Mamá psicóloga -
Capítulo 132
Capítulo 132:
POV Beatriz
“Solo voy a colocarme los zapatos”.
Respondo corriendo hacia las balerinas que son lo único que puedo llevar sin que el dolor sea insoportable, me miro una última vez en el espejo aún un poco desanimada por el vestido pre mamá que, aunque es de bastante buena calidad, sigue luciendo poco elegante.
Realmente nunca he ido a una exposición, pero sé que en esos lugares solo van personas elegantes que definitivamente no lucen como pelotas de playa.
“Estás hermosa Beatriz”
La voz de Lucas viene desde mi espalda.
“Perfecta y tentadora”
Sus manos me rodean desde la espalda.
“Realmente estoy deseando quitarte ese vestido”.
Me sonrojo incluso ahora.
Mi corazón se acelera al igual que el pulso en mis venas y cuando mi esposo me besa en el cuello sabiendo que es un lugar muy sensible para mí siento que realmente quiero que me quite el vestido.
Suspiro recostándome en su espalda, acaricio sus manos con una de las mías mientras miro nuestro reflejo en el espejo.
No me ha dicho ni una vez que me ama, pero tampoco le he preguntado realmente si sus sentimientos han cambiado porque puedo notar lo mucho que le importo con sus gestos, con sus acciones y toda esa preocupación que mí y mis bebés.
“Lucas no sabes cuan agradecida estoy contigo”, suspiro.
“No tienes idea de cuanto he pensado en todo lo que hemos estado viviendo y sigo pensando que casarme contigo fue lo mejor que pudo sucederme, realmente le he pedido a cielos dejarte a mi lado por mucho más tiempo”
“No tengo intención de marcharme”, responde besándome una vez más.
“No tengo intención de dejarte ir, así que supongo que cielos no tendrá mucho que hacer”
Sonrío ante esas palabras, nos quedamos abrazados durante unos agradables minutos en completo silencio y solo después de que uno de nuestros móviles suenan decidimos salir de casa.
No sé realmente dónde quiere llevarme, pero atravesamos prácticamente la mitad de la ciudad antes de llegar a la entrada de un bonito condominio bastante cerca de la casa de mis suegros, el hospital y mi repostería.
“¿Qué hacemos aquí, Lucas?”
“Oh, solo espera un minuto”
Mi esposo baja del auto, habla con el portero en la garita junto a la puerta de entrada y estas se abren justo cuando Lucas sube al auto.
Conduce el auto hasta el estacionamiento, toma su maletín del asiento trasero antes de rodear el auto para abrir mi puerta.
Bajo del autoayudada de su mano, camino aún algo confundida hasta una de las casas .de este condominio y cuando lo veo abrir la puerta de dicha casa mi corazón pega un vuelco.
No puedo hablar, así que lo sigo dentro de dicho sitio.
Las luces se encienden después de unos minutos y mi respiración se contiene cuando veo alrededor la hermosa sala de estar.
Aunque el lugar está vacío, puedo ver cuan bobina será con algunos muebles.
“Pensaba dártela como regalo más adelante, pero la venta fue más rápida de lo que esperaba”
Lucas me abraza.
“¿Te gusta?, esta es nuestra nueva casa, la casa de nuestra familia”.
Mis ojos se llenan de lágrimas una vez más, mi corazón duele de la felicidad mientras me coloco de puntillas para besar sus labios. Soy tan feliz en este momento, estoy tan contenta que ni siquiera puedo detener las palabras que salen de mis labios.
“Te amo Lucas, yo realmente creo que te…”
Me detengo cuando veo la sorpresa en los ojos de mi esposo, trato de apartarme preocupada de haber hablado de más, pero soy una vez más empujada contra su cuerpo con delicadeza.
Lucas alza mi barbilla.
Sus labios se mueven hasta los míos y después de un cálido beso me responde con ternura.
“Creo que también te amo Beatriz, sé que quiero que te quedes aquí el resto de mi vida y estoy más que seguro de que lo que más felicidad me da es ver tu sonrisa, así que quizás debería llamarlo amor”.
“Lucas…”, susurro mirándolo con emoción.
“No sabes lo que significa que tú me digas esas cosas, no se ni siquiera que hacer ahora”.
“Solo déjate llevar Beth”, me pide.
“Y vamos a la exposición o Lulu va a matarnos”.
Sonrío ante esas palabras, salimos de la casa antes de regresar a la carretera y solo tardamos diez minutos en llegar a la galería de arte.
Lucas me ayuda a subir las escaleras que dan al salón de la galería.
Me impresiona la cantidad de personas alrededor, masajeo ligeramente mis lumbares cuando siento la tensión ahí y camino un poco incómoda hasta donde mis suegros están charlando con Lucía.
Mi cuñada lleva, a diferencia de otros días, un vestido increíblemente hermoso.
Su vestido revela la bonita figura que tiene, pero lo que realmente me hace sonreír es ver a su perro tranquilamente sentado a su lado usando una pañoleta del mismo color que su vestido.
Mi suegra es la primera en verme.
“Ho, mi niña, ya están aquí”, corre a abrazarme.
“¿Como va esa pancita? Ya casi tenemos los niños aquí”.
“Lo sé, está siendo cansado…”
Miro a mi cuñada.
“¿Qué tal va todo Lulu?”
“Incómoda”
Puedo notar su voz enfadada.
“Quiero irme y que dejen de felicitarme con un apretón de manos”.
Cierro mis ojos cuando un extraño dolor me hace tragar.
Acaricio mi v!entre al notar que están un poco inquietos, pero asumo que simplemente estoy emocionada por lo que hace unos minutos Lucas compartió conmigo.
“¿Crees que pueda sentarme?”
Comento cuando a los pocos minutos otro dolor llega esta vez más intenso.
“Me siento un poco mal…”
“¿Mal?”
Lucas me mira con el ceño fruncido.
“¿Cómo que te sientes mal, qué es lo que…?”
Noto un pequeño tirón en mi v!entre antes de que la humedad corra por mis piernas hasta el suelo.
Mi suegra deja caer su copa, el perro de mi cuñada comienza a ladrar a mi esposo mientras Lucía niega sin dejar de mirar el húmedo charco en medio del suelo bajo mis pies.
“¡Gracias a los cielos puedo salir de aquí!”
Aplaude mientras Lucas zafa su corbata, otra punzada viene haciéndome aún más consciente de que estoy a punto de tener a mis hijos.
Miro a Lucas preocupado.
Él me besa antes de tomarme en brazos para llevarme hacia el hospital con sus padres y mi cuñada.
Esto…
¿Cómo debería de sentirme por esto?
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