo pedazos el material y le ayude con el cierre de su pantalón, pero en pocos minutos el logro despojarse de su ropa sin perder más tiempo, nuestros cuerpos gritaban que dejáramos fluir el placer entre nosotros.

Cuando ambos estábamos sin ninguna barrera, que nos impidiera entregarnos a la pasión, nos miramos por un segundo.

“Quiero marcarte Alania, no puedo esperar más, quiero que seas mía” me dijo con amor en sus palabras, podía escuchar su corazón latiendo.

“Te amo, hazme tuya”

Después de escuchar esas palabras, Hansen se colocó entre mis piernas acariciándome y una sonrisa se reflejó en mi rostro al saber que pronto seriamos uno completamente, pero se empezaron a escuchar gritos y el levanto la mirada.

“¿Hansen que pasa?” le pregunte, pero sus ojos cambiaron de color, estaba hablando con alguien a través de nuestro link mental.

“Exiliados nos están atacando, ¡Diablos! alguien va a perder su cabeza por esto” dijo mientras se levantaba y me ayudaba a levantarme del suelo.

“Rápido ponte mi camisa, debemos irnos”

Me puse la camisa de Hansen y el su bóxer, tomo mi mano y corrimos hasta el área donde estaban las fogatas y vimos a todos corriendo, Iván se acercó a nosotros.

“Alania llévate a todas las mujeres, niños y personas que no puedan pelear al cuarto de seguridad de la casa” dijo Hansen.

“No, yo me quedo contigo a pelear, puedo ayudarte soy tu luna” le dije seriamente, exigiéndole.

Hansen se acercó a mí y coloco ambas manos en mis hombros.

“Se que eres más que capaz de pelear a mi lado, pero no confió en nadie más para llevarlos a un lugar seguro, solo en ti, hazlo por mí en este momento necesito a mi luna” dijo suplicándome.

“Aly por favor llévate a Lexie, no podre pelear sabiendo que ella está en peligro, ellos dos son mi vida, por favor protégelos llévalos a un lugar seguro” dijo Iván mirándome y Lexie estaba en sus brazos temblando.

“Está bien”

Elena y Sebastián se acercaron a nosotros.

“Aly te ayudare para protegerlos” dijo Elena.

“Mande pedir refuerzos a mi manada, deben de estar por llegar en unos minutos Hansen” dijo Sebastián.

“Elena te amo, cuídate, amor mío tengo que irme con ellos, te buscare después”

Elena lo beso.

Iván beso a Lexie y acaricio su v!entre.

“Te amo, cuídate y a nuestro pup, ustedes son mi vida, debes protegerlo, ve con Alania yo estaré bien, no te preocupes por mi”

Hansen se acercó a mí.

“Te amo, cuídate tengo que irme”

Me beso apasionadamente y se fue sin más palabras, Iván y Sebastián se fueron detrás de él y se transformaron en sus lobos, sin perder más tiempo.

Tome a Lexie de la mano y abrí nuestro link mental para hablar con la manada.

“Escuchen nuestro alfa y los guerreros pelearan a muerte, nos darán el tiempo, pero no el suficiente, necesito que corran y me sigan todos los que no pueden pelear, mujeres y niños, iremos juntos hasta el cuarto de seguridad en la casa”

“Mujeres guerreras, necesitamos proteger a los más indefensos. ¡Están conmigo!” les declaré en mi voz de luna, buscando infundir determinación y coraje en cada una de ellas.

“¡Sí, Luna! ¡Estamos listas, mejor que nunca!” escuché al unísono, confirmando su compromiso y valentía.

Sabía que con ellas a mi lado, podríamos lograrlo y, si éramos lo suficientemente rápidas, podríamos regresar y ayudar a los demás a defender nuestra manada.

Corrimos con fuerza, protegiendo a todos a nuestro paso.

Algunos exiliados se nos acercaron, pero mis guerreras fueron feroces y derribaron a más de uno que se interpuso en nuestro camino.

Elena conjuraba un campo de fuerza mágico para proteger a los niños, yendo en la parte de atrás con ellos mientras las guerreras protegían a los rezagados.

Yo iba al frente, abriendo camino y enfrentándome a cualquier lobo que se interpusiera, con cuatro guerreras más a mi lado.

Cuando estábamos a escasos metros de la puerta principal, nos encontramos con tres lobos enormes que nos gruñían con ferocidad. Mis guerreras estaban ocupadas con otros dos que se acercaban, dejándome sola frente a ellos.

Vi el miedo en el rostro de Lexie y le dije con determinación:

“No te preocupes, todo estará bien. Cuando te dé la señal, corre con todos hacia adentro de la casa, sin mirar atrás. ¿Entendiste?”.

“¿Alania, pero tú…?” me dijo ella, temerosa.

“Haz lo que te pedí” le dije con firmeza.

“¡Sí, Luna!” contestó.

Di unos pasos hacia adelante, extendiendo mis brazos a los lados.

Me concentré y les dije:

“Déjennos pasar. Váyanse antes de que sea demasiado tarde” dándoles una última oportunidad.

Pero ellos no cedieron.

“Como quieran. No digan que no se los advertí” les dije, cerrando los ojos y respirando profundamente.

Cuando los abrí, mis ojos eran de llamas azules, pero ellos no retrocedieron.

Tomaron a una mujer como rehén y, antes de que pudiera evitarlo, uno de ellos terminó con su vida.

Entonces supe que ellos no estaban aquí para atacarnos, sino para matarnos. La furia cobró fuerza en mí y mis ojos se tornaron rojo fuego, consumidos por el poder de Maxon.

Mi cuerpo comenzó a levitar y los exiliados me vieron sorprendidos. Escuché la voz de Elena gritándome, pero ya no podía contener mi furia.

Levanté mis manos y mi cuerpo se cubrió en llamas rojas, lanzándolas sobre los exiliados. No pudieron correr ni evitar mi ira.

Mientras se consumían, vi a cinco exiliados más dirigirse hacia nosotros y me coloqué entre ellos y mi manada.

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