Mamá psicóloga -
Capítulo 43
Capítulo 43:
POV Jeremías
“No escuches lo que dicen, estás haciendo lo mejor por los niños y yo sé que eres un buen padre”.
Se pone en pie tratando de escapar, pero no se lo permito.
Ella cae sobre mi regazo con su mirada nerviosa conectada con la mía y sé que no tengo cómo combatir esta fascinación que provoca en mí esta mujer.
Me advierto que esto podría ser peligroso, pero una vez más no me importa y beso su boca dispuesto a conseguir mucho más de ella que unos cuantos besos.
POV Lizbeth
Tardo tan solo un minuto en responder al beso que este hombre abrumadoramente sensual me devuelve.
No puedo entender por qué motivo sentí la necesidad de reconfortarlo con un beso, pero definitivamente quiero hacerlo sentir mejor después de la desagradable situación que acabo de presenciar.
Lucas casi tiene un ataque de pánico, Lucia no dejaba de llorar mientras lo abrazaba y yo estaba a punto de abofetear la desagradable madre de mi marido.
Dice que le importan sus nietos, pero siguió gritando como una loca y acusando a su hijo de haber cometido un error casándose conmigo.
¿Y su tío?
Cielos, ese hombre no me conoce, pero parece odiarme, no sé realmente cuáles son sus motivos para hacerlo, pero una extraña sensación se mueve por mi cuerpo cada vez que me mira con fijeza como hace unos minutos.
¿Como se atreve a amenazar a Jeremías?
¿Como se atrevieron a acusarlo de ser un mal padre, cuando este hombre lo único que ha hecho desde que lo conozco ha sido intentar cuidar de sus hijos?
Verlos mejorar y puede que sea el motivo de que quiera explorar, como dijo él esta extraña sensación que ha comenzado a provocar en mí.
La mano de mi esposo se mueve hasta mi espalda baja, me empuja un poco más hacia su cuerpo y no puedo dejar de notar la dura protuberancia que ha crecido en su ropa bajo mi trasero.
Mis dedos se mueven por las musculosas manos que me tienen prisionera, el deseo ardiente de que la ropa desaparezca me sorprende tanto como el dulce sabor que aún permanece en los labios de este hombre.
La brumosa necesidad de ir más allá me tienta, la mano en mi espalda se desliza ligeramente por la costura de mi falda y noto sus dedos masculinos acariciar ligeramente la piel de dicha aérea.
La boca que besé unos segundos antes devora la mía, cierro mis ojos disfrutando el tentador olor mezclado con el de la comida del parque de atracciones que se mueve por mis sentidos a medida que este hombre que se dice mi esposo me devora con más necesidad.
Su cuerpo se mueve sobre el sofá, mi espalda toca el mullido material de dicho asiento y no puedo parar, aunque algo me susurra que lo haga, esa parte de mí que sabe lo peligroso que es involucrarme en esto más allá de como un contrato o una forma de ayudar a sus hijos pero la verdad…
La verdad no creo que escuche esa voz.
El hombre sobre mi cuerpo coloca una de sus piernas entre las mías, la mano en mi cadera baja deliberadamente hacia mi pierna y sube lentamente por toda esta llevando con ella la falda hacia arriba.
Mi respiración se acelera.
El aire no llega suficiente a mis pulmones mientras la boca que devoraba la mía se mueve lentamente por mi barbilla.
El calor ardiente que me devora se enciende un poco más cuando su lengua se mueve por mi garganta y me aferro a los anchos hombros de mi esposo cuando algo más que mi corazón comienza a latir.
El murmullo de la sangre en mis oídos aumenta.
La piel de mis brazos se achina mientras intento acercar más el rostro de mi esposo a la piel expuesta de mi garganta.
Él desciende entre besos y delicados mordiscos, sus labios topan con el escote de mi blusa y se detiene por un instante.
Un instante que no hace más que aumentar mi deseo, sus profundos ojos me observan, su mano se mueve hacia el escote de la blusa y trago grueso cuando no se molesta en bajar los tirantes y simplemente extiende el escote más allá de mis pechos.
El aburrido sostén de color café que llevo me hace sentir un poco avergonzada, pero una vez más parase importarle poco, no sé qué decir o si siquiera puedo hablar realmente, pero mi marido simplemente tira de la prenda para liberar mis pechos y me siento avergonzada hasta los huesos cuando mis pechos para nada relevantes son liberados.
Cierro mis ojos porque no puedo seguir mirando, no sé realmente qué tipo de mujer le gustan a Jeremías, pero estoy segura de que todas tienen o tuvieron mucho más para ofrecer que yo.
No me siento realmente inconforme con lo que cielos me dio, pero en ocasiones raras como esta me abruma un poco saber que quizás él puede tener mucho más de lo que yo soy.
¿Me molesta eso?
¿¡Por qué lo hace!?
No logro encontrar una respuesta a mi pregunta.
El cálido aliento de mi esposo se mueve sobre uno de mis pechos y sé que están duros porque los latidos apresurados de mi corazón se mezclan con esta intensa sensibilidad en dicho lugar.
Mi pecho sube y baja con rapidez.
La mano que subió mi falda se mueve hacia mi busto y no puedo contener el g$mido que se escapa de mi cuerpo cuando la boca de mi esposo saborea la pequeña cúspide de uno de mis pechos.
La olvidada sensación de placer se mueve hacia el calor creciente en mi v!entre, humedezco mis secos labios cuando Jeremías, mordisquea ligeramente mi pecho preguntándome cómo pude estar tantos años sin esto.
David no era un hombre de preliminares.
En realidad nuestros momentos se basaban en unos cuantos toques antes de pasar directamente a la acción.
¿Cómo pude ser tan estúpido?
Él nunca fue lo suficiente placentero, nunca pensó en mí, pero creía que me amaba y seguí tratando de hacerlo feliz.
Tratando de que esa maravillosa relación, que solo era una mentira, siguiera adelante.
Pero no debería pensar en eso, ese desgraciado ya no forma parte de mi vida.
El hombre sobre mi cuerpo me aleja de mis pensamientos cuando su boca se aparta de mi pezón.
La boca que toma la mía ni siquiera pide permiso para invadir el interior de la mía y una vez más su masculina mano se mueve peligrosamente cerca de mi feminidad.
Uno de sus dedos se desliza descaradamente por todo ese íntimo lugar.
No necesito mirar para saber que la humedad se ha deslizado fuera de mi cuerpo sobre la ropa interior y me aferro a la camisa de mi esposo cuando ese dedo se cuela descaradamente dentro de mi ropa interior, mi cuerpo salta ante el inesperado roce de mi ardiente carne.
El dedo se desliza entre mis pliegues antes de acariciar el pequeño botón entre ellos y siento que podría morir de puro éxtasis cuando comienza a acariciar ese punto sin separar sus labios de los míos…
“¡Corre Lucia, vamos a cenar con mamá y papá hoy!”
Abro mis ojos ante esas palabras.
El hombre sobre mí me mira igual de conmocionado y se aparta de mí tan rápido como es capaz, trato de acomodar mi ropa mientras él rasca su cabeza tratando de calmarse.
Trago aún con mi respiración entrecortada y noto el calor en mi rostro cuando uso mis manos para abanicarme.
Los niños entran en la sala unos dos minutos después, su padre me mira rápidamente antes de acuclillarse a la altura de sus hijos, e intenta hablar con normalidad, a pesar de que su voz es ahora aún más profunda de lo habitual.
“¿Chicos?, ¿Por qué no van a preguntarle a la cocinera si ya está la cena?”, me mira un segundo.
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