Mamá psicóloga -
Capítulo 51
Capítulo 51:
POV Lizbeth
“Las niñas buenas no hablan, mamá…”
Lucía corre hacia donde Lucas juega con su pelota para abrazarlo.
Me pongo en pie sujetando la muñeca aún en mis manos pensando en lo que acaba de decirme.
Los niños juegan con la pelota hasta que los llamo para comer el almuerzo y mientras ayudo a Lucía.
Lucas me explica como mi profesor jugo con él a las carreras de autos.
Después del almuerzo, Lucia por fin se queda dormida en mis brazos, pero Lucas simplemente me observa distraído.
Paso una mano por su cabello tratando de descubrir que le sucede de repente.
“¿Qué pasa cariño?”
“Lulu, dijo que le pediste hablar mamá”, el niño me mira
“No lo hagas otra vez mamá, Lulu o se pone triste”.
“¿Por qué?”, digo aprovechando la oportunidad.
“Estoy segura de que tiene una voz muy bonita”.
Mi hijo toma uno de los cubiertos de plástico sin usar y da pequeños golpecitos sobre su pierna distraído mientras habla.
“Lulu cree que si habla también te irás mamá”, su voz se vuelve algo triste.
“Cree que si habla papá y tú discutirán como esa noche y no podremos verte más”.
¿Discutir?
¿Esa noche?
Me doy cuenta de que está hablando de la noche de su accidente.
Extiendo mi mano para alzar su rostro y le doy un pequeño guiño para animarlo a que se acerque a mí.
Lucas se acomoda contra mi hombro permitiéndome abrazarlo.
“Cariño, no voy a irme a ningún lugar, no voy a discutir con papá y si quieres contarme que pasó puedes hacerlo”
Beso su cabeza.
“No voy a irme a ningún lugar”.
“¿De verdad mamá?”
“De verdad cariño”
“¿Lo prometes?”
“Lo prometo”.
“Sabía que serías una buena mamá”, comenta besando mi mejilla.
“Quería mucho a mi otra mamá, pero tú eres mejor que ella, tú no le gritas a Lulu o a papá”.
POV Jeremías
Tardo unos diez minutos en por fin salir de mi auto, tomo las dos carpetas que encontré hoy en la mañana cuando llegué a la oficina e intento mantener la cama.
Me digo que lo único en lo que debo pensar ahora es en mis hijos y en que deben estar asalto de toda esta absurda situación que está comenzando a volverse insoportable.
La casa de mis padres sigue siendo igual de imponente.
El dolor de regresar aquí después de todos estos años en los que no me he sentido capaz de hacerlo.
También se mezclan con la furia que me hace sostener con rabia las malditas carpetas que sin lugar a dudas no tienen ningún sentido.
“¡Lauren!”
Mi voz se mueve entre las marmoleas paredes, los pasos apresurados que van por las escaleras me hacen voltearme hacia la entrada de la sala de estar y puedo ver la preocupación en sus ojos mientras arregla su cabello nerviosamente.
“¿Por qué estás gritando como un mal educado en mi casa Jeremías?”
Me regaña mi madre.
“Estas no son horas de…”
“¿Estas no son horas?”, le acuso.
“¡De verdad vas a decirme eso!”
Lanzo las carpetas al suelo.
Tomo el maldito móvil que sigue sonando incesantemente y contesto la llamada que he tratado de evitar para no perder la cabeza y cometer una locura.
“Estoy en casa de mi madre, ven aquí si quieres hablar”
Es lo único que digo.
“No pienso ir a tu maldita oficina tío”
Corto la llamada, mientras mi madre traga grueso.
Luego ella camina furtivamente hacia la cocina y la sigo con rapidez porque no pienso dejar que ella escape de todo esto.
Tomo a mi madre del brazo, esta se sobresalta cuando le impido seguir avanzando.
“Dime, ¿Que m!erda es ese documento madre, dime qué infiernos significa esa demanda?”, gruño.
“¡Respóndeme!”
“Estoy haciendo lo mejor por mis nietos”, responde.
“Suéltame, no te comportes como un troglodita o será mucho peor”.
“¿Me estás amenazando?”, la suelto con fuerza.
“¡Con qué cara haces eso madre!”, gruño.
“Con que rostro me reclamas cuando acabas de denunciarme para quitarme a mis hijos”.
“Porque estás haciendo las cosas mal, porque lo único que estás provocando es confundir más a mis nietos y no pienso permitirlo”.
“¡Te dije que no tienes ni la menor idea de lo que hablas!”, grito.
“Ni tú, ni mi maldito tío, deben meterse en esto, es mi familia, mi responsabilidad y mi maldita decisión”.
“Ellos siguen siendo mis nietos y una mujer fracasada, sin mucho que destacar de su vida, que te ha hecho pagar una deuda absurda solo porque le pareciste mejor partido que el marido que tenía no puede estar con mis nietos”.
“¡Ahora te importan!”, le grito.
“Ahora son tus nietos, eres increíble Lauren”
Golpeo la pared con rabia.
“Cuatro años, cuatro malditos años en los que lo único que ases es esquivarlos o sonrieres falsamente cuando te da la maldiga gana de ir a verlos”, niego.
“Por favor no tienes derecho a opinar absolutamente nada mamá”
“Tengo mis razones para no verlos, sabes que la pérdida de tu hermano me destrozó, sabes que no me siento bien, con verlos sonreír, con verlos a ustedes ser felices cuando mi hijo”
Ella lleva una mano a su pecho.
“Cuando Darwin…”
“¡Mis hijos no tienen la culpa!”. Grito.
“Yo no tengo la culpa, sigo aquí madre y no te había importado, así que simplemente soluciona esto antes de que pierda la cabeza”.
“No, no voy a quitar la demanda, no voy a dejar mis nietos solos con esa mujer”.
Ella me señala.
“Mírate, estás descontrolado, agresivo y cuestionando cosas absurdas solo por esa mujer, eso no es bueno para mis nietos eso no es…”
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