Mamá psicóloga
Capítulo 133

Capítulo 133:

POV Lucas

Sujeto la mano de mi esposa mientras ella lloriquea de dolor a mi lado en el auto de mis padres, mi hermana conduce a toda velocidad mientras mi padre habla con alguien por teléfono para preparar un salón de partos en nuestro hospital y mi madre está a mi lado tratando de calmar a Beatriz.

“¡Oh cielos, esto duele demasiado!”, grita la mujer a mi lado dejando de respirar por un segundo.

Calculo el tiempo de las contracciones y parece que son mucho más cortas que hace unos minutos, eso quiere decir que el bebé está casi listo para decirnos hola, así que me preocupo aún más.

Son dos bebés.

Dos niños que definitivamente no voy a traer a este mundo en el auto trasero de mis padres.

“Sabía que no debíamos ir a esta exposición”, gruño.

“Sabía que debíamos quedarnos en casa”.

“Por favor Lucas, cállate”, grita Beatriz antes de g$mir una vez más.

“Esto solo tenía que pasar, también fuimos a la casa nueva, quizás la emoción me hizo…”

Su voz se detiene, un g$mido viene de su garganta mientras me sujeta con fuerza de la mano y pateo ligeramente el asiento de mi padre para llamar su atención, él me mira desde el retrovisor.

“Tenemos que darnos prisas”

Miro a mi hermana también por el retrovisor.

“Las contracciones son más repetidas y eso es una señal inequívoca”.

“Nena, no pujes”, le pido.

“Sé que duele, pero debes soportar hasta que lleguemos al hospital”

“Soportar… se nota que nunca has tenido una contracción Lucas”, me dice mi madre.

“Tranquila nena, pero aguanta todo lo que puedas, ¿Ok?”

Mi esposa asiente.

Mi hermana acelera y corremos por toda la ciudad con Beatriz gritando maldiciones por primera vez en su vida.

Sé que está avergonzada por ello, pero no puede evitarla.

Gracias a los cielos llegamos justo a tiempo al hospital.

Dos enfermeros nos están esperando en la entrada vip del hospital, así que prácticamente tardamos segundos en subir a mi esposa a la camilla para llevarla a la sala de parto.

Me quito el saco del traje, desabotono mi camisa para remangarla hasta mis codos.

Lavo mis manos antes de que una asistente me coloca la bata y los guantes.

Mi padre entra al área de preparación con prisas justo antes de que entre a la sala.

“¿Estás bien?”

“Sí, no te preocupes”

“Bien, tienes a los mejores asistiéndote, así que solo enfócate en los bebés”.

“Gracia padre”

“Buena suerte y felicidades, papá”

Siento que debería decirle que realmente no soy padre de esos bebés, pero no hay tiempo para eso ahora, entro a la sala de parto donde mi mujer no deja de llorar desconsolada por el dolor y me acerco a ella para besar su frente, incluso con la mascarilla puesta.

“Te prometo que todo estará bien nena”, le digo.

“Estoy justo aquí”, asiento.

“Ahora cuando te pida que pujes lo haces, ¿Vale?”

Ella asiente.

Me acerco a sus piernas mientras miro a la matrona a mi lado y ella me dice que mi mujer está más que lista para comenzar.

Miro a Beatriz desde donde estoy, ella g!me con dolor cuando otra contracción la hace retorcerse.

“Bien cariño, cuando otra contracción llegue quiero que pujes fuertes, muy fuerte Beatriz”.

Mi mujer obedece, enfoco mi vista en su cuerpo, e intento ver al bebé, mi mujer grita, mis manos se mueven hacia su cuerpo y puedo ver la cabeza del bebé mientras sujeto sus piernas, ella puja.

Las primeras dos horas de parto son difíciles, pero consigo que el primero de los bebés nazcan después de eso.

“Venga cariño, ya solo falta el otro”.

Digo observando hacia la dilatada entrada de su cuerpo, uso mis manos cuando la próxima contracción llega y mientras Beatriz llora de dolor, su segundo hijo viene al mundo.

Ambos bebés lloran mientras corto el cordón umbilical, las enfermeras se encargan de limpiar a los bebés antes de acercárselos a su madre.

Mi pecho se siente tan lleno de felicidad que ni siquiera puedo hablar, lanzo los guantes a la basura, saco mi mascarilla antes de acercarme a mi esposa y besarla en la frente.

Su rostro está rojo por el esfuerzo, el sudor recorre su frente, pero sigue estando hermosa, incluso si su maquillaje se ha corrido un poco.

El beso en los labios justo antes de que la doctora traiga a los dos pequeños bultitos que son sus bebés.

Los pequeños son tan encantadores como su madre, mi pecho se siente aún más lleno de alegría pensando que ella realmente es una luz para mi vida.

Beatriz mira a sus bebés, sus ojos se llenan de lágrimas una vez más y mientras los pequeños lloran, la beso.

“Felicidades, Beth, tus bebés son preciosos”.

“Gracias Lucas, yo… yo… estoy tan agradecida con todo”.

“No tienes que darme las gracias, te amo y créeme cuando diga que haría todo por ti”.

“Bueno, creo que debemos llevar a los pequeños a la incubadora”

Se acerca una de las enfermeras.

“Y la mamá debe ir a recuperación”, nos sonríe.

“Felicidades doctor, estos bebés están realmente saludables”

No digo nada porque sigo sintiendo que estoy ocultando algo importante aquí, Beatriz parece notarlo, pero no dice nada.

La enfermera se lleva a los bebés fuera de la sala de parto antes de que la Beatriz sea también llevada a una de las habitaciones.

Salgo del salón de parto directo a la sala de estar y toda mi familia está ahí.

“¡Cómo salieron las cosas Lucas!”

Prácticamente, me grita mi madre.

Lulu me mira de una forma extraña mientras mi padre coloca una mano sobre mi hombro igual de preocupado que mi madre.

“Todo está bien, los bebés están sanos”, les digo.

“Beatriz está en recuperación y en un rato podremos ir a verla”.

“Gracias a cielos”, murmura mi madre caminando una vez más hasta las sillas, mi hermana se acerca para abrazarme, pero ese no es su verdadero propósito porque es muy clara cuando susurra en mi oído.

“Hablemos en la máquina de café”.

No tengo otro remedio que seguirla, así que asiento caminando con ella hasta dicho lugar la veo cruzarse de brazos antes de hablar con una verdadera preocupación en su mirada.

“¿No crees que es momento de hablar con mamá?”, me pregunta.

“Creo que deberías al menos decirle que esos bebés no son tuyos”, me pide.

“Creo que mamá debe saber la forma en que ustedes dos realmente se conocieron.

“Hay tiempo para eso Lulu”, responde.

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