Mamá psicóloga
Capítulo 55

Capítulo 55:

POV Lizbeth

“Señora, llevaré las maletas arriba”

El chofer se acerca a mí.

“No hay servicio en la casa porque ya nadie viene mucho por aquí, pero alguien se encargó de limpiarla y surtir la nevera”, rasca su cabeza.

“Si necesita algo puedo pedirle a alguien del pueblo que…”

“Oh, no es necesario”, sonrío.

“Puede marcharse, lo llamaré si necesita alguna cosa, yo cuidaré de todo desde ahora”.

“Bien, llevaré las maletas a su habitación”

“Gracias”.

El chofer se marcha para tomar las maletas.

Lucia aún en mis brazos limpia sus ojos ahora completamente despierta y tomo la mano de Lucas para subir los escalones del porche.

El chofer corre hasta mí para entregarme las llaves de la casa.

Dejo a Lucía sobre el suelo para encargarme de la puerta.

El primero en entrar es el chofer.

El olor de la madera se mezcla con algo de antigüedad dentro del inmenso hall que custodia la entrada y tomo la mano de ambos niños para adentrarme genuinamente curiosa en la casa.

Todo dentro de este lugar es simplemente sofisticado, papel de tapiz, la madera que recubre las paredes y la escalera, la inmensa escalera que corona el Hall.

Lucas suelta mi mano para correr hacia la derecha, su hermana lo sigue haciéndome también ir tras ello, pero apenas llegamos a la sala de estar, me quedo congelada en el arco de la entrada.

La casa es simplemente impresionante por fuera, pero este salón, tiene un aura tan encantadora y anticuada que siento que he caído directamente dentro de una burbuja de tiempo.

Los muebles, las paredes, todo es impresionante, pero lo más impresionante aquí es el inmenso cuadro colocado sobre la chimenea directamente frente a mí.

Es un retrato, del tamaño de la pared, el marco dorado realza aún más la magnificencia de esa imagen y siento que estoy mirando alguna famosa pintura en un museo.

La mujer sentada en un sofá de color marrón que sostiene la mano de un hombre que no reconozco es definitivamente mi suegra.

Mis ojos se mueven hacia las otras tres personas en la foto.

Mi marido es una de ellas, está ligeramente abrazando al que supongo es su hermano y este sostiene la mano de una mujer que tal vez fue su esposa.

Realmente no sé, pero no tengo mucho tiempo para averiguarlo, ya que un pequeño lloriqueo viene desde mi derecha.

Me acuclillo junto a Lucía cuando veo sus lágrimas correr sin control.

La niña que nunca ha emitido un solo g$mido desde que la conozco está llorando a viva voz a mi lado.

La tomo en brazos preocupada, trato de encontrar alguna respuesta en Lucas, pero él simplemente ha salido de la sala de estar.

“¿Qué sucede cariño?”, murmuro limpiando sus lágrimas.

“¿Dime por qué estás llorando?”

La niña solo llora más fuerte.

Luego se aferra a mi cuello con tanta fuerza que incluso duele y maldigo no saber qué está sucediendo realmente con ella.

Salgo de la sala de estar directo a las escaleras.

Las paredes ahí están también bastante decoradas con pinturas y fotografías más pequeñas, pero nada de eso me importa realmente ahora.

Llego a la última puerta del pasillo, la única que está abierta, esquivando las maletas en mi camino para dejar a la pequeña sobre la cama.

Sigue llorando sin control, abrazándose a mí como si estuviera a aterrada y cuando Lucas sube a la cama con esa mirada extrañamente confundida pienso que quizás este lugar tiene demasiados recuerdos familiares.

Algo que podría ser bueno o preocupante, cosa que tendré que descubrir por mi cuenta.

POV Jeremías

Tengo un dolor de cabeza insoportable.

Los informes que el sujeto envío siguen en el asiento trasero de mi auto y, aunque no debería estoy conduciendo rumbo al único lugar que podría traerme la calma ahora mismo.

Mi familia y la mujer que ahora cuida de ellos, ya que por algún motivo no puedo sacarla de mi cabeza.

Los árboles inmensos que custodian el camino hacia la casa familiar guían en camino hacia la casa y siento esa extraña sensación moverse bajo mi pecho cuando llego frente a la puerta de hierro que hace demasiados años no veo.

Bajo del auto, cuando la sensación en mi pecho se hace asfixiante, los remordimientos y los recuerdos se mezclan con mi ya estresada cabeza e intento mantenerlo bajo control.

Sonrío ligeramente cuando me acerco a las vigas de metal, empujo la puerta para abrirme paso y mi corazón se detiene por un instante cuando detengo mi coche frente a la entrada principal.

La última vez que vi a mi hermano estábamos en este portal.

Él me estaba diciendo que debía tener tiempo para mi familia.

Sonrío tristemente con las manos en mis bolsillos, quizás si le hubiese escuchado no habría muerto.

Quizás si me hubiese quedado más tiempo en esta casa con los niños y mi madre, mi hermano no habría…

Niego, me digo que he lidiado con esto por años y que  este es momento de centrarme en lo que realmente importa que es mantener a mi lado a mis niños, la empresa y sobre todo tratar de continuar con las ideas que mi hermano alguna vez quiso.

Entro en casa sintiendo una vez más esa inmensa melancolía moverse por mi interior.

Esta casa solía ser un santuario para nuestra familia, nadie traía trabajo o discutía mientras estábamos aquí o al menos no hasta que comencé a alejarme de la familia.

Resoplo antes de doblar a la izquierda.

Alzo la vista y me quedo directamente mirando el inmenso cuadro familiar donde estamos todos.

El rostro de mi hermano me juzga a pesar de esa sonrisa en sus labios, una sonrisa que era completamente falsa porque todos en ese día estábamos hartos de posar para el anciano que nos hizo permanecer así por más de cuatro horas.

Unos pasos en las escaleras me hacen alejarme de la pintura, camino directamente hasta el umbral de la puerta y ella está ahí, su rostro preocupado luce bastante desorientado aún.

“¿Jeremías?”

No parece segura de que soy yo.

“¿Qué…? ¿Qué haces aquí?”

Ella camina hacia donde estoy.

“¿Sucedió alguna cosa?”

“No, solo quería…”, la miro.

“Estar con ustedes, extraño a los niños”

“Oh, los niños… ellos están…”, muerde su labio inferior.

“Están dormidos, debiste venir antes para que pudieras…”

Sujeto su rostro entre mis palmas.

Ella detiene sus palabras para mirarme un momento y sus labios son humedecidos por su pequeña lengua.

Mis ojos no se pierden ese movimiento.

La sensación en mi pecho es aplastada por la necesidad de tenerla aún más cerca de mí.

La quiero abrazar.

La quiero besar.

Quiero que este conmigo.

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