Mamá psicóloga
Capítulo 50

Capítulo 50:

POV Jeremías

“Hola campeón”

Pone su mano para que mi hijo la golpee.

“¿Quieres hacer una carrera de coches?”

Frunzo el ceño cuando el médico se sienta entre mis hijos.

Toma uno de los autos de los juguetes apilados y lo coloco junto al de Lucas, cuenta hasta tres, pero en lugar de lanzarlo hacia el frente el auto golpea el de mi hijo.

Lucía corre hasta mí, mientras mi hijo se queda fijamente mirando lo que acaba de suceder.

El doctor toca su cabecita antes de sonreír.

“Ups, creo que he chocado tu auto”, lo mira.

“¿Estás bien?”

“Sí, pero debes tener cuidado”, le advierte.

“Si alguien va dentro puede dolerles mucho…”

El médico me observa.

Doy un asentimiento cuando comprendo su mirada y cuando él toma la mano de Lucas para llamar su atención siento el impulso de ir hasta mi hijo, pero me mantengo en mi lugar.

“¿Te dolió cuando estabas en el auto?”

Mi hijo lo mira.

Mi respiración se detiene con preocupación y mientras mi hija oculta su rostro en mi hombro, mi hijo da un asentimiento de cabeza para ponerse a jugar una vez más con el auto.

El médico camina hasta mí, sus brazos cruzados me dicen que está complacido con su demostración y sus palabras lo confirman.

“Estoy casi seguro de que están haciendo las cosas mal a propósito”

Mira hacia mi hijo.

“Lizbeth me dijo que estaban haciendo terapia de choque sin juegos o actividades, justo como leí en el informe, debería pensar seriamente si hay algún motivo para esto, aunque también pudo ser un error”

POV Lizbeth

Agradezco que mi padre esté de regreso en su habitación para la hora del almuerzo, me siento mucho mejor de ver a mi madre una vez más calmada y charlando con él antes de regresar a mi torturadora consulta.

Veo a los pacientes pasar de uno en uno, noto que el doctor Luis es bastante profesional con el resto de niños y me molesta muchísimo que no fuera así con Lucas, pero es algo de lo que ya no debo preocuparme.

“La próxima semana terminan tus prácticas, ¿Verdad?”, dice el doctor mientras recojo mis cosas para ir a casa.

“Realmente pensé que serías una molestia, pero haces las cosas bastante bien”, admite.

“Sin embargo, sigo diciendo que te entrometiste en algo que no era tu asunto”.

“Usted estaba haciendo las cosas mal profesor”.

Hace una pausa.

“No puedo evitar decirlo, lo sabe y realmente creo que no deberíamos hablar de eso otra vez, porque realmente parece ser un buen médico, tenga buena noche”.

Salgo de la consulta, por fin, me saco la bata antes de subirme al ascensor y tomo mi móvil feliz de haber terminado a tiempo para cenar con los niños.

Marco el número de Jeremías, pero este no contesta.

Conduzco a casa preocupada de que algo esté sucediendo, pero tampoco está ahí.

Los niños, sin embargo, me distraen con sus historias de hoy, terminamos cenando solos.

Después les permito ver un poco de televisión y salto rápidamente fuera del sofá cuando mi móvil comienza a vibrar y el nombre de mi esposo aparece en la pantalla.

“¡Jeremías!”, sueno demasiado preocupada.

“¿Por qué no contestabas? Te llamé un montón de veces y…”

“He estado ocupado, Lizbeth, encárgate de los niños, por favor, necesito resolver algunas cosas con mi familia”.

“¿Está todo bien?”

“Sí, son asuntos familiares, no te preocupes de nada y no me esperes, quizás regrese tarde en la noche o simplemente vaya directamente a la oficina”.

“Pero…”

“Todo estará bien, mañana cenaremos y te diré que hable con el psicólogo que recomendaste”.

“Bien, pero por favor llama si necesitas algo, yo…”, llevo una mano a mi pecho.

“Realmente quiero ayudarte si lo necesitas”.

“Cuida a los niños Lizbeth”, me pide entonces.

“Eso es lo más importante ahora mismo”.

La llamada se corta después de eso.

Me preocupo, aunque él diga que todo está bien, pero decido regresar con los niños para continuar viendo la película de dibujos animados.

Después de que esta termina llevo a los niños arriba y cuando insisten en dormir conmigo no puedo hacer nada más que llevarlos a mi habitación.

Me despierto alrededor de las diez de la mañana, agradezco que sea fin de semana, me levanto con cuidado de no despertar a los niños y chequeo mi móvil para ver si Jeremías ha llamado.

No lo ha hecho.

Recuerdo que las empleadas hoy no están en casa, así que me ocupo del desayuno antes de subir una vez más para despertar a los chicos.

Después de darles una ducha rápida y cambiarlos de ropa, decido que deberíamos tener un pequeño pícnic en el jardín, así que preparo una bolsa con algunas cosas mientras los niños recogen emocionados sus juguetes para seguirme hacia el jardín.

“¡Mamá, nuca, hemos hecho un pícnic!”, comenta Lucas, rebotando su pelota.

“¡Es como en las pelis!”, mira a su hermana.

“¿Verdad Lulu?”

La niña asiente mientras me ayuda a colocar los platos desechables y los tápers sobre la manta de color naranja que traje.

Le pido a Lucas no correr muy lejos mientras Lucía sigue a mi lado jugando con sus muñecas.

Pienso que quizás esta es una buena oportunidad para hablar más con mi pequeña.

“¿Puedo jugar contigo?”

Hago las señas mientras me acuesto sobre la manta.

“¿Qué te parece?”

“Sí, mamá, juguemos”, responde entre señas.

Tomo una de las muñecas y la examino antes de hablar una vez más con mi Lucia.

“¿Tiene nombre?”

La niña asiente.

“¿Me lo puedes decir?”

“Camil…”, gesticula mi pequeña.

Miro la muñeca una vez más para después mirar a mi hija.

“Qué nombre tan lindo, ¿Por qué no lo intentas decir con palabras?”

Mi hija niega rápidamente.

“Vamos, Camil, es fácil, Ca-mil…”

“No, debo quedarme callada”, dice poniéndose en pie.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar