Mamá psicóloga -
Capítulo 121
Capítulo 121:
POV Lucas
“Acabo de crear nuestro postre”.
“¿Qué es?”
Pregunto con curiosidad acercándome hasta ella.
Beatriz baja de su asiento y toma una cuchara antes de tomar una porción de la mezcla en el bola de cristal y hecho algo de merengue sobre él.
“Realmente no tiene nombre”, responde.
“Pero es una especie de lugar para pasar el verano”
Extiende la cuchara a mis labios.
“Solo había vainilla en la nevera así que no sé site guste”.
No respondo.
Tomo la cuchara tocando también sus dedos y degusto el postre en ella, el sabor del helado se mezcla con el resto de frutas.
Se siente bastante extraño con el merengue tan dulce en él, pero sin duda alguna está muy bueno.
La mujer frente a mí me observa expectante.
“¿Qué tal?”
“Está muy bueno”.
“¡De verdad!”
Ella trata de tomar un poco para ella, pero se lo impido, muevo mi boca a la suya y la beso hasta que prácticamente necesita respiración.
Ella peina nerviosamente su cabello antes de asentir con ese lindo rubor en sus mejillas.
“Sabe bien”, le digo.
“¿Verdad?”
“Si…”, musita.
“Sabe muy… bien”.
“Estupendo”, responda.
“Ya está la cena, así que ayúdame a colocar la mesa y pasemos esta noche juntos”
Tomo una de sus manos.
“Beatriz, lo que dije antes fue cierto”, digo con seriedad.
“Quiero que te quedes conmigo indefinidamente, quiero que prepares más postres para mí”.
“Supongo que puedo hacerlo”, responde con un poco de humor.
“Después confió en que me darás una opinión sincera sobre mis postres”.
“Claro que sí”
La tomo de la cintura.
“Aunque no creo que tenga que mentir, eres muy buena haciéndolos”
POV Beatriz
Abro mis ojos cuando escucho los gruñidos del otro lado de la cama
Me paro un tanto confundida y me doy cuenta de que Lucas está teniendo una pesadilla.
Lo veo g$mir mientras su cuerpo se retuerce entre las sábanas.
Llevo una mano a mi pecho intentando saber qué debería hacer ahora mismo, muerdo mi labio recordando que dijo que no debería estar con él cuándo sucede esto, pero realmente no creo que sea tan peligroso.
Me inclino sobre él e intento despertarlo.
“Lucas, estás teniendo una pesadilla”, le digo.
“Por favor despiértate que…”
El hombre junto a mi sujeta mi mano con brusquedad, comienza a gritar antes de empujarme lejos y siento el dolor en mi muñeca mientras me doy cuenta de que él simplemente no puede despertarse.
El hombre a mi lado grita algo inentendible.
Su cuerpo se mueve furioso entre las sábanas mientras yo corro para alejarme de él.
“¡Mamá!”, grita Lucas.
“¡Papá!, qué es esto”, lo escucho gritar desolado.
“¡Me duele!”
Las lágrimas comienzan a brotar de sus mejillas mientras sus labios se fruncen con dolor. Llevo mis manos a mi corazón incapaz de verlo mucho más en esta situación.
Trato de pensar seriamente en que debería hacer mientras Lucas está teniendo una pesadilla que sin duda alguna es terrible.
Tomo una respiración profunda antes de volver a la cama, me mueve a su lado para tomarlo de las manos y aunque él trata de alejarme me mantengo a su lado.
Él jadea cuando no puede liberarse, me duele cuando su pierna golpea una de las mías y cierro mis ojos un minuto después.
“Soy yo, Lucas”, le digo.
“Por favor despierta”, jadeo cuando me golpea la pierna por segunda vez.
“todo está bien, ¿Vale?, te lo prometo”.
“No me dejes…”, grita aún en sueños.
“No me dejes por favor…”
Me duele tanto verlo, así que solo me aferro más a su pecho, él mueve sus manos hasta los míos para tratar de alejarme, pero no se lo permito y siento un punzante dolor en mi frete cuando él me golpea hacia atrás con la suya.
Tomo respiraciones profundas antes de mantenerme firme, por lo que parece una eternidad porque creo que pasa al menos una media hora antes de que Lucas se quede quieto una vez más.
El sueño me gana cuando nos quedamos en paz, paso una mano por mi cabeza antes de dejar a mi cuerpo relajarse y me siento mucho mejor mientras me quedo dormida con Lucas siendo abrazado por mí.
Me despierto en la mañana con lo que parece una maldición viniendo del otro lado de mi cama, parpadeo varias veces antes de mirar al dueño de la voz de dichas maldiciones y me pongo en pie cuando noto a Lucas sujetando una de mis manos.
“¿Qué sucede?”, comento sin realmente entender qué está pasando.
“¿Estás bien?”
“Yo sí estoy bien”, responde.
“Pero tú no lo estás Beatriz”, me dice.
“Te dije que salieras de la habitación si tenía pesadillas”.
El alza mi mano donde unos pequeños hematomas decoran mi piel pálida, trato de alejar la mano, pero él no me lo permite, sus dedos acarician ese lugar como si quisieran borrar las marchas antes de mirarme con la pena y la culpa danzando detrás de sus ojos.
“No podía dejarte solo, ni siquiera me duele”, le digo.
“Fue solo un pequeño apretón, no es nada para…”
“¡Es todo!”, grita.
“Pudo ser peor, pude golpearte en el v!entre, yo… yo sé que me pongo terrible cuando tengo pesadillas”.
“¡No iba a dejarte sola!”, le digo.
“¡Cómo podría hacer eso!”
Lucas me mira.
Pasa una mano por su cabello antes de acercarse a mí negando con su cabeza mientras me rodea con sus manos para hacerme mirarlo directamente a el rostro.
“Beatriz, no podría perdonarme si te hiciera daño”, admite.
Entiéndeme, solo quiero que te quedes a salvo”, niega.
“Estas pesadillas son algo con lo que he tenido que lidiar desde hace años y he visto que tan loco me puedo poner”.
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