Por qué no me amas
Capítulo 20

Capítulo 20:

En las siguientes dos semanas, el Esteban Gu que solía mostrarse superior y poderoso parecía estar de regreso.

El hombre lideró a la empresa para conseguir un gran avance tras otro. Al ver que el precio de las acciones comenzó a aumentar desde el colapso, todo parecía estar nuevamente en el camino correcto.

Sin embargo, Esteban parecía más indiferente que antes, como un glaciar de hielo que no se puede derretir. Todo su cuerpo exudaba un aura helada que gritaba ‘No te atrevas a acercarte a mí’. Por lo mismo, rara vez sonreía.

«Quiero que mandes a alguien a limpiar la tumba de Evan Song y que la decoren «.

Al escuchar estas palabras, el asistente se sorprendió y preguntó incrédulo: «Disculpe, señor ¿Podría repetirme el nombre de la tumba que quiere que limpien?».

El empresario dejó de escribir en el teclado para mirarlo. Sus delgados labios se movieron y dijo: “Dije que limpies la tumba del padre de Estela Song».

El asistente se quedó perplejo, pensando: ¿Acaso se ha vuelto loco? Siempre ha odiado a la persona que mató a su madre. ¡¿Y ahora hasta quiere pagar para reconstruir la tumba de su enemigo?! ¿Tan obsesionado está con esa mujer?

«Además, necesito que hagas algo por mí estos días».

El asistente rápidamente sacudió la cabeza y regresó a la realidad. «Claro, Señor Gu, dígame qué puedo hacer”.

Y, una vez más, su jefe lo sorprendió: «Haz todo lo posible por encontrar a los amigos que hizo Estela durante su estancia en la prisión. Quiero conocerlos».

“¿Qué? ¿Por quién preguntas? ¿Estela Song?».

Esteban miró a la joven frente a él y asintió.

Mirándolo con atención, ella frunció el ceño: «Y tú eres su…”.

El hombre vaciló por un segundo. Sintió como si tuviera atorado algo en la garganta que no le permitía hablar.

Entonces, la mujer abrió los ojos ampliamente y exclamó asombrada: «¡Ya veo! Tú eres el hombre que ha abandonado a Estela, ¿No es así? Claro, ningún hombre es de fiar. Ni siquiera te preocupaste por tu propia hija, ¿Qué tipo de hombre eres?

Durante sus primeros dos años en prisión, no dejaba de recibir burlas de las demás. En ese tipo de lugar, los recién llegados siempre son los responsables de cepillar y lavar los inodoros, así que ella tenía que hacerse cargo del trabajo sucio. La p$rra que dominaba en la cárcel la envidiaba por su belleza, así que nunca la dejaba en paz. ¡Una vez estuvo a punto de desfigurar a Estela!».

Al escuchar esto, Esteban comenzó a temblar de repente.

Palmeándose en el pecho, la mujer pensó en los tiempos tan difíciles que había pasado en prisión.

Entonces, lanzó un suspiro y continuó: «Afortunadamente, Estela sabía cómo resistir, así que presionó a la p$rra contra el suelo y la pateo duramente. ¡Desde entonces, nunca más se atrevió a acosarla de nuevo!”.

Al escuchar esto, el empresario soltó un suspiro de alivio.

La mujer suspiró, sintiéndose triste. Luego miró a Esteban con odio, rechinó los dientes y maldijo: «¡Eres un b$stardo; sabiendo que tu hija tiene leucemia la abandonaste! ¿No sabes que la razón por la que Estela era tan trabajadora fue porque quería reducir su sentencia para salir de la cárcel y conseguirle un tratamiento a la criatura cuanto antes? ¡Espero que te vayas a la mi$rda!».

Después de eso, la mujer derramó su taza de té sobre Esteban con furia y dejó el lugar de inmediato.

El hombre se quedó sentado en la silla, profundamente consternado. ¡Su sangre se había vuelto de plomo!

Las palabras que la mujer pronunció antes de irse no dejaban de dar vueltas en su mente…

¡La niña tiene leucemia!

«La hija de Estela y Miguel… ¡¿Tiene leucemia?!».

Él hizo todo lo posible por calmarse. Durante el medio mes que había estado en Vancouver, vio a Miguel acompañando a la niña todos los días, pero nunca fue al hospital para que recibiera tratamiento.

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