Mamá psicóloga
Capítulo 122

Capítulo 122:

POV Beatriz

“No me importa Lucas, estoy aquí para ti”, respondo.

“Te dije que lo estaría, así que no trates de alejarme porque no voy a permitirlo”

Tomo su mano.

“Te juro que estoy bien”

“No lo sé Beatriz”, niega.

“No me perdonaría que hiciera algo como esto, sería tan…”

“No va a suceder”, dice ella.

“Y si realmente quieres superar esto solo tienes que ir al doctor”

Lo obligo a mirarme.

“Si realmente quieres que no corra ningún peligro puedes hacerlo porque no voy a dejarte sufriendo si esto vuelve a suceder Lucas”.

El hombre frente a mí me mira durante un minuto, masculla alguna cosa antes de abrazarme con fuerza y me besa en los labios con lo que parece un gesto de agradecimiento, dulce e increíblemente acogedor beso.

“Tú sí que sabes como persuadirme”, murmura.

“Sin duda mi madre podría hacerte un altar”.

“¿Vas a hacerlo entonces?”, cuestiono.

“Vas a ir con un psicólogo y…”

“Lo pensaré”, responde él.

“Solo lo pensaré”.

“Bien, me conformo con eso por ahora”.

Lucas me dice que tome una ducha antes de salir de la habitación para preparar el desayuno.

Hago justamente lo que dice mientras decido ponerme un par de leggings que me quedan ligeramente anchos.

Bajo a la cocina cuando me siento lo suficientemente bien de las náuseas matutinas.

Sonrío al ver a Lucas sirviéndose un café, me dejo caer una de las sillas del comedor.

Lucas sonríe ligeramente, coloca un bol de caramelos frente a mí antes de colocar su ropa un poco de tostadas con jalea de frambuesas sobre ellas.

“Solo come dos caramelos”, me pide.

“Mañana iremos a hacer un examen de azúcar y tal vez una ecografía”

“Pero…”

“No hay peros Beatriz”, se sienta frente a mí.

“Y me gustaría hablar de algo seriamente”.

“¿Seriamente?”, respondo.

“Bien, pero no estoy dispuesta a cambiar mi opinión sobre estar a tu lado cuando tengas…”

“Cásate conmigo”

Me quedo congelada ante esas palabras.

“Quiero cuidar de ti, quiero que tus bebés tengan una familia”.

“Lucas eso es…”

“Me siento bien contigo, lo suficiente como para proponerte algo como esto”

Toma mi mano.

“Es un buen trato, no necesitas darme la respuesta ahora”, me dice.

“Solo piénsalo, ¿Vale?”

Acaricia mi mejilla antes de ponerse en pie para servirse otra taza de café, mi corazón late descontrolado mientras miro el plato de tostadas frente a mí tratando de pensar si realmente debería o no hacerlo, aunque un matrimonio sería bonito.

Miro hacia Lucas y pienso que realmente me gustaría que él fuera el padre de mis bebés.

POV Lucas

Después de darle de desayunar a Beatriz, de verla sentirse extraña ante la propuesta que debo admitir, también me sorprendió a mí reviso mis correos electrónicos desde el móvil.

La verdad es que lo apagué el día de ayer porque no quería que nadie nos molestara.

Trato de no pensar en las marcas que vi en su brazo, me digo que Beatriz está bien y que justo como ella dijo no fue intencional, pero me sigo sintiendo mal por ello.

Suspiro inclinándome hacia atrás sobre mi asiento en el despacho donde no solo estuvo mi padre sino también mi abuelo alguna vez.

Ignoro el retrato familiar que aún sigue sobre la mesa, el rostro de mi tío abuelo sigue aún en esa foto con esa mirada que hasta ahora me hace sentir escalofríos.

Cierro los ojos durante un minuto, pienso en lo que realmente importa ahora que es el hecho de que le propuse matrimonio a una chica.

Sonrío pensando en lo absurdo que es, nunca pensé que me casaría, estaba seguro de que no dejaría a nadie acercarse lo suficiente, pero lo hice porque a pesar de todo lo mal que me han hecho sentir los golpes y moratones que vi causados por mis malditas pesadillas sobre su piel, que estuviera a mi lado cuando desperté me hizo sentir más feliz que nunca antes.

Pienso en lo que dijo Beatriz también, me cuestiono si realmente debería tomarme el tiempo de hablar con mi antiguo terapeuta, ese que ni siquiera mi madre conoce porque no quiero que ella escuche nada de mí, estuvo tratándome durante años.

Cuando fui capaz de darme cuenta vi cuánto le dolía a mi madre como nos sentimos Lulu y yo.

Las dudas siguen de un lado a otro en mi cabeza, los pensamientos se acumulan a medida que veo los minutos pasar y cuando Beatriz aparece por fin frente a la puerta de la oficina me siento una vez más como si ella pudiera alejar todas las preocupaciones.

El vestido de mi hermana que lleva hoy es sin duda uno que vi mucho antes, pero que nunca me pareció tan dulce.

La tela crema con difuntos adornos florales me hace tragar, me imagino que sensual sería sacarlo de ella mientras acaricio la tersa piel de su garganta que no puede estar más expuesta.

¡Infiernos, es perfecta!

“Creo que…”, carraspea.

“Deberíamos irnos ya, es tarde”.

“Podemos quedarnos un poco más”

Miro mi reloj.

“Aún hay tiempo para que podamos hablar, porque tenemos que hablar de lo que…”

“Sé que dijiste que nos casáramos”, responde.

“Pero también dijiste que me darías tiempo de pensarlo”

Ella se sienta frente a mí.

“Estamos hablando de algo muy serio, el matrimonio es…”

“Es solo un acuerdo”, le digo.

“Estamos bien, me siento bien contigo y quiero cuidar de tus hijos”, soy sincero.

“Quiero cuidar de ti, de verdad, Beatriz, esta es una buena idea”.

“Pero se supone que te casa con alguien que quieres”

Ella no me mira.

“¿Qué pasa si conoces a alguien en el futuro?”, niega.

“¿Que pasa si mis hijos o yo somos un estorbo para tu felicidad en el futuro?”

“Nunca serías un estorbo”

Respondo poniéndome en pie.

“Tus bebés jamás lo serían tampoco, además, no creo que exista alguien en el futuro a quien quiera proponerle algo como esto”

Me acerco a su silla.

“Beatriz, no soy un hombre normal, cielos, ni siquiera sé si alguna vez podré serlo, pero tú has llegado lo suficientemente lejos como para hacerme proponerlo así que solo piénsalo”.

Ella asiente, pero no dice una palabra, acaricio distraídamente su cabello antes de darle un pequeño beso en sus labios.

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