Mamá psicóloga
Capítulo 129

Capítulo 129:

POV Lucas

“Debe estar por morir y las cosas en casa son mucho más intensas ahora que mi mujer está más embarazada”, sonrío ante la forma en que suena eso.

“No sé si comprenda, pero mi tiempo se ha reducido drásticamente como para poder pensar sobre muchas cosas”.

Desde que Beatriz se hizo oficialmente mi esposa y comenzamos a organizarnos para la llegada de los bebés, la vida se ha vuelto una montaña rusa de emociones, en especial cuando llego.

Últimamente, abrir la puerta de casa es como estar a la espera de una sorpresa, ella puede estar feliz o deprimida, puede gritarme o besarme y aunque jamás pensé que me gustaría tanto, una situación así lo hace.

“Tu mujer debe estar mucho más feliz ahora que duermes con calma”.

“La verdad es que no dormimos bien”, suspiro.

“Ella pasa las noches quejándose de lo difícil que es dormir con su nueva condición física”.

La doctora sonríe.

Me digo que he tratado embarazadas en todas las fases durante años, pero jamás había vivido ese momento más allá de las consultas o los gritos desesperados de una mujer hormonal porque su esposo llegó tarde al chequeo.

Miro mi reloj notando que es hora de terminar la cita, la doctora cierra su cuaderno antes de extender la mano en mi dirección.

La tomo mientras la escucho hablar con buen humor.

“Creo que podemos comenzar con la última fase de la terapia”, me anuncia.

“¿Le parece vernos dos veces al mes?”

“Eso me parece excelente”.

Respondo genuinamente feliz, me pongo en pie después de saludarla y regreso a mi oficina porque tengo demasiadas cosas que hacer antes de volver a casa.

He tratado de arreglar las cosas para tener más tiempo libre, también he tratado de mantener las fechas cercanas al parto de Beatriz libre porque pienso estar ahí en todo momento, con ella, con la mujer que me ha hecho tan feliz que ni siquiera puedo creerlo.

Siempre pensé que moriría solo, que en algún momento terminaría viviendo en alguna clínica junto a mi hermana, esperando lentamente a que llegara mi muerte, pero ahora las cosas han tomado un nuevo color.

Beatriz le ha dado una nueva perspectiva a mi vida, sus bebés me han dado esas ganas increíbles de darle a ambos todo lo que merecen.

Termino los documentos que tengo frente a mí antes de tomar el móvil para llamar a mi dulce, muy dulce esposita.

“¿Hola?”

“Hola Beth”, respondo.

“¿Qué tal tu mañana?”

“Cansada, estoy haciendo los últimos postres de la tarde, ¿Qué tal tu cita?”

“Bien, mi terapeuta dijo que podemos reducir la cita”, respondo.

“¿Has hablado con mi madre hoy?”

“No realmente”, responde ella.

“Me envió un mensaje sobre algún tipo de cita para escoger el vestido de novia”, mi mujer parece atareada.

“Tenemos algunos meses aún, pero al parecer el diseñador es exclusivo, realmente no presté mucha atención”.

“Ella llamó, pero no fui capaz de contestar porque estaba en terapia, ¿Te parece si llevo la cena hoy?”

“Sería estupendo, quizás llegue un poco tarde a casa”, responde Beatriz.

“Compra filetes”, me pide.

“Ahora voy a cortar”.

Mi mujer corta la llamada dejándome completamente incrédulo paso una mano por mi rostro diciéndome que incluso con esta situación marital me siento feliz y dejo a mi mente enfocarse en el trabajo. Después de las seis, regreso a casa, llevo la cena que compré, pero cuando entro al departamento me doy cuenta de que necesito comprar una casa más grande para mi familia.

Las cajas apiladas en la sala de estar junto a la pared parecen mucho más que el día de ayer, pero no puedo hacer nada, ya que mi madre no deja de enviar cosas e incluso nosotros estamos tratando de organizar una habitación.

Dejo las bolsas sobre la encimera antes de comenzar a poner la mesa, la puerta se abre más allá del comedor cuando estoy a punto de colocar el plato de filetes sobre la mesa.

“¿Lucas?”

La melódica voz de mi esposa me hace sonreír camino hasta el umbral del comedor y me deleito con la redondeada silueta de mi hermosa esposa.

Ella lanza a un lado su abrigo antes de descalzarse con pereza.

Camino hasta ella para darle un pequeño beso en los labios que termina volviéndose un caliente y tentador indicio de que deberíamos subir a la habitación.

“¿Qué tal el resto de la tarde?”, murmura ella apartándose de mí.

“Mis pies me están matando”.

El deseo se va al instante, la ayudo a sentarse en el sofá y no pierdo mi tiempo antes de sentarme frente a ella para masajear delicadamente su pierna.

Ella g!me cerrando los ojos, mi cuerpo siente el intenso deseo de ir por ella una vez más, termino de masajear su pierna antes de atraerla a mis brazos con una pequeña sonrisa que sigue dibujándose una y otra vez en mis labios sin que pueda detenerla.

“Traje los filetes”, respondo besando su garganta.

“Creo que deberíamos comer antes de irnos a la cama, te extrañe mucho hoy…”

Muevo mi mano hasta su v!entre, acaricio la redondeada panza de mi esposa, ella lleva una de sus manos sobre las mías antes de mirar hacia arriba para encontrar sus ojos con los míos.

Sus dedos se entrelazan con los míos antes de hablar con voz algo desanimada.

“Hoy una mujer vino con sus hijos a comer unos postres”, me cuenta.

“Me acordé de mis padres y me sentí tan triste…”

“Otra vez con eso Beth”, niego llevando una de nuestras manos entrelazadas hasta mis labios.

“Te dije que no los necesitas, creo que con mi madre llamando tode el santo día tienes todo el amor de una madre”.

“Lo sé, pero sigue sin ser mi madre, sigue sin que mis padres no se interesen en mí y yo no puedo evitar pensar que soy…”

“No eres nada, eres perfecta Beth, mi mujer, tenemos una familia y te prometo que vas a ser feliz, así que deja de pensar en tus padres, ellos no merecen tu felicidad”

POV Beatriz

“¿Qué tal si ponemos servicio a domicilio?”

La voz de mi jefe es sin duda emocionada, pienso detenidamente en sus palabras mientras él cuenta el dinero del mes sentado frente a mí en la pequeña oficina al fondo de la repostería que no me gusta usar porque es demasiado agobiante.

“Supongo que podríamos intentarlo”.

“Eso sería excelente, entonces”, responde extendiendo uno de los fajos de billetes sobre la mesa hasta mí.

“Esto es la inversión del mes”

Extiende dos fajos más.

“Y esto el salario de los trabajadores, !Oh!, y esto”

Señala el último de los mazos sobre la mesa.

“Es para que consigas un auto para las entregas”.

“¿Debo encargarme de eso también?”

“Por supuesto eres la jefa, tu dinero lo envío a tu cuenta en la noche”, me sonríe.

“¿Como vamos con esos bebés?”.

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