Mamá psicóloga -
Capítulo 53
Capítulo 53:
POV Lizbeth
No tiene nada que ver con la capacidad de padre que tiene Jeremías y si algo he visto es la devoción por ellos.
Me inclino sobre su mano, coloco un parche sobre sus nudillos y luego sujeto su mano con las mías.
Este gesto hace a mi esposo mirarme.
Mi corazón se rebosa de emociones.
Emociones peligrosas e inconfundibles que prefiero ignorar.
Paso mi mano por su rostro un minuto después y aunque no debería digo lo que está en mi cabeza.
“Estoy aquí para apoyarte, sé que esto es mi culpa y que soy el motivo de este problema, pero las cosas están mejorando, Lucas hoy…”, sonrío.
“Hoy me habló de su madre, me dijo por qué Lucía no ha dicho una palabra y no pienso dejar que tu familia interrumpa este progreso”.
“¿Mi hijo habló de su madre?”
Él luce incrédulo.
“¿Qué fue lo que dijo?”
“Realmente no mucho, solo me comentó que me prefería como mamá”, sonrío al recordarlo.
“Dijo que yo no le gritaba a Lucía y a ti”, carraspeo.
“De hecho quería preguntarte sobre eso, al parecer… tu ex mujer le dijo a la niña que las niñas buenas no hablaban y cree que su madre se fue porque ella habló o algo parecido, no sé realmente si tenga algo que ver con su mudez, pero ella…”, suspiro.
“Ella parecía asustada de decirme algo”
Mi esposo me mira en silencio.
Su expresión pétrea no me deja entender realmente qué está pensando, pero cuando me lleva hasta su pecho para rodearme con sus brazos comprendo que simplemente debo disfrutar de este momento, extraño y espontáneo.
“Quiero que te lleves a los niños lejos”, me pide después de un momento.
“A la casa familiar de campo”, me informa.
“Mandaré a alguien a limpiarla para que puedas irte mañana”
Él me hace mirarlo a los ojos.
“Quiero mantener a los niños lo más lejos posible de todo esto, ayúdame con eso Lizbeth, ayúdame a mantener a mis hijos lejos de todo este problema”
“No tienes que pedírmelo Jeremías, haré todo por ellos”, suspiro.
“Quizás un cambio de ambiente, también ayude, haré los ejercicios de juego que dijo mi profesor”, sonrío tratando de hacerlo reír también.
“Además, necesito estudiar un poco y ese lugar seguro me dará un poco de paz, nos dará tranquilidad mientras todo termina”
POV Jeremías
Me despido de mis hijos, incluso si no quiero, los veo subir al auto que los llevará a la casa de campo familiar.
Lizbeth sale por la puerta mientras el chofer se encarga de subir las maletas al auto.
Ella se detiene a mi lado con una pequeña sonrisa en sus labios.
“Realmente me gustaría quedarme aquí contigo, pero no creo que sea bueno para los niños”, admite.
“Ya sabes si tu madre aparece o si se enteran de algo podría ser perjudicial”.
“Lo sé, por eso, espero que los cuides bien”
Tomo su mano sintiendo que no quiero dejarla ir.
“Trataré de solucionar todo lo antes posible”.
“Si necesitas alguna cosa…”, duda un instante antes de hablar con una voz avergonzada.
“Puedes llamarme y vendré o… lo que sea”.
“No te preocupes, todo estará bien”.
Llevo su mano a mis labios.
“Estudia y cuida de los niños, en unas semanas todo este lío se resolverá y podremos festejar que serás una excelente psicóloga oficialmente”.
Ella sonríe al darse cuenta de que soy consciente de que en breve estará haciendo el último de sus exámenes.
Ella mira hacia el auto cuando el chofer al fin sube al auto.
Mi cuerpo se mueve por sí solo cuando trata de caminar hacia el coche.
La envuelvo entre mis brazos disfrutando de su cálido olor una vez más y beso sus labios rápidamente.
El mundo desaparece, mi esposa se sonroja cuando aparto mi boca de la suya y siento que puedo lidiar con mis problemas mucho más fácilmente.
Lizbeth carraspea antes de mirar hacia el auto una vez más.
“Tengo que irme”, susurro.
“Yo tengo que…”
“¡Oh, sí lo entiendo!”, respondo antes de soltarla.
Ella camina rápidamente hacia el coche.
Luego me da una última mirada antes de subir al auto y cuando mis hijos se despiden de mí desde la ventanilla del auto trato de sonreír como si las cosas realmente estuvieran bien.
Una vez el auto desaparece de mi vista regreso dentro de casa.
Llamo a mi asistente para que se encargue de cualquier cosa que tengo que hacer el día de hoy y marco el número que me dio un viejo amigo.
La llamada tarda en ser contestada, pero después de unos dos intentos la voz algo cansada de la otra persona al lado de la línea me responde.
“Andrew Makcencci me dio su número”, informo.
“Soy Jeremías Mark y necesito investigar a alguien, lo más pronto posible”.
“¿Investigar?”, la voz suena divertida.
“Eso podría salir caro, hermano, ¿Qué tanto quieres investigar?”
“Todo, té enviaré el nombre en un mensaje de texto y quiero un informe completo para final del día”.
“¿Final del día?”, el tipo silva.
“Eso será aún más caro”.
“Puedo pagar, todo lo que quieras, así que solo envía una cifra”.
“Bien, le hablaré, apenas tenga lista su orden”
“Estupendo”.
Corto la llamada.
Luego camino hacia la ventana y mientras espero a que mi asistente me envíe algunos informes sobre el subgrupo farmacéutico que mi tío controla desde hace años.
Bebo un poco de café.
El odio me llena cuando recuerdo que también tengo que lidiar con el hecho de que mi madre está tratando de quitarme a los niños.
Llamo a mi abogado para concertar una cita y los informes llegan justo una hora antes de que este venga a mi casa para hablar sobre la demanda.
“Buenas tardes, Señor Mark”, comenta apenas se sienta.
“Sé exactamente para lo que llamó y quiero decirle que, aunque llevo años trabajando para su familia, no puedo apoyar a su madre en esta situación”.
“Me alegra saber eso”, admito.
“Porque realmente cuento con su conocimiento”.
“Me encargaré del asunto legal, solo no haga algo absurdo como poner en peligro la vida de los niños o como tener una aventura”, duda.
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