Por siempre tuya -
Capítulo 50
Capítulo 50:
Me quedé sorprendida por este lado tan romántico de Hansen que nunca me imaginé y decidí escuchar la letra para saber a qué se refería.
La canción era de Adele. ‘Que sientas mi amor’
“Cuando la lluvia golpea en tu rostro, y el mundo entero está sobre ti, yo podría ofrecerte un cálido abrazo para hacerte sentir mi amor”.
“Alania, te amo. Siempre te he amado y siempre te amaré hasta mi último aliento. Eres mi vida. Cuando te perdí, sentí que moría por dentro, y ahora que te tengo de nuevo, no pienso dejarte ir. Cada día te demostraré cuánto te amo, cuánto te necesito, cuánto te deseo con todo mi ser. Eres mi mate, mi mujer, mi luna”.
Se acercó lentamente a mí, y sus labios rozaron los míos.
Todo mi cuerpo entró en calor y respondió al roce de sus labios. Sin poder esperar más, me besó. Fue un beso lleno de amor, de necesidad, de agonía por no haber podido tenerme en sus brazos. Me abrazó con fuerza, con temor de perderme de nuevo.
Mi cuerpo se estremecía respondiendo a la pasión, a sus caricias, al hombre que amo. En ese momento, comprendí que seguía amándolo.
Mi cuerpo le correspondía en cada parte de mi ser. Era suyo y no volvería a alejarme de él, porque lo amo.
“Te amo, mi Luna” dijo Hansen, sonriendo entre mis labios.
“Te amo, Hansen” le dije, mientras seguía perdida entre sus besos.
Hansen acariciaba mi mejilla mientras me besaba, y podía sentir las chispas de electricidad recorrer todo mi cuerpo.
Me dejé llevar por sus caricias; había extrañado esto, a él. Sus labios carnosos estaban sobre los míos, y disfrutaba tanto que me besara. Nos separamos para poder recuperar el aliento, y él inclinó su cabeza, y su frente estaba junto a la mía.
“Hermosa, vámonos. Necesito estar contigo, necesito hacerte mía. No puedo esperar más. Te amo demasiado, y he esperado mucho tiempo para este momento” me dijo con voz desesperada, llena de necesidad.
Podía entenderlo; lo sentía en su respiración, y yo también lo quería, lo necesitaba. Asentí con la cabeza en señal de que estaba de acuerdo.
Nos dirigimos a la mesa y nos despedimos de todos.
“Alania y yo nos retiramos a la casa. Ustedes pueden quedarse el tiempo que lo deseen” les dijo Hansen.
“¿Dónde están Sebastián y Elena?” les pregunté.
“Se despidieron hace un momento, justo después de que empezaran ustedes a bailar juntos” dijo Lexie.
Hansen tomó mi mano, y nos dirigimos a su auto.
De regreso, manejó muy rápido, y sentí que mi respiración temblaba. Estaba nerviosa por lo que pasaría en unos momentos.
No era como si fuera mi primera vez, pero era Hansen, y eso lo hacía algo muy especial.
Él no dejaba de mirarme ni de sonreírme.
Su mano estaba sobre la mía, y la acercaba a sus labios para besarla.
“Te amo, hermosa” me dijo mirándome, y yo le sonreí.
Cuando finalmente llegamos a la casa, Hansen no perdió tiempo y me cargó en sus brazos, besándome con pasión.
Mi cuarto era el más cercano, así que nos dirigimos rápidamente, pero al llegar, nos encontramos con una sorpresa no muy agradable.
Elena y Sebastián estaban prácticamente en mi puerta, devorándose el uno al otro y casi sin ropa encima.
Elena estaba en ropa interior y Sebastián totalmente desnudo. No pude evitar sorprenderme, y Hansen también.
“¡Por Dios, Sebastián! ¿Qué no pueden hacerlo en su cuarto, en vez de en la puerta de mi Luna?” gritó Hansen.
“Cúbrete, ¿Qué te pasa, Aly? No lo veas” dijo Hansen mientras me tapaba los ojos.
“¿Qué, Alfa? ¿Nunca habías visto algo tan grande?” dijo Sebastián riéndose de nosotros.
“Lo siento. Es que mi cuarto está enfrente de Alania, y no pudimos resistirnos. Ven, amor, continuemos esto adentro” dijo Elena, tomando la mano de Sebastián, y entraron a su cuarto, que estaba justo frente al mío.
Hansen me miró, y se puso nervioso.
Comenzó a tocar su cabello.
“Esto no fue lo que esperaba al llegar a tu cuarto” dijo, mirándome.
Los dos nos pusimos nerviosos.
La pasión que sentimos mientras subíamos las escaleras se había esfumado, y parecíamos dos adolescentes en una situación embarazosa.
Nos acercamos a mi puerta, y Hansen me recargó en ella.
Se acercó a mí y comenzó a besarme de nuevo. Sus manos encontraron mi cuerpo, y se movió siguiendo mis curvas.
Sentirlo tomándome fue una corriente de electricidad que me estaba volviendo loca.
Se acercó a mi oído y me dijo con su voz susurrándome:
“No tienes idea de cuánto te deseo en este momento, Aly”.
Por un momento, perdí el aliento al escuchar sus palabras. Estábamos a punto de abrir la puerta cuando escuchamos ruidos de la puerta de enfrente.
“¡Sí, Sebastián, así, más fuerte! Eres enorme”.
“¡Elena, te amo! ¡Sí, baby, sí!”
Hansen cerró los ojos y miró la puerta de enfrente. Elena y Sebastián estaban gritando como locos y gimiendo.
Era imposible no escucharlos. Hansen trató de besarme de nuevo y seguir, pero fue imposible con tanto escándalo.
“Creo que será mejor que me vaya a descansar sola esta noche, Hansen” le dije, mirándolo, y vi su carita de desilusión.
Estaba tan excitado, y el bulto en su pantalón era prueba de eso.
“Aly, aún podemos…” dijo Hansen, pero fue interrumpido por un grito de Sebastián que le robó la sonrisa del rostro.
“Hasta mañana, Hansen” le dije mientras le daba el último beso en sus labios, pero él mordió un poco mi labio inferior y me abrazó con fuerza.
No quería dejarme ir, pero sabía que este no era el momento adecuado. Lo miré por última vez y entré a mi cuarto, cerrando la puerta.
…
Al día siguiente…
Estábamos todos en le mesa desayunando, cuando por fin llegaron Elena y Sebastián con una cara que se podía ver que no durmieron en toda la noche, lo cual fácilmente pude corroborar, porque yo tampoco dormí con sus gritos.
“Wow, qué cara, parece como si no hubieran dormido” dijo Iván.
Sebastián solo mostró una sonrisa y besó la frente de Elena, mientras ella se ponía roja como un tomate.
“Elena, ¿tienes algo que decirme?” dijo Lexie con voz un poco pícara.
“Nada que sea de tu incumbencia” dijo Elena sacándole la lengua a Lexie.
“Por cierto, Sebastián, venías de las escaleras, pero tu cuarto está del otro lado de la casa” dijo Iván.
“Te equivocas, mi cuarto está justo en el segundo piso a partir de ahora” dijo sonriendo mientras comía un poco de melón y le guiñaba el ojo a Elena.
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