Mamá psicóloga
Capítulo 49

Capítulo 49:

POV Jeremías

Alejo esa incertidumbre que sigue cuestionándome si realmente pude evitar su muerte contestando esa llamada, pero la verdad, no tengo ninguna forma de confirmarlo, así que simplemente entierro ese pensamiento en el fondo de mi mente y me pongo en pie para llevar a mi esposa a su cama, sin embargo…

Ese susurro de mi conciencia me advierte que no podré dormir bien si me encuentro solo, en medio de mi habitación.

Recordando una y otra vez todo lo que pude cambiar con contestar esa maldita llamada.

Abro la puerta de mi habitación maniobrando con mi mujer dormida en brazos y la cubro con mis sábanas antes de darme una ducha para acostarme a su lado.

“¡Papá!”

La voz llorosa de mi hijo me hace despertar de un salto.

“¡Papá estás durmiendo con mamá!”

Miro a mi lado y la mujer dormida sobre mi pecho se sobresalta cuando Lucas sube a la cama.

“¡También quiero dormir con mamá y papá!”

Miro hacia la mesa de noche y me doy cuenta de que pasan de las dos de la mañana, Lucas sube a la cama sin decir absolutamente nada mientras Lizbeth intenta comprender que está haciendo en mi habitación.

“Tuve una pesadilla mamá”, comenta aferrándose a Lizbeth.

“No quiero que te marches como en mi sueño mamá”.

Mi hijo me mira.

“Mamá no se irá verdad papá, ella no se irá como en mi sueño…”

“No, cariño”

Abrazo a mi hijo.

“Ella no sé irá a…”

Miro a Lizbeth.

“A ningún lugar, fue solo una pesadilla”

Lucas asiente, cierra sus ojos acomodándose entre los dos y ni siquiera han pasado veinte minutos antes de que mi hija aparezca en la habitación.

No puedo decir nada cuando también sube a la cama y mientras Lizbeth, solo hace un gesto de que no tiene importancia, me permito dormir lo que resta de la noche.

“Jeremías”

Un toque en mi hombro me hace parpadear.

“¡Jeremías!”

Abro mis ojos para encontrar el hermoso rostro de mi mujer.

Los niños aún dormidos a mi lado se remueven ligeramente y trato de salir de la cama sin despertarlos.

Lizbeth me toma de la mano para salir del cuarto antes de hablarme.

“Debo irme al hospital más temprano hoy”; me explica.

“Tienes la cita con mi profesor hoy así que por favor no te olvides”

Ella me entrega una tarjeta.

“Ya dejé todo listo, la empleada se encargará de vestir a los niños y le pedí al chofer que los lleve al hospital cuando pase por ti para ir a la cita médica”.

“¿Hiciste todo eso?”

Miro el reloj de la pared.

“Son las seis de la mañana”.

“Me levanté temprano”, sonríe.

“El desayuno también está listo, así que solo desayuna con los niños, ¿Ok?”

Mi esposa me besa en la mejilla antes de alejarse sin decir nada más.

Me quedo en medio del pequeño salón tratando de asimilar lo bien que se ha sentido este momento.

Regreso a mi cuarto tratando de alejar el sueño pasando la mano por mis ojos.

Tomo algo de ropa antes de meterme a la ducha y después de media hora en ella al fin consigo estar despierto.

Hago lo que Lizbeth indicó antes de irme al trabajo y aunque mi tío llama con insistencia, simplemente lo ignoro.

A la hora indicada el chofer llega por mí.

Le pregunto a mis hijos por su día mientras llegamos a la consulta del doctor.

“¿Usted debe ser el Señor Mark?”; dice el médico sentado frente a mí.

“Soy el doctor Alberto Hernández, su esposa fue mi alumna hace un año, excelente cabe decir”.

Tomo la mano del médico mientras Lucas y su hermana corren a jugar con los juguetes apilados a unos metros de nosotros en la consulta del doctor.

“Mi esposa dijo que usted era un excelente profesor”, admito.

“Y sí, Lizbeth es excelente en lo que hace”.

“Realmente me pareció excepcional como consiguió recuperar una carrera de cuatro años en solo dos después de lo que sucedió”, busca en su escritorio.

“Pero realmente vinimos a hablar de los niños”

Toma por fin una de las carpetas.

“Estuve mirando este expediente médico y créame esto es simplemente incorrecto desde el principio”.

“¿Incorrecto?”

“El primer informe dice que los niños fueron encontrados inconscientes y que Lucas sufría de pérdida de memoria, pero que apenas recuperó la conciencia tubo un ataque de pánico”, señala una parte específica en el documento.

“Aquí claramente diagnosticaron síntomas de estrés postraumático”

Busca otra hoja en la carpeta.

“Pero el Doctor Calp dijo que tenía síntomas de estrés agudo, pero eso no es lo más preocupante”

Busca cuatro hojas más de los expedientes.

“Cada uno de los doctores siguientes propuso terapias para adultos o de choque que solo empeoran el trastorno en un niño, en especial si tiene estrés postraumático”

“¿Está diciendo que los médicos se confundieron?”, comento.

“¿Es eso por lo que mi hijo no ha mejorado hasta ahora?”

El doctor me mira durante unos minutos.

Luego vuelve a colocar los documentos en la carpeta y mira a los niños como si realmente dudara en lo que va o no a decirme.

Pero al final parece decidirse.

“No quiero poner en tela de juicio la ética de estos doctores, pero…”, niega.

“No creo que se equivocaran en el diagnóstico”, me mira con seriedad.

“Como le dije a Lizbeth, creo que lo hicieron a propósito Señor Mark”

“¿A propósito?”

“No sé realmente cuál era el objetivo de esto, pero… realmente me preocupa que estuvieran haciéndole esto al niño y me preocupa que suceda lo mismo con su hija”.

No dudo que realmente sea un buen doctor, pero…

¿Por qué mis hijos estarían siendo incorrectamente diagnosticados a voluntad?

Los médicos son excelentes y cuando mi tío los recomendó se encargó de conseguir a los mejores, así que nada de lo que este hombre está diciendo tiene mucho sentido.

“Sé que puede parecer difícil de creer, pero permítame mostrarle algo”

Se pone en pie para ir donde Lucas.

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