Por qué no me amas -
Capítulo 18
Capítulo 18:
Una oscura luz brillo en sus ojos mientras la mira diciendo: “Hace mucho tiempo, me dijiste que tenías muchas ganas de ir a Vancouver a ver las hojas de acre…”.
Al escuchar esto, ella se quedó atónita durante unos segundos; luego su expresión cambio, como si se le hubiera ocurrido algo.
Efectivamente, eso había sido hace mucho tiempo. En ese entonces, ella todavía era una niña malcriada que soñaba con ir a Vancouver a ver las hojas de arce.
El hombre que estaba encerrado en su propia memoria, quería llevarla a Australia para ver los koalas, y nunca se imaginó que ella elegiría el mismo lugar para escapar.
“Miguel, nunca espere que tu fueras quien mejor me conoce”.
Ella esbozó una leve sonrisa de autocrítica y su mirada indiferente hizo que el hombre se sintiera más angustiado.
Conteniendo el impulso de abrazarla, él respiro hondo y fingió recriminarle: “Ahora que lo mencionas, ya veo que no me consideras un verdadero amigo. No me dijiste que te habían liberado ni que habías venido a Australia tú sola. Ni siquiera me llamaste durante meses ¿Ya no querías hablar conmigo?”.
“No es eso”. Ella negó con una mirada nerviosa: “En verdad lo siento. Tenia tanta prisa que no tuve tiempo de decirte nada. Además, no quería que mucha gente lo supiera…”.
Después de todo, en esa situación, era difícil asegurarse de que nadie la estuviera escuchando a escondidas.
“No vine hasta aquí para escuchar tus disculpas”. Respondió él con seriedad. Su mirada estaba clavada en ella, sin permitirle esquivarla: “Ahora que por fin te encontré, déjame quedarme contigo para ayudarte a cuidar a Daisy».
“¡Absolutamente no!”.
“Escúchame, por favor. Con tu condición física actual, no puedes darte el lujo de sufrir un accidente ¿Sabes lo riesgoso que es para una mujer con un hijo estar en un país desconocido? Además, Esteban Gu ya fue a Vancouver a buscarme».
Los ojos de la mujer se oscurecieron al escuchar esto.
«¡Basta, por favor!».
Luego de esto, dejó escapar un suspiro de alivio y dijo con determinación: «Me has ayudado a cuidar a Daisy durante dos años, ¡Ya no puedo seguir metiéndote en problemas! Además, el hecho de que Esteban Gu supiera que estabas en Vancouver quiere decir que tiene una forma de encontrarte, y por lo tanto a mí. Así que te suplico que regreses por mi bien. En verdad ya no quiero tener más contacto con ese hombre».
Ahora ya estaban en paz.
Al escuchar su determinación, Miguel permaneció en silencio durante un rato y finalmente suspiro impotente. Claro, él había supuesto que seria así. Una vez que Estela estaba decidida en hacer, haría todo lo que pudiera para lograrlo, era tan teca que nadie podría detenerla.
Ahora, sería inútil para él tratar de persuadirla.
Con esto en mente, dijo: “Mira, puedo volar a Vancouver si eso es lo que quieres. Pero debes prometerme que tendrás mucho cuidado. Vives sola, así que no debes confiar en nadie. Sin embargo, no dejare de venir a visitarte a ti y a Daisy a menudo. No puedes decirme que no”.
Luego de pensarlo por un momento, ella respondió: “Está bien”.
A la una de la mañana.
Después de beber la ultima copa de vino, Esteban miro las botellas tiradas sobre la mesa y cerro lo ojos.
Detrás de él, una joven modelo que había estado esperando durante mucho tiempo, se acerco y le susurro al oído: “Cariño, has bebido demasiado esta noche. ¿Qué es lo que quieres hacer?”.
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