Mamá psicóloga
Capítulo 91

Capítulo 91:

POV Lucas

Ella se pone en pie con sus ojos humedecidos por las lágrimas y estoy listo para escucharla, gritarme, pero la puerta de mi consultorio se abre impidiéndoselo.

Ella pestañea varias veces antes de tomar sus papeles y caminar hasta la puerta.

“Usted no debería entrar a la consulta sin permiso”, le grita.

“Usted aparte de aparecida es mal educada”.

“Señorita yo no…”

“¡Claudia!”, le grito impidiendo incluso que mi paciente hable.

“Te dije que seas amable y ahora retírate”.

La mujer en cuestión me mira.

Luego sale de la oficina y me quedo a solas con su mirada en ella, lleva un vestido gris de cuello alto que se amolda delicadamente a su notable v!entre debido a la delgadez notable de ella.

Me parece una chica sacada de una de esas películas antiguas en la que la dulce chica lleva un suéter de punto a juego con el cinturón alrededor de su cintura.

“Puedes pasar”, le digo.

“No te quedes en la puerta”

Ella asiente con las manos a cada lado de su cuerpo.

“¿Desayunaste?”

“Sí, doctor, comí algo antes de salir”.

“Llámame Lucas”, digo tomando la recién creada historia médica de esta chica.

“Pasemos a los exámenes principales y luego iremos a almorzar para hablar de nuestro… acuerdo”.

Ella asiente.

Me pongo en pie para abrir la cortina de la camilla a un lado de mi consultorio y la miro rápidamente antes de entregarle una bata médica y señalar el baño en el otro extremo.

“Vete a cambiar”, le digo.

“Haré un examen intrauterino, mediremos tu v!entre y después haremos el ultrasonido”, le explico.

Ella sienta algo sonrojada.

La veo marcharse al baño antes de regresar unos veinte minutos después completamente sonrojada.

La ayudo a sentarse en la camilla antes de calmarla.

Sus manos están temblando mientras el rubor de sus mejillas es casi del tono de los tomates.

“No sientas pena, esto es un examen médico”, tomo una de sus manos.

“Vamos a ver que todo esté bien, no voy a mirar nada más”

“Vas a mirarlo todo”, musita ella.

“Esto es vergonzoso”.

“No necesitas estar avergonzada”, insisto.

“Ahora recuéstate en la camilla y abre las piernas”.

Ella asiente.

Me siento en la silla un poco más allá de los pies de la camilla para colocarme los guantes mientras la chica avergonzada se acomoda en la camilla.

Una vez todo está listo, me enfoco en mi trabajo.

Uso cuidadosamente cada instrumento.

Trato de calmar a la chica mientras veo que después de todo su cuerpo está en perfectas condiciones y una vez he anotado todo la dejo bajar las piernas.

Cambio la funcionalidad de su camilla apartando las barras para sostener los pies y me muevo en la silla para quedar a su lado.

Le ofrezco una toalla para cubrir su intimidad antes de subir la bata médica para medir su v!entre.

Palpo el v!entre con cuidado.

Anoto todo en el historial médico y después de hacer esto enciendo el aparato para ultrasonidos.

Ella mira algo preocupada el aparato, le sonrío antes de tocar ligeramente su mano para calmarla, tratando de hablar con calma y explicándole minuciosamente lo que voy a hacer a continuación.

“Vamos a hacer algo especial hoy”, le advierto.

“Primero veremos si todo está en orden y luego le daré un regalo especial que va a encantarte”.

Ella me mira emocionada.

Dejo caer un poco del líquido sobre el v!entre y la chica salta ligeramente ante el frío líquido.

Suspiro antes de acercarme a ella con el mando de la máquina.

Prendo la pantalla e intento mirar con cuidado la imagen dentro de la pantalla.

“Parece que está en su tamaño”, le digo

“Tenemos dos pies, dos manos y un desarrollo perfecto”

La chica mira hacia la pantalla.

“¿Ves esto?

Señalo la redondeada silueta dentro de los tonos sepias de la pantalla.

“Esta es la cabecita del bebé”

Muevo el mando más abajo.

“Esta es su columna y parece estar emocionado porque ha comenzado a moverse”.

La chica mira fascinada a la pantalla.

Toco otro de los botones haciendo que el latido interior se escuche en la sala de estar y frunzo el ceño cuando noto algo irregular.

La chica me mira extrañada cuando muevo el mando un poco más hacia abajo en su v!entre.

Mis ojos se abren cuando encuentro el motivo del sonido irregular.

“No sé si esto sea una buena noticia, pero…”

“¿Qué sucede doctor?, ¿Hay algo malo con el bebé?”.

“Que no es un bebé”, le digo.

“Son dos”

“¿Dos?”, murmura incrédula.

“Son dos bebés…”

Su voz sale ahogada.

Puedo ver las lágrimas salir de sus ojos y le ofrezco un pañuelo antes de inclinarme sobre la máquina para cambiar el tipo de ultrasonido y apago las luces para que esta imagen se refleje sobre el v!entre de mi paciente.

Miro la pantalla mientras la imagen a tiempo real comienza a definirse mucho más.

Muevo el alguno correcto para ver exactamente lo que quiero y la chica en la camilla jadea cuando ve la imagen clara de dos pequeños bebés dentro de su v!entre.

“Puedes saludarlos”

Digo mientras los bebés se mueven.

“Ellos escuchan perfectamente lo que decimos, pueden sentirte y estoy seguro de que ahora mismo están felices de que mami sepa que ellos están ahí”.

La chica, frente a mí llora.

Llevo su mano hasta la imagen similar a la pantalla que se proyecta en su v!entre y coloco sus dedos sobre la cabecita.

“¿Qué tal cariño?”, susurro.

No lo puedo creer.

¡Es mi bebé!

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