Por qué no me amas
Capítulo 19

Capítulo 19:

Los ojos de la mujer se oscurecieron. Con una sonrisa, dijo seductoramente: «¿Todos los hombres son igual de malos? Tú sabes bien lo que quieres hacer, pero aun así quieres que lo diga…”.

Luego se inclinó para sentarse directamente en el regazo del hombre.

Esteban la miró con frialdad.

Apartándose el pelo, ella se mordió los labios y lo miró con sus ojos encantadores.

Acto seguido, sus manos comenzaron a deslizarse silenciosamente desde los hombros del hombre, mientras sonreía tentadoramente con sus dedos suaves y diestros cayendo sobre su cintura.

Al ver que su expresión se volvía cada vez más oscura, su mano bajó…

El hombre frunció el ceño y entrecerró los ojos. Parecía tan helado como un iceberg.

«¡Ah… ¡¡Cariño! ¡Bebé! ¡Me lastimas las manos!”. De repente, ella comenzó a gritar de dolor.

Esteban la sujetó de la muñeca y la apartó de su cuerpo sin piedad. Luego la echó al piso como si fuera basura.

«¡Fuera de mi camino!». Gritó.

Después de regresar al país Esteban parecía no estar interesado en el trabajo desde que ganó esa licitación. Se la pasaba borracho todo el día y la noche, dejó que fuera el consejo de administración quien se encargara de todos los asuntos de la empresa.

Por su parte, la compañía solo anunció que su presidente se había tomado un descanso.

Solo él sabía que era mejor admitir que se trataba de una indulgencia.

¡Una total indulgencia!

Por la noche, a pesar de estar borracho, solía correr con su auto de regreso a su villa.

Urna noche, Ciudad H se encontraba bajo una lluvia torrencial y, como no traía paraguas, llegó a casa totalmente empapado.

Tan pronto como entró en la habitación, corrió al segundo piso y abrió la puerta del dormitorio principal. Sin embargo, esta se encontraba sumergida en la oscuridad y el silencio. Nadie estaba esperando su regreso. ¡Una atmosfera tan fría lo molestó mucho! Este sentimiento había durado por varios meses ya. Encendiendo la luz, miró fijamente la habitación vacía; cuando ella estaba allí, siempre había muchas flores alrededor, además de varías fotos.

Todavía recordaba que después de enviar personalmente a Estela a prisión, ordenó a los sirvientes que limpiaran todo. Las sábanas y edredones eran tan suaves y no tenían arrugas porque nadie los había estrenado todavía, a pesar de llevar tanto tiempo allí.

La calidez y la felicidad que había experimentado en el pasado nunca volverían a existir.

Nadie volvería a acostarse en esta cama jamás.

Esteban de repente se cubrió el pecho, sintiendo como si el corazón se le estrujara con fuerza. ¡La sensación fue tan sofocante que casi se quedó sin aliento!

Entonces salió corriendo a la siguiente habitación.

Se trataba del guardarropa de Estela.

En cuanto lo abrió, descubrió que su ropa seguía allí, colgada en perfecto orden. Quizás el sirviente se había olvidado de vaciarlo, pero la vista le estaba quemando los ojos.

De repente, la vio aparecer en su mente con el vestido que le había comprado y una sonrisa brillante y dulce.

Recordó sus sonrisas y lágrimas. Cómo se veía cuando estaba feliz, deprimida o desesperada.  Podía recordarlo todo claramente.

El dolor en su pecho comenzó a empeorar. Un sentimiento de molestia entrelazado con ansiedad se apoderó de su corazón, volviéndolo completamente loco.

Aunque no quisiera admitirlo, simplemente no podía olvidarla.

¿Como pudo pasar esto?

Ella era solo la hija del hombre que mató a su madre, y su única intención siempre fue aprovecharse de ella. ¡Su relación comenzó por su deseo de venganza!

Pero, ¿En qué momento empezó a enamorarse de ella?

Ahora había perdido su alma, y no le quedaba más remedio que emborracharse todas las noches para soportar el dolor.

En innumerables sueños nocturnos, Esteban imaginaba a Estela acostada a su lado nuevamente. Sin embargo, cada vez que se despertaba con resaca, su dulce sueño terminaba.

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