Mamá psicóloga -
Capítulo 128
Capítulo 128:
POV Beatriz
“No tiene que agradecerme, yo realmente quiero que él esté al cien por cien”, sonrío ligeramente.
“Deseo poder verlo vivir sin ninguna de sus… preocupaciones”.
Digo para evitar revelar más de lo que debo a la madre de Lucas, esta lo mira, pero su hijo alza una mano en signo de que no diga nada antes de que siquiera abra su boca.
“No preguntes, no voy a decirte a donde voy a ir o como se llama mi terapeuta, así que no intentes averiguarlo”
“Bien”, responde ella.
“Pero la boda en la iglesia va a ser tan exagerada como me dé la gana”, regresa hasta el lugar donde estaba antes.
“¿Me permitirás hacer una boda genial, verdad?””
No sé qué responder, así que simplemente asiento.
Ella chasquea sus dedos antes de sonreír aún más ampliamente.
Lucas se inclina sobre mí para susurrar unas gracias en mi oído mientras Lucía aparece en la sala con su móvil colgando en una de sus manos.
“Bueno, supongo que me perdí la reconciliación, papi, tengo que irme ya”, suspira .
“Siento no poder quedarme un ratito más, pero he dejado a mi perro demasiado tiempo solo y tengo unas obras que terminar para mi exposición”.
“¿No puedes empezar mañana?”
“Debo mostrarle las que tengo a mi representante”, dice mi cuñada.
“Tenemos que medir los cuadros y todo es un lío”, Lucía me mira.
“Felicidades por la boda y tengan una luna de miel bonita”, me guiña.
“Hoy no voy a dormir en la habitación del lado”.
Siento la pena quemar en mi rostro, mi cuñada sonríe antes de besar a su madre en la mejilla y salir de la sala dejándonos solo a nosotros cuadros.
Mi suegro carraspea, se pone en pie para desaparecer a la derecha de la sala de estar.
Regresa unos cinco minutos después con cuatro latas en sus manos.
Me ofrece una de ellas que resulta ser zumo de manzana.
“Bien, celebremos, no tengo vino, así que unas cervezas estarán bien por hoy”, me observa.
“Zumo para ti por supuesto”.
“Gracias, señor yo…”
“Jeremías puedes llamarme por mi nombre”.
“Si mi niña, puedes decirnos como quieras”.
Mi corazón se siente una vez más lleno de esa buena envidia y gratitud que produce ser tratada tan cariñosamente por estas personas cuando mis propios padres no lo hicieron.
Bebemos tranquilamente mientras Lucas habla con su padre de algún nuevo programa en su hospital.
“Que tal si te regalo algunas cosas”, dice mi nueva suegra poniéndose en pie.
“Ven conmigo, dejemos a estos dos hablar de trabajo”
No tengo oportunidad de responder.
Soy llevada escaleras arriba hasta una puerta cerrada, dos habitaciones más allá del inicio de la escalera.
La madre de Lucas, prende la luz revelando una habitación infantil bastante repleta de estanterías.
“Perdona el desorden, pero todo lo de los chicos está aquí”, mira alrededor.
“Las cosas de bebés están…”
Se acercan a un armario.
“Justo aquí”
Toma una bolsa.
“Estas son las ropitas de mi hijo menor, mi madre hizo la mayoría así que son bastante apreciadas, no tengo mucho de niña porque Lulu era grande cuando comencé a guardar sus cosas, pero podemos ir de compra la próxima semana, ¿Qué crees?”
“Yo, no quiero molestarla usted…”
“No molestas, nena y créeme cuando la abuela de Lucas se entere de esto realmente vas a desear salir corriendo”
Toma otra bolsa de uno de los armarios”
“¿Qué tal si vemos qué hay aquí?”
“Claro”
Sonrío sin poder hacer otra cosa, pasamos las siguientes cuatro horas admirando ropa de bebé que mueve mis hormonales sentimientos hasta el punto en que termino lloriqueando en el hombro de la encantadora mujer que me acompaña.
Esta me pide esperarla un segundo mientras va por el agua y después de sorber mi nariz me acerco a la ventana de este lugar para marcar el número de mis padres.
¿Por qué?
Porque realmente deseo que de algún modo las cosas se solucionen, porque a pesar de todos los amo y no soy capaz de odiarlos o darlos por incorregibles.
Así soy, así me enseñaron a ser.
“¿Dígame?”
“Mamá…”
“¡¿Por qué llamas Beatriz!?”
“Quería decirte que me casé en la mañana”
Sorbo por la nariz.
“Pensé que querrías saberlo, yo…”
“Me alegro de que ahora no hablen de ti como una pecadora, pero te dije que no tienes nada que ver con nosotros”.
“Mamá, tú realmente no quieres saber de mí…”
“Tú deshonraste nuestra familia, Beatriz, rezaré para que seas feliz, pero ya no eres parte de esta familia, así que asume las consecuencias de tu traición”
Esas palabras destrozan completamente mi corazón.
La línea se queda muda un segundo después y siento un mareo abrumador.
Mis piernas se debilitan haciéndome caer sobre el suelo precipitadamente.
Escucho una maldición antes de que el rostro de Lucas desaparezca tan repentinamente como apareció frente a mí.
POV Lucas
Tres meses después
“¿Y bien, como vamos con las pesadillas Lucas?”
La doctora sentada frente a mi anota algo en su cuaderno mientras dice esas palabras, me reclino tranquilamente en su cómodo sofá antes de responderle con genuina felicidad.
“Están bastante ausentes desde hace un mes”, admito.
“Creo que todo esto sí está ayudando”.
“Cuando dejes de llamar a la terapia todo esto, seguro que desaparecen por completo”, responde la doctora.
La sonrisa sarcástica en su rostro es un claro significado de que mi comentario no le agrada, pero que puedo decir.
Aunque por primera vez en años veo alguna mejoría gracias a un terapeuta, no puedo dejar de pensar que esta hora y media de consulta es perder de algún modo mi tiempo.
“Antes de que pregunte, sí, he dejado de darle vueltas al tema de mi tío abuelo”.
“Oh estupendo”, responde.
“Porque eso forma parte importante de tu trauma y saber que tus padres están apoyándolo de algún modo puede ser difícil de aceptar”.
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